Noviembre – Diciembre 2013
Por: Ana María Durán Calisto |
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En la edición 42 de CLAVE! ofrecimos publicar una nota más detallada sobre el “Think Tank Internacional Yachay: estrategias futuras para el desarrollo”, que se llevó a cabo en Imbabura del 25 al 27 de julio. La Arq. Ana María Durán Calisto, quien participó en el encuentro, comparte con los lectores de CLAVE! las conclusiones alcanzadas.
El Think Tank Internacional Yachay es una red de profesionales nacionales e internacionales cuyo objetivo es reflexionar sobre el proceso de conceptualización, diseño e implementación de las ideas y el plan maestro de la Ciudad del Conocimiento Yachay. Esta red cuenta con el aporte de académicos, consultores, autores, gremios, planificadores y diseñadores de alto perfil, provenientes de diversas disciplinas. Con ocasión del lanzamiento del Think Tank, el Gerente de la Empresa Pública Yachay, Héctor Rodríguez, convocó a su primera reunión ampliada en la ciudad de Ibarra, para evaluar el diseño y recomendar acciones conducentes a mejorar el plan maestro propuesto para el desarrollo del proyecto bandera del Gobierno del Presidente Rafael Correa y la Revolución Ciudadana.
Precisamente por haber sido crítica con los planos e imágenes (renders y animaciones) publicados en diversos medios de comunicación análogos y digitales, acepté participar: cuando los líderes de un proyecto comprenden que someterlo a una revisión ampliada y propositiva –una práctica habitual entre arquitectos, paisajistas y diseñadores urbanos- tan sólo puede contribuir a mejorarlo, es un deber apoyarlos. Fue así que me embarqué en una experiencia sumamente enriquecedora, cargada de diálogos formales e informales sobre las posibilidades que abre Yachay para reformular el futuro urbano, no solamente para Ecuador, sino para la humanidad, ahora que la crisis medioambiental y demográfica nos obliga a abordar con creatividad la cuestión de la ciudad, sin sobreestimar preceptos establecidos que funcionaron en el pasado pero no necesariamente apuntan a la construcción de un futuro mejor (de cara a las consecuencias que acarreará el calentamiento global, por ejemplo).
Yachay es, al fin y al cabo –se espera-, la vanguardia de lo que el gobierno resume como “revolución urbana”, luego de haber identificado en la casi total ausencia de planificación uno de los principales retos estructurales a ser superados si se quiere alcanzar un estado de buen vivir (Sumak Kawsay). Yachay también se inserta en la consciencia de que “saber es poder” y reconoce que la autonomía de nuestros países es inalcanzable si no rompemos la unidireccionalidad del vector tecnológico, por medio de una participación activa en la creación y producción de conocimiento y futuras -acaso alternativas- (bio)tecnologías, abriendo para nuestras economías horizontes más prometedores que la mera extracción o el monocultivo.
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Desde esta plataforma conceptual, cuya solidez nos permitió convocar dentro de un plazo corto a pensadores de la talla de Juan Herreros, Michael Mehaffy y Michael Sorkin, despegó la lluvia de ideas del Think Tank Internacional. Si bien surgieron preguntas relacionadas con el “qué” (Yachay: la Ciudad del Conocimiento y su programación espacial) y el “dónde” del proyecto (Urcuquí), preferimos concentrarnos en el “cómo”, puesto que es en la noción de Yachay como realidad espacial, morfológica, estructural, estética y constructiva donde más útiles pueden ser las sugerencias de los diseñadores, y porque allí existe todavía cabida para una contribución significativa.
Luego de revisar los planos y la propuesta del equipo de diseño de Yachay, una vez compartidas las opiniones de cada mesa, los siguientes acuerdos resultaron evidentes:
1. ENTORNO
El imperativo de integrar el proyecto con su riquísimo entorno, de manera que parezca emerger de sus rasgos, carácter y belleza, se enfatizó una y otra vez. Imaginar un proceso de colonización agresiva de un paisaje tan sublime resultó perturbador. Por tanto, se hizo un llamado general a establecer una relación armoniosa con el entorno natural y cultural; con el palimpsesto de valores históricos y paisajísticos de un lugar cuyos estratos incluyen pucarás, tolas, canales de irrigación pre-Inca, haciendas donde personajes y eventos históricos se dieron encuentro, comunidades indígenas y afro-ecuatorianas, y la belleza de patrones agrícolas cultivados con esmero entre los pliegues del tiempo.
