Por: Caridad Vela
La arquitectura funciona cuando experimenta con digresiones a lo tradicional, cuando siente el entorno y prueba que fue creada para un propósito específico. Si pretendemos envolver la vida entre paredes, la filosofía de diseño que se aplica a esa envoltura debe materializar lo efímero del anhelo que identifica al usuario.
El arquitecto se funde con el pensamiento del hombre. Analiza e investiga el territorio, lo vive imaginariamente, motiva su creatividad en el afán de crear algo que sorprenderá a quien lo pide.
Tal es el caso de Leonardo Codina y Juan Manuel Filice, arquitectos argentinos que visitaron Quito hace pocos días, y tuvimos la grata oportunidad de que compartan con nosotros los detalles de uno de sus últimos proyectos: una casa en un viñedos.
Tal es el caso de Leonardo Codina y Juan Manuel Filice, arquitectos argentinos que visitaron Quito hace pocos días, y tuvimos la grata oportunidad de que compartan con nosotros los detalles de uno de sus últimos proyectos: una casa en un viñedos.
¿En que zona está emplazada la casa?
En Mendoza, que es la cuarta ciudad de Argentina. Está localizada al Oeste del país, al pie de la Cordillera de los Andes, en el límite con Chile. Esta es una zona vinícola por excelencia, que a raíz de los movimientos cambiarios que ha tenido Argentina, muchos emprendimientos vinícolas se han convertido en desarrollos inmobiliarios, pero sin perder su esencia. Hay empresas que poseen más de 100 hectáreas de vid, y venden terrenos de dos o tres hectáreas a clientes extranjeros que tienen la posibilidad de construir su casa. La empresa administra la viña y se encarga de la producción del vino, y el propietario de la casa participa de eso sin que sea su actividad central.
¿Cuál fue el punto de partida del diseño?
El paisaje del viñedo es complejo, es tan imponente que es difícil no sentirse abstraído por él. Fue muy importante que el cliente se dejó llevar por nuestras sugerencias, pues al vivir en la zona tenemos contacto natural con el entorno, entendemos sus potencialidades, y las variaciones que por los cambios de temperatura se deben considerar. Cuando el paisaje habla tan alto, el reto es diseñar sin entorpecer esa comunicación.
¿Es decir que el concepto es único para ese entorno?
Cada proyecto es único. Este es uno muy sencillo. La casa es un prisma, casi un periscopio que ofrece cinco aperturas estratégicamente ubicadas hacia cinco puntos específicos: norte, sur, este, oeste, y hacia el cielo. A través de estas aperturas intenta capturar las vistas a 180 grados, interpretando cada una de ellas de distinta manera. La vista hacia la montaña es la principal y hacia allá mira la apertura más grande. Otra, en sentido vertical, pretende captar una determinada condición del paisaje; y hay una gran boca horizontal que va en línea con el horizonte. Además, sentimos que debía haber una excavación en la casa que permitiera trazar desde el suelo hasta el cielo, anclando al mismo tiempo el proyecto con las cuatro vistas laterales.
¿Cómo se logró?
Armamos un basamento de hormigón, reflexionando sobre la condición pétrea y mineral del suelo, para elevar la altura de la casa. Esto era necesario porque la planta de la vid alcanza casi dos metros de alto, y además el clima de la zona es muy radical. Sobre este basamento de hormigón se posa la casa, aislada de alguna manera de los rangos extremos de temperatura, y a una altura tal que permitirá admirar el viñedo sin que la vid bloquee la vista.
¿Qué otros materiales se utilizaron?
La casa está hecha de hormigón, pero la revestimos totalmente con una chapa oxidada, que en realidad lo que hace es ocultar una aislación térmica muy fuerte. La parte alta -que es la más expuesta- está totalmente cubierta por esta chapa que alcanza el punto perfecto de oxidación para presentar el mismo color rojo marrón que adquiere la hoja de vid en otoño. La casa es parte de ese paisaje. En verano el efecto es opuesto, el campo adquiere un color verde muy fuerte y la casa se mantiene en intencional contraste con el entorno.
¿Cuántos metros tiene la casa?
Aproximadamente 550m2. Para entrar en ella debes descender medio nivel y lo primero que encontrarás es la cava de vinos. De ahí asciendes medio nivel para ingresar a las áreas sociales, y al alcanzar la siguiente planta estarás casi un metro por encima de la cota de la planta de la viña.
