Diego Guerrero, Daniela Del Campo y Ana María Hanze
Por: María Gracia Banderas
La concepción de la casa partió de un anhelo personal, “nosotros construimos para nuestros hijos un sueño, y un sueño fue construirlo para ellos”, son las palabras con las que Diego arranca definiendo lo que implicó crear la casa en la que reside junto a su familia.
Diego Guerrero y Daniela Del Campo conforman la familia Guerrero Del Campo con sus hijos María Emilia de 17 años, Diego Joaquín de 9, Mauricio de 7 y Nicolás de 2. La pareja es propietaria de Guerrero Construcciones en la que Diego (arquitecto) es Gerente General, y se encarga de la dirección del área de diseño y del equipo de arquitectos e ingenieros civiles; mientras que Daniela es Gerente Comercial y se responsabiliza también de la parte administrativa de la empresa cuya actividad principal es arquitectura comercial y corporativa.
La pareja, de personalidades distintas, pero a la vez complementarias, decide plasmar el deseo de construir una casa para sus hijos. “Daniela se convirtió en mi cliente más difícil, debo haber realizado unos 30 lay-outs”, dice Diego.
Las líneas rectas definen esta casa, y la armonía en su simetría es evidente. De corte moderno y con exquisitos acabados, se perciben cambios de textura en los materiales, y las volumetrías juegan un papel importante pues brindan movimiento a las fachadas.
El terreno cuenta con aproximadamente 560m2, mientras que la construcción tiene 510m2. La casa esquinera llama mucho la atención desde la distancia, puesto que su dueño y arquitecto ha jugado creativamente con esa tercera fachada, imprimiéndola con detalles y personalidad. De hecho, la entrada de la casa es muy particular: no cuenta con una columna que sostenga la estructura lo cual provoca el efecto de que el vidrio y la losa del segundo piso estén suspendidos y parecen volar sobre la planta baja.
¿Otra particularidad referente a la fachada? El ingreso es lateral y no frontal. Se buscó que quienes entran en la casa interactúen con la misma, y así, “vas ingresando y tienes el juego de piletas de agua, el frente de vidrio, y si sigues al porche, tienes ese recorrido simpático que te lleva a la puerta principal”, añade Diego.
Tanto Daniela, su esposa, como él, comparten su gusto por lo contemporáneo. “Entre los aspectos importantes que siempre tuvimos en cuenta al pensar en el diseño, fue tener iluminación natural, por eso tenemos este tragaluz por el que todo el tiempo y a cualquier hora hay una entrada de claridad”. Todas las habitaciones cuentan con amplios ventanales.
Al ingresar a la casa se observa una magnífica escalera que lleva a la planta superior. Al respecto comenta Diego, que “pasó por una serie de diseños estructurales, siempre quise hacer los peldaños suspendidos en el aire, pero el reto fue que son revestidos en granito y por ende aumentaba el peso. El pasamanos forma parte del diseño estructural para que no se sienta que la escalera tiembla o que tiene algún tipo de flexibilidad”.
Por otro lado, paneles corredizos juegan entre la sala y el comedor para integrar los ambientes interiores con el exterior, traduciéndose en un solo y acogedor lugar. Una sala exterior y la piscina se llevan el protagonismo en esta zona que está diseñada para aprovechar el aire libre.
La amplitud de la circulación fue un tema muy importante a la hora de considerar el diseño de la casa. Todos las habitaciones, lugares familiares y corredores cuentan con amplios espacios, incluso los baños y clósets, y las áreas sociales. “La distribución está muy bien pensada, y hecha en función de las necesidades familiares. Siempre le dije a Diego que quería una cocina amplia y linda, donde nos podamos sentar a comer con amigos y que nuestros hijos lo hagan de igual manera, que este espacio propicie conversaciones y los más gratos momentos”.
La parte superior de la casa cuenta con varias habitaciones, pero es la de los niños la que se lleva el protagonismo debido al altillo que ha sido incorporado. “Se trata de otro cuarto inmerso en ese cuarto; la escalera de teca volada es maravillosa; arriba está el cuarto de juegos que está preciosamente decorado”. Diego agrega que la idea del altillo fue tener un área cómoda en la parte superior, que pudiese funcionar como una habitación adicional cuando los niños crezcan y busquen su propio espacio.
