Por: Maria Cárdenas R.
Febrero – marzo, 2012 |
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Para Gisella Bayona y Danny Martínez el fin de semana ideal en familia es quedarse en casa, aprovechar el jardín dónde tienen una preciosa casa de muñecas en madera, un columpio y algo de lo que gozan todos, un horno de leña, para hacer deliciosas pizzas al gusto de cada persona. Prefieren mil veces invitar a su familia o amigos a salir de su escondite de tranquilidad.
La famosa presentadora de televisión de noticieros de la comunidad y su marido, un empresario del mercadeo, se pasaron a vivir en Tanda hace ya unos años para controlar el día a día de la construcción de la casa que hoy habitan. Compraron un terreno con su cuñado, hermano de Danny, y lo dividieron en cinco lotes, que se están construyendo, dos vendidos y dos quedan libres todavía.
Sus impresiones sobre el estilo de vida que se lleva en el valle son muy interesantes y honestas en temas que interesan y preocupan a todos.
De manera natural, mientras nos acomodamos en su sala, Gisella trata de educar a su perro Indi y a la gata que me reciben cariñosamente, sin suerte, comentando que son malcriados y que viven pegados a ella.
¿Desde cuándo vives en este sector?
Comenzamos nuestra vida de casados en Quito, en la González Suárez pero la humedad le afectó mucho a mi hijo recién nacido. Luego fuimos totalmente al otro extremo, Colinas del Pichincha, pero la contaminación provocó problemas respiratorios. Usábamos un ionizador y el filtro salía negro. Era imposible.
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¿El siguiente paso fue el Valle?
Cuando compramos el terreno y comenzamos a construir decidimos que sería mejor estar cerca, así que nos pasamos a una casa a una cuadra de aquí, en la que vivimos hasta cuando ésta estuvo lista. La obra tomó quizá un poco menos de dos años y nosotros fuimos parte de la etapa constructiva. A esta zona se la conoce como Tanda.
¿Quién construyó la casa?
Los planos son de Felipe Londoño, con la mano de Danny que es el clásico arquitecto frustrado y tiene muy buena visión del espacio y la estética. Londoño es de estilo moderno, minimalista, lineal; pero a mi me encanta lo rústico, así que hicimos adecuaciones de teja que no son parte del diseño original. El piso es de fachaleta de ladrillo y las ventanas de madera. Estamos planificando cerrar el porche que acabamos de cambiar de piso, para tener una extensión de la zona de la cocina y sala familiar. Siempre estamos readecuando y haciendo cosas, claro, con la aprobación de Felipe.
¿Quién la decoró?
Nosotros, pero el líder del equipo es Danny. Él diseñó la puerta de entrada con coco. Es detallista e hizo este mueble que es central en la decoración de la sala. El resto de muebles los tenemos desde que nos casamos y hay unos nuevos que nos entregan en febrero. Hemos hecho todo poco a poco. Disfrutamos del arte y
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por eso, de nuestros viajes traemos piezas de escultura de diferentes lugares. Son tonterías que no cuestan mucho pero hacen una diferencia. Las pinturas son todas de artistas ecuatorianos y mi favorita es la pieza central de la sala, un Cristo de Luigi Stornaiolo, muy diferente a lo más conocido de él, porque es bondadoso, no muestra la fealdad, sino lo contrario.
¿Alguna anécdota sobre la construcción de la casa?
¡Sí! A toda costa quería una chimenea en mi dormitorio y mi marido me dio gusto a pesar de que pensaba que la temperatura del valle la haría innecesaria. Si no me ponía chimenea en el cuarto casi había divorcio. Así que conseguimos una de las que ya vienen listas y sólo se hace el ducto. Tuve mi chimenea, y al año la sacamos porque no servía para nada. La casa es aún más caliente en el segundo piso. No soporto las cobijas y duermo sólo con sábana.
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¿Cuál es el lugar más utilizado?
La cocina y comedor de diario que tiene la salita abierta a un lado. Esto lo copiamos de la casa de mi hermana que vive en Dallas. Me encanta cocinar. Esta Navidad, por primera vez hice sola el pavo y el chancho, me quedaron espectaculares, me siento realizada. Normalmente cocinamos, vemos una película en la salita, estamos juntos, compartiendo.
¿Tu vida está centralizada en el Valle de Tumbaco?
Definitivamente sí, aparte de mi trabajo que me obliga a subir a Quito a diario. Una vez que bajo, no hay quien me haga volver a Quito, salvo ciertas excepciones importantes. Ambos tenemos nuestro trabajo en la urbe, pero intentamos bajar y almorzar en familia. Los niños tienen el colegio aquí.
En realidad estás en la mitad entre Quito y Cumbayá…
Sí. No es tan dramático, ambos sectores nos quedan cerca pero, en realidad, me habría gustado alejarnos un poco más. Esto ya es casi Quito. Mucha gente tiene miedo a cruzar la frontera del túnel, pero cuando lo haces, entras a otro mundo. Nunca olvidaré que Danny me decía que sentía que estaba de vacaciones en Rumipamba de las Rosas por el canto de los pájaros y el verde que nos rodea. Cuando compramos el lote, aquí no había nada, ahora está totalmente desarrollado.
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¿Queda poco verde?
Mi suerte es que la quebrada es uno de los límites y ahí nadie podrá construir nada. Vemos sólo verde y en función de esto, el arquitecto diseñó la casa, no con vista al Cotopaxi como yo quería. Al nevado sólo se lo ve desde mi baño, el resto es puro verde que no podrá ser cambiado.
