La distinción más antigua de la ciudad
Por Pamela Cevallos
El Premio Ornato Ciudad de Quito es una distinción que este 2017 cumplió 104 años de ser otorgado al sector de la construcción. Su objetivo es reconocer las obras arquitectónicas y urbanísticas que enriquecen la estructura edificada del Distrito Metropolitano de Quito. Hace poco tiempo se realizó la ceremonia oficial en donde se premiaron a varias empresas dedicadas a la construcción, diseño y arquitectura.
El Premio Ornato adquiere mucha importancia en la actualidad, porque está dirigido a quienes deben manejar y prever responsablemente el desarrollo de la ciudad y a quienes hay que estimular para que su trabajo vele por el bienestar de sus habitantes.
La tradición de otorgar este premio bianual fue interrumpida durante cinco años (2008 -2013); sin embargo, con ocasión de su centenario, la idea fue retomada y destacada por la actual administración municipal, como un galardón trascendental para el desarrollo urbanístico de Quito.
Este año el Premio Ornato consideró las obras arquitectónicas que tengan avances en el campo del diseño, arquitectura y mejoramiento de los materiales o procesos utilizados para su construcción, constituyéndose en un ejemplo para la ciudad. Las obras participantes, además, debieron cumplir con normas de accesibilidad, tanto hacia lo interno como en el espacio en el que se encuentran, según reza el documento de la convocatoria realizada en junio pasado.
De acuerdo a lo que establece la Ordenanza Metropolitana respecto a los ámbitos de valor, también se solicitó a los participantes cumplir con parámetros como los siguientes: a) Relación de la obra con el contexto territorial, espacial y construido en el lugar; esto es, el aporte a la ciudad en términos de accesibilidad, seguridad y convivencia urbana. b) La implantación de la obra considerando el tratamiento de su forma, la topografía, los elementos existentes y su adaptación; c) Los aportes conceptuales en relación a lo estético formal; d) La funcionalidad, el confort y sustentabilidad; e) La innovación y calidad constructivas; f) La incorporación y desarrollo de aportes tecnológicos y/o materiales constructivos; y, g) Las ingenierías de la construcción.
Una vez realizada la convocatoria por la Secretaría de Territorio, Hábitat y Vivienda, se receptó la inscripción de 19 obras. Viviana Figueroa, arquitecta y jefe de la Unidad de Áreas Históricas fungió como curadora del premio, y revisó que cada postulación cumpliera con los requisitos establecidos. Solo una quedó descalificada por no contar con el proceso de finalización de la obra.
Los 18 participantes se inscribieron en las distintas categorías: a) Nuevas edificaciones destinadas a vivienda unifamiliar (tres participantes); b) Nuevas edificaciones o conjuntos destinados a vivienda multifamiliar (ocho participantes); c) Nuevas edificaciones o conjuntos destinados a usos diferentes a vivienda (seis participantes); d) Nuevas edificaciones a conjuntos destinados a equipamiento público o privado (un participante); e) Intervenciones en edificaciones existentes ubicadas en zonas protegidas del Distrito Metropolitano de Quito (un participante).
Tres categorías se declararon desiertas: conjuntos destinados a usos diferentes de vivienda; nuevas edificaciones o conjuntos destinados a equipamiento público o privado, e intervenciones en edificaciones existentes en zonas protegidas del Distrito Metropolitano de Quito, porque no constituyeron un aporte arquitectónico para la urbe.
El Premio Ornato se lo llevó el Edificio Kubick II, del proyectista, constructor y propietario arquitecto Pedro Ordóñez y copropietario, Jorge Benalcázar. Se trata de un edificio moderno, sostenible y sustentable, ubicado en Lomas de Monteserrín. Se le otorgó el premio por su “correcto emplazamiento en el lote, expresado en un volumen geométrico puro, y el aporte en su funcionalidad interior/exterior de los espacios”. El jurado destacó, además, “el tratamiento de las terrazas, jardines comunales y privados con su apertura hacia las visuales circundantes. Existe también un aporte en arquitectura sostenible”.
En esta entrega el jurado recomendó que la obra ganadora sea incluida en el Inventario de Patrimonio Edificado del Distrito Metropolitano de Quito por cinco años como estímulo y reconocimiento público a su calidad.
Otro edificio premiado fue Silja, de RVC Arquitectos consultores, Constructora Coandes, propietario ingeniero Jaime Durán Abad. “Su correcto diseño arquitectónico al brindar a cada departamento la oportunidad de vista hacia la ciudad y al valle con el aporte de terrazas; y su adaptación morfológica con el entorno”, fueron los argumentos que expuso el jurado al otorgar una Mención de Honor en la misma categoría.
Para Rafael Vélez, de RVC Arquitectos consultores, la Mención de Honor recibida es un motivo de orgullo. “Nos sentimos satisfechos y contentos porque invertimos en los proyectos cuantiosos recursos en términos de tiempo y esfuerzo, para generar estructuras que son un aporte a la ciudad”, comentó.
El primer premio ornato recibido por RVC Arquitectos Consultores fue en 1974, luego de ese año han recibido 15 Premios Ornato más, y numerosas menciones de honor. “Para nuestra oficina es muy importante, porque nuestra participación ha generado un impacto a nivel local que nos ubica entre el grupo de profesionales comprometidos con la ciudad. Además, es el único reconocimiento local que habla de las construcciones que se han hecho en el Distrito que tienen cierta valía, y que ameritan el adjetivo de aporte al ornato. Nuestra empresa prioriza este concurso, incluso más que una bienal o un encuentro panamericano, consideramos que tiene un peso sumamente importante”.
En cuanto a Nuevas edificaciones destinadas a vivienda unifamiliar, el jurado entregó una Mención de Honor a La Casa en la Quebrada, del proyectista Diez + Muller Arquitectos, constructor ingeniero Carlos Javier Sarzoza, y propietario Juan Esteban Bluhm. Aquí el jurado calificador tomó en cuenta “la adecuada implementación en el terreno por la propuesta tecnológica expresada en buena materialidad en los elementos construidos de manera correcta; además, por el planteamiento funcional en planta baja en su relación con la quebrada y parte de la planta alta en su relación con el jardín frontal”.
Es importante recordar que en el año 1978, la ciudad de Quito fue declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad, hito que según Viviana Figueroa ha fortalecido la construcción de su identidad arquitectónica y urbana a través del tiempo. Para la curadora, el Premio Ornato, se ha convertido en un estímulo para los constructores quienes deberán jugar un papel protector de dicho patrimonio, conjugando belleza, seguridad y convivencia armónica.
“Este reconocimiento permite establecer compromisos que viabilicen un desarrollo inmobiliario responsable, para que el Distrito cuente con intervenciones arquitectónicas y urbanísticas de calidad, que contribuyan no solo con valor estético e innovación, sino que, además, sean un aporte para el desarrollo urbano”, dijo Viviana.
El Premio Ornato es el reconocimiento local más importante para el sector, sostiene Rafael Vélez. Para él, la valoración del gremio frente a este galardón, históricamente, ha sido muy alto y tiene que mantenerse así para que la huella de la construcción genere un impacto positivo en el entorno donde vivimos y trabajamos.