Este afán, presente en palabras, estaba ausente en los dibujos y las imágenes que nos fueron presentados. De sus líneas era imposible dilucidar la manera en la cual el plan maestro derivaba de, o respondía a, la presencia de los patrones geomorfológicos, el sistema hídrico, los rasgos topográficos, las quebradas, la escorrentía, los hábitats, la geometría de las parcelas agrícolas o la estructura de Urcuquí.
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Se recomendó que el equipo de diseño de Yachay retome los estudios existentes que mapean los valores del territorio para integrarlos en la urdimbre propuesta: una matriz urbana que puede concentrarse alrededor de lo existente, reduciendo su huella de ocupación al máximo, y cuyo crecimiento no necesariamente tiene que actuar como una onda expansiva, que barre el territorio, puesto que podría configurarse bajo la lógica de otras geometrías: ¿una estructura de clusters interconectados o una red de circulación que deja abierta la mayor cantidad de territorio posible, a la vez que vincula micro-grillas?
En este sentido, valdría la pena observar la forma estratégica en la cual los Incas y otras culturas andinas prehispánicas estructuraban el territorio, articulando comunidades con sus caminos y anidando zonas para la vida en una simbiosis sin igual de paisaje, arquitectura e infraestructura.
Por otra parte, el trabajo en corte necesita complementar al que se ha llevado a cabo privilegiando la planta, si se quiere, como se asevera en la propuesta, enfatizar la ocupación a escala humana, desde el cuerpo, y no desde la abstracción de volumetrías diseñadas para ser vistas desde un avión. |
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El ser humano habita el corte que le atraviesa longitudinalmente. El diseño en sección sin duda arrojará pautas para una mejora significativa del esquema.
Dentro de este espíritu, a todos los participantes les pareció muy pertinente que el proyecto Yachay haya arrancado con un proceso de conservación, preservación, rehabilitación y consolidación de lo existente. El grupo pudo visitar las obras de renovación de las estructuras coloniales, cuyos vestigios, con distintos grados de degradación, están siendo recuperados.
Nuestro país posee una reconocida trayectoria en materia de reactivación de tejidos históricos y en él existen instituciones con capacidad probada para tratar adecuadamente estos temas. La única recomendación surgió en torno a nuestro punto débil: la ausencia casi total de paisajistas y diseño del paisaje. Las paisajistas y geógrafas invitadas al Think Tank sugirieron que el tratamiento de las superficies en los espacios públicos y las plazas, dentro de la zona de rehabilitación, sea poroso para preservar también los ciclos de agua en el lugar.
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2. ESPACIO PÚBLICO
El equipo de diseño de Yachay propone que los espacios públicos provean la estructuración urbana conforme se interconectan y ofrecen puntos de encuentro idóneos para el tipo de interacción que la ciudad universitaria y productiva aspira catalizar. Plazas, calles, parques, estaciones, y demás, se configurarían como el soporte de la interacción social. A esta sensata propuesta, se sumó la sugerencia de conceptualizar los caracteres topográficos, hídricos, arqueológicos, arquitectónicos y agrícolas del lugar como espacios públicos dados.
Adicionalmente, los expertos del Think Tank recomendaron reforzar en el proyecto los principios de desarrollo planteados por el equipo de diseño urbano de Yachay, para aprovechar al máximo los beneficios que ofrecen herramientas de planeación como el Transecto, la normativa basada en la forma y el proceso participativo para el diseño de espacios públicos (Placemaking). El planteamiento de entender la ciudad como una serie de redes que se entretejen a diversos niveles y escalas (como un fractal), privilegiando la conectividad de un tejido vial basado en las conexiones peatonales y en una morfología de manzanas pequeñas, se consideró un sustento pertinente para la formación de las redes de espacio público.
3. CIRCULACIÓN
Todos estuvieron de acuerdo con que Yachay sea una ciudad pensada para caminar y circular en bicicleta, en la cual se privilegien las necesidades del peatón y los ciclistas, por sobre las de los conductores y sus automóviles. Se sugirió estructurar la urbe de manera que la red o malla de interconexiones que le den sustento, responda a las limitaciones del cuerpo humano sin dejar de adaptarse a los rasgos geográficos existentes.
Con estos objetivos en mente, valdría la pena que el equipo encargado del diseño de Yachay revise el caso de la ciudad de Curitiba, en Brasil, donde la programación mixta y la densidad poblacional variable (hay zonas de alta, media y baja concentración) se coordinaron de manera que todos los ciudadanos pudieran acceder, a pie, a todos los proveedores de necesidades primarias: una farmacia, una tienda o supermercado, una guardería, etc. Al sistema de parques que irriga la ciudad, y sus centros culturales o universitarios, puede accederse mediante un sistema eléctrico de transporte público. |
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Dentro de este tema adquirió relevancia el diseño universal, cuyos principios buscan garantizar que las ciudades sean accesibles para personas con habilidades especiales. Vancouver ofrece un ejemplo excelente de un manejo fluido de bordes en las zonas de circulación, que sin dejar de separar las funciones de diversas áreas (acera, vía, estacionamiento, etc.) difumina los bordillos que dificultarían el movimiento de una silla de ruedas o un coche.