Acero inoxidable, hormigón armado, corazones de teca y granito son algunos de los materiales que se evidencian en la casa minuciosamente construida por Diego y Daniela. “Estoy enamorado del hormigón armado, de hecho, la trama fue diseñada a medida de nuestras paredes. El 95% de la casa está hecho con producto nacional, solamente el piso de porcelanato, lámparas y telas han sido importados”.
La iluminación juega un papel fundamental, la pareja prestó mucha atención a los tumbados y otorgó la importancia necesaria. “Se han creado escenas de luminarias, en las que es posible determinar la intensidad para provocar el escenario que se requiere para distintas reuniones. Puede ser luz para fiesta o bien para relajación”.
Daniela afirma que “en la parte arquitectónica prima absolutamente el gusto y estilo de Diego, mismo que admiro muchísimo, donde resalta el hormigón, también la viga en ‘i’, con una presencia importante de metal. La casa está llena de detalles y de acabados, así que incluir cuadros, por ejemplo, no ha sido necesario. Cuando le dije a Diego que quería involucrarme también en la decoración, porque es el vestido de la obra, él es quien pensó en Ana María Hanze”.
Y lo más interesante de esta casa, y es precisamente lo que la hace tan especial, es que tanto arquitecto como diseñadora de interiores trabajaron juntos desde el principio. Lo que resaltan Diego como arquitecto, y Ana María como decoradora, es el respeto profesional del uno por el otro, que les permitió llevar a cabo una labor con sobresalientes resultados.
“Lo primero que se hizo fue el plano de amueblamiento en función a las necesidades, al uso de los espacios, y, por ejemplo, a cuántas personas querían sentar en el comedor”, manifiesta Ana María. Todos los muebles que visten esta soñada casa son hechos a la medida y pensados para cada uno de los espacios.
Ana María señala que trabajar en el proyecto desde que está en planos, permite que los detalles sean potenciados. Por ejemplo, una pared en la que prima el detalle de un mueble, puede ser potenciada por la iluminación, además, tanto materiales de pisos como techos y los detalles entre ellos, pueden ser planificados para que el producto final sea perfecto en todas sus dimensiones.
La personalidad de los dueños fue captada por Ana María, por lo que traducir detalles a lo que ellos son, fue un proceso que lo disfrutaron en conjunto. “Tenía que ser una casa masculina y femenina, y a pesar de ostentar un estilo muy contemporáneo, no se quería que fuera fría. El sofá capitoneado, que normalmente se utilizaría en una decoración más tradicional, no se ve como un lunar porque su forma cuadrada le da un aspecto moderno. Esa dualidad masculino / femenino – moderno / acogedor – duro / suave – cálido / frío, la tuvimos que conjugar todo el tiempo”, afirma Ana María al tiempo que comenta que el juego de texturas permitió dar ese equilibrio.
“Por ejemplo, si elegíamos una textura afelpada, tenía que estar en un elemento poco torneado, de formas más rectas y duras, o si hay flores en dos sillas, frente a ellas hay mesas totalmente cuadradas de colores plateado y gris. El secreto está en la mezcla proporcional de elementos”. Las telas de la tapicería y los cojines fueron seleccionadas una por una, y pensadas para que los espacios comulguen a perfección en cuanto a colores y texturas.
La aplicación de colores a cada uno de los elementos de la casa es un acierto evidente. En la sala prima el azul de un aparador grande, a partir del cual gira el resto de la decoración; y según sostiene la diseñadora, estuvo dotado de personalidad tanto masculina, al haber sido hecho de este color; y femenina, al incluir muchos detalles en su forma.
La decoración de la casa tomó dos años. “Si no nos gustaba algo lo mandábamos a pintar, no nos quedábamos satisfechos por pereza al cambio”, agrega Ana María. “El trabajo fue muy detallado y minucioso. Se revisaron paletas de opciones para cada una de las áreas que se trabajaban, incluso cada uno de los knobs o agarraderas de los muebles son distintos unos de otros; los hay de bronce, de cuarzo, de cerámica, pintados a mano, etc.” En definitiva, detalles que están hechos para el pleno deleite de los dueños de casa.
Daniela recalca el excelente tacto de Ana María hasta en los más mínimos detalles. “Esta es una casa en la que priman los blancos y los grises, y ella añadió la cantidad precisa de color y de detalles.” Es sin duda el espacio perfecto para la familia, pues fue construido con amor, dedicación y por supuesto, buen gusto.