¿Cómo están distribuidos los espacios interiores?
La casa tiene sala y comedor de muy buen tamaño con vistas dirigidas hacia la montaña, y cuenta con una galería que protege ese espacio del sol del oeste, generando una superficie intermedia entre un exterior y un interior. Este es el espacio más importante, más significativo de la casa. Entre esta zona y los dormitorios creamos un espacio semi público, de mucho recogimiento y muy contemplativo hacia el horizonte, con una gran ventana horizontal con vistas más lejanas, hacia el valle, en contraste con las que miran la montaña.
Mencionaron una ventana vertical…
La ventana vertical es la que se enfrenta al acceso. Cuando vas subiendo la escalera, esa ventana permite precisamente hacer como un itinerario entre la planta y el cielo. Subes mirando al cielo, y en un momento bajas mirando al suelo. Cuando giras estás frente a la gran boca que capta la montaña, y al lado opuesto está la ventana muy larga que capta la planicie.
¿Qué otro tipo de materiales utilizaron?
El interior de la casa expone directamente el hormigón. El basamento que está en contacto con el suelo está encofrado con una madera sin cepillar, que luce como si fuese madera petrificada y armoniza con el hormigón. En el estrato superior sucede al contrario, es un encofrado metálico que confiere al hormigón una textura casi de seda. Por fuera la casa está toda revestida en chapa oxidada, y las cuatro grandes bocas dominantes están forradas de madera, para dar cuenta de la estrategia de enmarcar estas grandes vistas. Esas son las materialidades dominantes de la casa, y se exponen en su estado puro, natural.
¿Cómo definen su estilo arquitectónico?
Tenemos un poco de conflicto con decantarnos por estilos. No pensamos los proyectos desde ninguna condición estética que a priori pueda marcar el desenlace final. Intentamos ser muy sensibles a las condiciones del paisaje, del clima, a la composición del suelo, a la información que trae el cliente, y a las oportunidades que ofrecen todas esas variables. Pensamos que en realidad los procesos del proyecto son intelectuales, y que lejos de perseguir algún ideal estético, deben poner al hombre en el centro del proyecto para intentar lograr una buena experiencia.
¿Qué los trae a Ecuador?
El cliente que nos encargó el diseño de esta casa en el viñedo en Mendoza es ecuatoriano. Lo que está sucediendo aquí nos llamó la atención, estamos muy sorprendidos con la dinámica inmobiliaria que se experimenta. Quito es una ciudad que por la escala que tiene parecería más grande que el tamaño de población que la habita. Pensamos que ingresar en un mercado así con nuestra propuesta sería muy interesante.
¿Qué criterio les merece nuestra arquitectura?
Es bastante particular, tal vez ecléctica podría ser el término. Advertimos cierta honesta competencia que trata de imponer una determinada estética a partir de los desarrollos inmobiliarios. Atravesamos toda la ciudad admirándola. Hoy hemos caminado desde el Casco Antiguo hasta el Centro Comercial Quicentro, logrando casi una línea histórica, cronológica, de los desarrollos inmobiliarios. En la parte norte es evidente que los proyectos son de corte contemporáneo, pero visitamos también el Valle de Cumbayá, donde los proyectos se desarrollan con otra lógica, lo cual muestra una ciudad muy dinámica.
¿Hace cuánto tiempo fundaron A4Estudio?
Hace algo más de 10 años. Planteamos el estudio como un taller de arquitectura que se convierte en una plataforma de desarrollo humano, personal, profesional, académico y económico. Esa plataforma es posible porque no la lidera una sola persona, por el contrario, promueve discusiones abiertas con intercambio de ideas y de pareceres, que de alguna manera nos motivan y permiten que nuestra propuesta evolucione sin encasillarse. Durante estos años hemos trabajado con los más importantes desarrolladores inmobiliarios de Mendoza en el diseño de proyectos residenciales. Al no conocer al usuario final, debemos entender cuáles son las fortalezas del sitio, a qué mercado pretenden captar, y en función de eso, lograr el proyecto más eficiente en términos de economías y de recursos, para que sea más estimulante a la hora de ofrecerlo al mercado.