Por Narcisa Rendón
En todo proyecto exitoso de interiorismo coinciden la técnica del orden y la destreza en componer elementos que convierten un espacio simple en algo de impacto. Esas son las habilidades que representan el profesionalismo de Ana María Béjar, una persona apasionada en lo que hace y en lo que dice.
Esta arquitecta guayaquileña de 29 años se dedica desde hace media década a diseñar interiores de casas y oficinas, y lleva adelante el proyecto Diarte Design Center, en el que ofrece a sus clientes ideas para mejorar o renovar el estilo de los espacios puertas adentro.
“La ventaja es que como soy arquitecta, trabajo para casas que aún están en proyecto. Me traen los planos, y al entender los espacios, empiezo a guiarlos desde la nada”, comenta Ana María, vestida al momento de la entrevista con colores brillantes que reflejan su gusto por el blanco y el dorado. Precisamente, son aquellos tonos los que no pueden faltar al momento de involucrar su estilo en los diseños que trabaja. A ellos se suman el turquesa, celeste y azul, que conjuntamente figuraban en los cuadros, sofás y cojines de su local ubicado en Urdesa Central.
En el lugar se exhiben sillones, lámparas, veladores y camas, desde donde coexisten una diversidad de formas, pero además donde se brinda la oportunidad de escoger entre otros tonos y texturas para los elementos que componen cada mueble.
El panorama del entorno nos aproxima hacia los gustos de la creativa: dos grandes espejos distanciados por unos pocos centímetros estaban muy cerca a la puerta de entrada, y al mirar hacia arriba nuestros ojos alcanzaron a ver una serie de lámparas de techo que apuntaban a distintos puntos. Y es que para ella, entre los elementos indispensables en el diseño interior se encuentran los espejos decorativos, que con una buena iluminación, marcan la diferencia en los espacios y les da amplitud.
Pero no cualquier iluminación hará a un lugar acogedor, aclara Ana María. Recomienda que los focos sean dirigidos hacia las paredes, cuadros, mesas, y la luz debe ser cálida (amarilla). “La iluminación de destaque es lo más importante, porque si pones luces generales en un mismo sitio, puedes dañar el estilo”, afirma.
Mientras realizaba su sesión de fotos para CLAVE! esta joven mamá de dos pequeños, y uno más en camino, demostró ser una mujer minuciosa, espontánea y alegre. Forma un equipo de trabajo con tres profesionales más, incluida su madre, María del Pilar García, y eso le fascina. Su progenitora también estudió diseño de interiores, enfocada en la decoración de muebles. De hecho, Diarte era en principio una mueblería creada por sus padres hace 37 años. “Recuerdo que antes venía a jugar como ahora lo hace mi hijo, pero actualmente este es mi lugar de trabajo donde empecé por renovar el logotipo”.
El espacio de Rafael, quien apenas tiene un año, está ambientado claramente desde el enfoque artístico de su madre. Contiene una cuna de madera a donde no llega mucha luz exterior, pero sí la dirigible, y va enfocada hacia los juguetes del pequeño. Ana María sostiene que pese a su compromiso profesional, no descuida sus labores en casa y los disfruta plenamente.
Ahora, además de administrar el negocio familiar, eventualmente viaja a ferias dentro y fuera del país, en las que suele encontrar paradigmas de estilos innovadores que adopta y los fusiona con sus gustos más íntimos. Es así como los resultados de su trabajo han sido excelentes, según afirma. Un ejemplo es el diseño del lobby y el bar del hotel Wyndham, ubicado cerca del Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre, en Tababela, cuyas características combinan la modernidad de las líneas diagonales que forman figuras triangulares con bronce, resaltando paisajes que conceptualizan lo andino.
Destaca en sus decisiones artísticas la relación entre el clima, el entorno, y las cualidades internas de un área. “En climas cálidos, por ejemplo, el color turquesa de un sofá da la sensación de paz y relax, y mentalmente nos traslada a la playa aunque estemos en la ciudad. Sin embargo, el sofá debe ser elegante porque en realidad no es para la playa”, explica.
Y es que para Ana María su cercanía al mundo del orden y el buen gusto la marcó desde su infancia, cuando permanentemente cambiaba el estilo de su habitación con el consentimiento de sus padres, o pasaba horas acompañando a su mamá en las tareas profesionales. Asegura que “sin duda siempre hubo esa libertad y el entorno para crear”.
Camino a alcanzar su profesión, estudió Historia del Arte dentro de su agenda académica. Primero en una universidad en Guayaquil, y posteriormente en el Politécnico de Milán, Italia, donde realizó una maestría para enfocarse en el diseño interior. Su paso por Europa le sirvió para colaborar en proyectos emblemáticos de ‘23BASSI’, un reconocido estudio de arquitectura y diseño. Por eso habla del arte clásico, del rococó (etapas comprendidas desde la antigüedad hasta 1760 aproximadamente), y de la manera cómo aterrizar aquellas manifestaciones estéticas en la época contemporánea.
Así, por ejemplo, prefiere mezclar elementos de la época moderna (aquella que surgió en los años previos a la Primera Guerra Mundial), que incluyen la textura del cuero, el acero inoxidable y las líneas rectas, con elementos más rústicos que caracterizaron siglos atrás al mundo del diseño.
“Trato de involucrar mi estilo siempre: El minimalismo me parece muy frío y poco acogedor. Lo que yo escoja tiene que ser una versión minimalista más elegante, y esa elegancia la da la mezcla entre estilos”, enfatiza. Pero en definitiva el resultado de su trabajo es la composición tanto de sus gustos personales como el de sus clientes. “Es más fácil para mí llegar donde ellos y que me enseñen lo que les gusta. A partir de ahí puedo armar el proyecto poniendo mi huella. Siempre les digo que lo importante es que su casa quede de revista”.
La artista reconoce que la globalización acrecentó los diversos gustos de la gente y su interés por cómo lucen las viviendas por dentro: “el boom que existe últimamente ha hecho que las personas se preocupen más por sus casas. Antes la lógica era comprar un mueble para toda la vida, pero ahora las familias se cuestionan por qué no cambiar el estilo de la casa si se cambia el carro del garaje”.
De hecho, la realidad cambiante es el eje fundamental de Ana María. Las familias crecen, los desafíos varían, y estar consciente de aquello la incentiva a crear espacios propicios en donde las etapas de la vida sigan su trayecto natural.