Por último, se sugirió que la articulación de Yachay a otros nodos en diversas escalas (local, nacional, regional e internacional) se aproveche como una oportunidad para la activación económica y la
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generación de condensadores sociales. El diseño de la ciudad del conocimiento necesita tomar en cuenta estas diversas escalas, para poder establecer las relaciones que necesitará desarrollar de manera complementaria y simbiótica con Urcuquí, Ibarra, Quito, otras ciudades nacionales, y diversos nodos educativos y culturales del planeta, mediante redes de transporte y telecomunicaciones.
4. USOS MIXTOS
Otro acuerdo general surgió alrededor del tema de la polifuncionalidad, o del aprovechamiento dinámico del espacio mediante el uso mixto del suelo, una opción que es fundamental resolver en corte. Si bien el equipo de Yachay propone un plan que alberga usos mixtos, dicha intención no se refleja con claridad en los planos, que se interpretaron como una zonificación que reproduce patrones que la historia urbana ha buscado revertir, como separar la producción industrial, con sus barrios de vivienda obrera, de otros usos (es decir, planificar, de entrada, un ghetto). Ya que Yachay alojará primordialmente industrias limpias, la mayoría relacionada con desarrollo agrícola y biotecnológico, se propuso que, cuando fuere posible, se la integrara con otros usos como residencial, educativo, industrial, turístico (turismo rural o agrícola y/o arquitectónico).
Mezclar usos se relaciona directamente con el objetivo de permitir que una persona pueda acceder a pie a diversos servicios y ofertas, incluida la laboral. Al mezclar actividades se mezclan también familias con ingresos diferenciales, de distintos bagajes, y se reduce la percepción negativa de las “otredades”, contribuyendo a mejorar la seguridad. Tanto el equipo de Yachay como los participantes del Think Tank favorecieron una estrategia de integración y mezcla, por sobre otra de zonificación y segregación.
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5. ECONOMÍA
Es indudable que el diseño de Yachay no se reduce al acto de crear forma urbana, cuya vitalidad se erige sobre el motor de las economías que hacen posible la existencia de todo asentamiento. Este hecho, desde el punto de vista del diseño, apunta a la necesidad de que el equipo encargado de imaginar Yachay, lo haga desde una plataforma pluridisciplinar que incluya, además de los profesionales esperados a economistas capaces de modelar el engranaje productivo de la futura ciudad. El diseño deberá responder eficientemente a los requisitos de la economía y la pedagogía, puesto que uno de los principales generadores de ingresos en la zona será, indudablemente, la universidad.
6. NORMATIVA
El equipo de Yachay propone desarrollar una normativa urbana capaz de regular el crecimiento futuro de la ciudad según los principios en los cuales se basa el “Código de la forma” o “Código morfológico” (form based code), acaso la contribución más valiosa de la posmodernidad estadounidense e inglesa en materia urbana, una corriente conocida como New Urbanism, desarrollada en la década de los 80, que se debate en la actualidad con propuestas de corte contemporáneo que buscan radicar sus proyecciones en la historia de los paisajes y los valores del territorio más que en una historia eurocéntrica de la arquitectura.
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Una normativa bien formulada será, sin duda, una contribución significativa para Yachay y otras urbes ecuatorianas. El grupo sugirió que el código a desarrollarse integre los principios formales subyacentes en la morfología de Urcuquí (dimensiones, alturas, proporciones), por lo menos en las zonas circundantes, y cuyos principios puedan dilatarse en desarrollos más alejados.
7. CARÁCTER EMBLEMÁTICO E INNOVACIÓN
Si bien no existieron acuerdos unánimes con respecto a cómo se encarna el concepto de innovación en la imagen urbana y arquitectónica de una ciudad (¿Es tecnología integrada en un envoltorio clásico? ¿Es tecnología encarnada en un sistema constructivo contemporáneo y una selección de materiales alternativos? ¿Es lenguaje alusivo? ¿Es infraestructura verde y provisión de servicios descentralizada? ¿Se logra el carácter emblemático mediante una fusión mimética o una diferenciación por contraste?), el punto de encuentro para el grupo fue reconocer que en Yachay el paisaje es el emblema principal, y no necesita de ningún aditivo para ofrecer un imán de enorme atracción.
