Entre lo abstracto y moderno
Por: Fanny Lilyana Merchán
Nació en Atlanta, Estados Unidos, pero a sus 5 años, regresó con sus padres a vivir a Ecuador, y desde ese entonces, comparte con su familia una acogedora casa en las afueras de Guayaquil. Nuestra primera impresión no es errónea, nos encontramos con una joven audaz, alegre, extrovertida, animada y llena de energía.
Nos abre las puertas de su hogar y nos invita a acomodarnos en una de las salas, donde disfrutamos de una arquitectura clásica con decoración en toques contemporáneos. La reconocida decoradora Paola Cesa ha trabajado los espacios en dos oportunidades. La gama de colores tierra junto con la amalgama de verdes y cremas predominan y hacen que los ambientes luzcan más frescos y abiertos.
“Son muy combinables y muy a nuestro estilo; nos gusta el arte, así que hay pinturas y obras de autores ecuatorianos, entre ellas de Mariella García y de Pamela Hurtado. Definitivamente, tanto la arquitectura como la decoración conjugan nuestra esencia y personalidad, le ponen el toque abstracto y moderno, y lo más importante de todo, es que nuestra casa es acogedora y nos inspira mucha paz… la hemos hecho con mucho amor familiar”.
Al preguntarle sobre su rincón favorito se toma su tiempo. Analiza y hace un recorrido mental por su casa y enfatiza que es una de las salas, la más rústica, aquella donde siempre se reúne con sus amigos o familia a disfrutar de un momento de distracción porque sencillamente ahí hay un mejor ambiente, un poco más informal. Sin embargo, también señala que, a pocos metros de la entrada principal hay un gran sofá, una enorme lámpara de piedras y un cuadro que en conjunto transmiten mucho. “Es la pintura más grande de la casa y ese espacio me encanta por su luminosidad”.
Amplias escaleras nos llevan al segundo piso, área que está distribuida en tres habitaciones donde cada una tiene el toque particular de quienes las habitan: sus padres y hermanos. En la parte posterior y exterior encontramos la piscina, una gran cascada, un gimnasio, una cancha de fútbol y otra sala de estar que ostenta la bella madera del juego de comedor que lleva el protagonismo del lugar. “Ahí es precisamente donde comparto el mejor momento de mis días: el desayuno con mis papás. Siempre me ha gustado desayunar en casa, es algo que disfruto mucho y lo hacemos en familia. La vista, siempre llena de plantas, flores y orquídeas cuidadas por las manos de mi mamá, me inspiran y me dan energía”.
A pesar de que al medio día, hora de la entrevista, notamos mucha tranquilidad en casa, Mirella nos cuenta que allí siempre hay gente, pues Fiorella -su hermana menor de 21 años- suele invitar con frecuencia a sus amigos y el movimiento es algo de todos los días. Los fines de semana, a diferencia de los días ordinarios, los dedican a disfrutar mucho de su hogar en familia, a quienes define como sus grandes pilares y su mayor apoyo en todo sentido.
Mirella hace un recuento de su niñez y recuerda que desde muy pequeña mostró su afición hacia el dibujo y el arte, y un interés especial hacia las joyas. “Desde chiquita me encantaba ver a mi mamá sacar sus joyas, ponerlas en la cama y luego yo solía ponérmelas todas. Muchas veces salí así a la calle, llena de perlas, pendientes o pulseras”.
Al terminar sus estudios en el colegio Delta de Guayaquil, Mirella decidió sumergirse en el mundo del diseño. Estudió joyería durante seis meses y luego, con el apoyo de sus padres, estuvo cuatro años en el Instituto Europeo de Diseño en Madrid, donde además cursó un Máster en Joyería y un curso intensivo en la Universidad Alchimia Contemporary Jewelry en Florencia, ciudad que le dio una nueva visión y potenció su gran pasión por las joyas.
Amante 100% del deporte, en especial de la gimnasia, no es difícil darnos cuenta de que su característica más acentuada es ser amiguera, social y expresiva. Su tono de voz lo demuestra, sus gestos la acompañan. Mirella es de rápido pensar y hablar, no duda en definirse como una persona hiperactiva porque simplemente no puede mantenerse quieta. “No soy de las que permanece mucho tiempo en un solo lugar, siempre tengo que estar de un lado para el otro, por eso me gusta el ejercicio. Creo que así no solo ejercito mi cuerpo sino también mi mente… es el momento que tengo para pensar en todo lo que tengo que hacer y pongo en orden mis ideas. Me tomo hora y media todos los días, de lunes a sábado, siempre en las mañanas. El deporte es mi terapia, mi relax total”. No contenta con eso, trota los fines de semana, mínimo 10 kilómetros, y su tiempo libre lo comparte con su enamorado.
Tras ejercitarse, su jornada continua en el sur de la ciudad, lugar donde hace dos años da forma a sus ideas en un taller de joyería. Su marca, MACP Contemporary Jewelry, la tuvo en mente desde que estudiaba en Florencia. “Desde allá yo tenía muy claro que debía regresar a Ecuador y crear algo diferente… comencé con mi página en internet y patenté mi logo. Las fotos y mis productos fueron mi mejor presentación. La respuesta de la gente ha sido increíble, estoy muy satisfecha”.
La redes sociales son sus mejores aliadas, muchos de sus clientes, en su mayoría jóvenes y adultos de no más de 40 años, ven en sus aretes, brazaletes, anillos y demás joyas, no solo creatividad y exclusividad, sino una propuesta artística diferente. “Todo es hecho 100% a mano, son piezas únicas en oro, plata, bronce o piedras, con texturas en la mayoría de ellas. Me gusta lo martillado, gran parte de mis aretes son así, unos lisos, pero otros con texturas, tanto que en un par de aretes me puedo tomar más de cuatro días para trabajarlos y no me importa con tal de que queden como los imaginé”.
Su joyería es “eco-friendly”, pues trabaja con plata reciclada y objetos poco convencionales. Preguntamos cuáles y no duda en mencionar ramas disecadas, racimos de uva, entre otros elementos de la naturaleza. El resultado son joyas rústicas, de diferentes tamaños e inspirados en todo lo que la rodea.
Otro de los materiales que más se utiliza en MACP Contemporary Jewelry es la madera, ya sea pino o teka. En este aspecto trabaja con TK madera, proveedor de las hermosas y únicas cajas en las que entrega sus anillos. En cuanto a los aretes, la presentación final son unas divinas fundas de yute, lo que reafirma su estilo y sello personal.
“No hago colecciones, son piezas que salen de mi inspiración sin un número determinado de productos, pues estos pueden variar mucho. Tampoco les pongo nombre y, a pesar de esto, mis clientas me han sorprendido con la demanda y pedidos en general”.
Mirella tiene un gran futuro en el mundo de la joyería, su ansias la llevan a proyectarse en las pasarelas de muchos países, uno de ellos es Italia. Tener presencia en tiendas importantes inquieta su mente, aunque para este 2017 su meta grande más cercana se encamina a tener su propio local y posicionar mucho más su marca. Con seguridad, ¡así será!