¿Tienes todos los servicios necesarios cerca?
Por suerte sí. Dos cajeros automáticos en un par de cuadras, farmacia, panadería. Están construyendo un pequeño centro comercial. Por un lado me encanta la idea, pero por otro, no entiendo cómo permiten la construcción, considerando que las vías son angostas. A diario, alrededor de las ocho de la mañana se forma una cola de redondel a redondel, hasta salir a la Interoceánica, y luego otro tanto en la principal hasta llegar a Quito. Creo que hay un problema serio en la planificación urbana y en el valle se nota más. Esta calle era de doce metros de ancho y, nosotros que sí cumplimos las ordenanzas, dejamos los retiros correspondientes, pero la mayoría no lo hace.
¿Cuál es el resultado?
Será muy difícil tener una vía que corresponda al crecimiento y densidad poblacional. Esta es una calle secundaria en principio, pero la que entra hasta el Rancho San Francisco estaba planificada para ser aún más grande, pero no se han guardado los retiros y no sé cómo lo van a arreglar. Será muy parecido a lo que sucede en El Condado, clara muestra de la falta de planificación.
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¿Usas ambas entradas a la zona, la de la Oriental y la de la Interoceánica?
No con frecuencia. Es un camino demasiado culebrero y nunca la terminaron, está a medias.
Hay quienes denominan al Valle como ciudad dormitorio. ¿Estás de acuerdo?
Sí, creo que la mayoría de quienes vivimos aquí aún trabajamos en Quito, pero el anhelo de todos sería no tener que hacerlo. Ya hay algunos que han podido trasladar sus oficinas a los edificios corporativos en el Valle. Mi marido seguramente pronto lo podrá hacer, para mí, por mi profesión, será muy difícil pero sueño con poder hacerlo. Por eso Danny me hizo el estudio donde tengo todo el equipo necesario para poder realizar mi trabajo. Nuestra aspiración sería esa.
¿La Administración Zonal del Valle es verdaderamente ejecutora o sólo intermediaria del municipio central?
Hay que aclarar que ilógicamente, esta zona pertenece a la Administración Norte, la policía es de Tumbaco y la responsabilidad sobre la mejora de vías corresponde al municipio central. Es un poco loco y muy confuso. Mis trámites para la construcción los hice en la administración de la Zona Norte con lo cual te das cuenta del enorme territorio que esa administración maneja. No se definen las funciones ni los alcances.
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¿Hay seguridad en la zona?
Es pésima y triste porque todos se están blindando con cercas eléctricas, guardias y más. El nuevo PAI que tenemos incluye un patrullero que generalmente responde que no tiene gasolina. He ido personalmente a golpear las puertas sin respuesta. El principal problema es el crecimiento desmesurado y la falta de planificación. ¿Cómo es posible que permitan la construcción de un centro comercial cuando las vías no dan abasto? Eso va a crear un caos. No entiendo. No hay control, los trazos de las vías no se respetan, no hay veredas y con la reciente pavimentación el tráfico pasa a gran velocidad.
¿Hubo revalorización de los predios en este sector?
Danny dice que se han triplicado. Estoy convencida de que hay que pagar impuestos, pero debe haber resultados. Pagamos una tasa de seguridad desde hace unos años y no hay gasolina para los patrulleros. Los impuestos deben tener una respuesta en obras, pero la planificación y el control no existen. He denunciado abusos personalmente, pero no hay respuesta.
Háblanos de ti, ¿cuál es tu rutina diaria?
Comienza a las siete de la mañana para mi primera salida al aire, que termina a las ocho y media si no tumban algún presidente o pasa alguna cosa fuera de lo común, que suele pasar mucho en este país. Me quedo para el noticiero de la una de la tarde y, generalmente, estoy de vuelta alrededor de las tres. Continúo como chofer, llevando a mis hijos a las diferentes actividades extracurriculares. Algunos días las hacen en el colegio, otros en el Club Rancho San Francisco o aquí en casa donde reciben sus clases de música. Ambos tienden a lo artístico. Yo no toco ningún instrumento y canto horrible, pero escribo, y como dice mi mamá, eso es un arte.
¿Cómo llegaste a la televisión?
La vida te lleva por caminos curiosos y terminé en la televisión, pero mi fuerte es el periodismo escrito y así me inicié. En su momento también hice radio, pero la televisión es un mundo que encanta. No quiero tener mil actividades porque Emilio y Antonia, de 12 y 7 años respectivamente, aún me necesitan mucho y no quiero perderme esta época de su desarrollo. Por muchos años salí al aire en el noticiero de las 7H00, lo cual me exigía salir de la casa a las 6H00 y, por ejemplo, nunca pude peinar a Antonia para ir al colegio. Son cosas pequeñas que no quiero dejar de vivir. Ahora ellos aprecian mi presencia y yo tengo muy claras cuáles son mis prioridades. El trabajo, que es dedicación y responsabilidad, fácilmente puede desviarte de ellas, pero no es lo que te llena ni hace feliz toda una vida.
¿Puedes describir la felicidad?
Lo lindo de estar en la casa, en familia, la sensación de que finalmente lo lograste, sin importar la decoración ni cómo es, sino que es tuyo. Tienes tu techo. Cuando tengo un mal día se me viene la idea de no salir nunca más, de sembrar, no sólo mi huerto y los limones que tengo, sino de todo y vivir de eso. Tu casa es tu refugio, no importa siquiera si es propio, pero tu hogar se convierte en tu esencia de familia y de unión. Todo esto equivale a felicidad.
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