Se sugirió que la arquitectura debería ser interpretada como conocimiento, como técnica e innovación; y que la infraestructura, para ser verdaderamente revolucionaria, deberá combinar sistemas centralizados de provisión de servicios con otros descentralizados que aprovechen las fuerzas de la naturaleza.
La energía en Yachay podría ser, por lo menos parcialmente, provista por el viento, el sol o el agua (micro hidro-eléctricas); los materiales utilizados para construir la ciudad podrían ser locales, orgánicos, o manufacturados con reciclados (Yachay ofrece una excelente oportunidad para la experimentación y la emancipación de los bloques de cemento); podrían introducirse sistemas naturales de manejo de agua (mediante la manipulación del paisaje, la incorporación de filtros y reservorios, etc.); podría integrarse un sistema de manejo y reciclaje de desechos que sirva de prototipo para otras ciudades de la misma escala; se podría estipular que las cubiertas sean verdes (la normativa lo está tomando en cuenta); la ciudad podría estructurarse mediante un sistema de corredores forestales… Las posibilidades son múltiples.
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En Yachay tecnología y naturaleza serían indisolubles: la tecnología reformulada como sistema natural y la naturaleza entendida como tecnología en su estado pleno. Para que esto ocurra es imperativo pensar la urbe desde el paisaje y no al contrario. Desde el punto de vista programático, Yachay también podría introducir innovaciones radicales, al reformular las tipologías culturales y educativas como campus universitario, biblioteca, aula, museo, etc. Las bibliotecas, por tomar una tipología específica, están siendo transformadas mediante la introducción de lounges y otros elementos de interacción social, con el fin de facilitar el intercambio de información que a menudo ocurre a través del uso de redes sociales y otros mecanismos de intercambio virtual de la información. La biblioteca podría, incluso, estar en el corazón de una cafetería.
Lo importante será que el diseño de Yachay esté a la altura de las ambiciones de la propuesta conceptual que motivan la propuesta urbana.
ACUPUNTURA URBANA PROACTIVA
Cuando el urbanista Roger Shermann dictó una conferencia en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes de la Pontificia Universidad Católica hace aproximadamente medio año, mostró una imagen fascinante de un proyecto en Holanda: un edificio emblemático, de corte más bien austero y programación cultural, ocupaba una pequeña parcela en medio de una campiña bucólica. En un acto de previsión, los holandeses habían decidido erigir como punto de partida lo que en nuestro continente generalmente llega para suplir una necesidad en barrios ya densamente poblados –si es que llega.
El de los holandeses me pareció un acto de acupuntura urbana invertida, brillante: el museo, previendo la expansión urbana, fue el primero en llegar. Me pregunto si, y ya que en América Latina sabemos hacerlo muy bien, la acupuntura urbana podría ser una estrategia acertada de diseño de nueva urbe, de manera que el sector público pueda garantizar lo que generalmente no se auto-proveen los tejidos que crecen entrópicamente y luego tratamos, con mayor o menor éxito, de solventar: espacios públicos, espacios verdes, servicios, infraestructura y equipamientos educativos, culturales o deportivos.
Si Yachay pudiera desplegar la inversión del soporte urbano, en una lógica análoga a la estrategia de crecimiento progresivo permitido por un soporte, como la propuesta por Elemental-Chile o PREVI-Lima, pero a escala urbana, quizás podría garantizarse un esqueleto base que la sociedad podría ir ocupando, dentro del marco de una normativa clara, como la que propone el equipo de Yachay. Trabajar a partir de pinchazos o vórtices cuyos rangos de acción eventualmente se traslaparían en la producción de un tejido urbano comunitario, rico en valores, entramado a partir de las “ausencias” identificadas en nuestro análisis de las grandes ciudades informales latinoamericanas –ausencias tornadas puntos de partida contundentes y visibles. Trabajaríamos no en base a la carencia sino a la provisión de lo público, de lo que facilita la habitación social del espacio.
La infraestructura y los equipamientos son, al fin y al cabo, una de las principales herramientas de democratización y distribución de los recursos de una colectividad. Y desde el punto de vista arquitectónico, quizás valdría la pena experimentar con lenguajes que integren la arquitectura en su contexto, pero sin hacer referencias estilísticas a uno u otro pasado que se busca superar (particularmente el colonial), aspirando a desarrollar un lenguaje estético incluyente, descentralizado, post-colonial, que no se asocie con la expresión de ninguna época en particular, sino con el presente de lo que nos hace a todos ecuatorianos.
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