Por: Irene Ycaza Arteta
Septiembre – Octubre, 2012 |
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Carolina Aguirre, Miss Ecuador, nos recibe con la dulzura y amable sonrisa que la caracterizan para mantener con CLAVE! una interesante conversación y realizar una sesión de fotos. En todo momento mostró su natural personalidad, resaltó su amor por el país -en especial por su cuidad- y nos dejó ver esa hermosa calidad humana que la destaca entre miles de mujeres más. Su calidez y belleza nos aseguran que será una gran embajadora de Ecuador durante su reinado.
La sesión de fotos se llevó a cabo en la residencia de su prima Verónica, en Samborondón. La casa tiene cuatro años de construcción y su arquitectura y decoración estuvieron a cargo del Arq. Antonio Plaza, quien coincidencialmente también es primo de la dueña de casa.
Una fachada impresionante, con columnas de doble altura, da la bienvenida a una amplia casa. Las puertas de madera son enormes y están custodiadas por dos estructuras de ladrillo. Las ventanas se adornan con un especial y detallado trabajo en hierro que recuerda a las casas del Guayaquil antiguo. Anecdóticamente, Carolina nos comenta que su tía Verónica y el Arq. Plaza tomaron como referencia el trabajo de hierro que había en una de las ventanas de la casa de su bisabuelo, se inspiraron en ella antes de venderla, y el resultado fue excepcional.
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En la construcción y decoración de la casa se procuró que la mayoría de materiales sean ecuatorianos, al igual que la mano de obra. De hecho, el resto de las ventanas, también adornadas con el detalle en hierro, se reprodujo con la habil mano de obra guayaquileña. La sala y el comedor tienen arcos que fueron hechos con piedra traída desde Santa Elena.
Grandes ventanales rodean los interiores desde donde se aprecia un amplio jardín con piscina y un porche. En él se encuentra una sala de descanso, una hamaca y al otro lado un comedor con una gran mesa de madera diseñada por el mismo Arq. Plaza. Interiores y exteriores se funden delicadamente para aprovechar el clima guayaquileño y proporcionar un espacio perfecto para un estilo de vida al aire libre.
La impresionante producción fotográfica que desplegamos en esas páginas destaca la arquitectura y decoración de la casa, elementos constructivos que se ven adornados con la maravillosa presencia de Carolina, a quien situamos en el patio interior de la residencia. Abundante vegetación, paredes color tierra y una limpia decoración que toma al blanco como base y logra destacar los muebles de madera antigua y las columnas de ladrillo visto que predominan en esta zona de la casa.
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La distribución arquitectónica de cada zona de la casa procuró que las áreas privadas, donde se encuentran los dormitorios, tenga cada una vista a un patio interior distinto. De esta manera se protegió la intimidad familiar.
Samborondón no es extraño para Carolina, su vida en la infancia la inició en la Urbanización Río Grande, donde aún posee una casa que actualmente está alquilada. Recuerda que el colegio le quedaba un poco lejos, y tal vez ese era el mayor problema, pues todos los demás aspectos los desarrollaba con normalidad. A los 11 años, tras el divorcio de sus padres, pasó a vivir a Urdesa, y hace tres años un nuevo cambio la llevó a un barrio en Kennedy Norte, donde manifiesta que lo mejor es que todo lo tiene cerca: las oficinas de Miss Ecuador, la peluquería, su gimnasio y cualquier otro lugar de la ciudad donde tenga que ir, está a una distancia relativamente corta.
“Me gusta mucho Samborondón, ahí viví de niña y tengo muy gratos recuerdos. Me sorprende su crecimiento y el gran valor inmobiliario que ha adquirido”, comenta. “Otro lugar que está quedando muy lindo es la Vía a La Costa, me parece que los proyectos que están cerca de Puerto Azul tienen gran categoría y, aunque es un poco alejado de la ciudad, hay urbanizaciones muy lindas”. Carolina se considera una chica de ciudad, le encanta vivir en donde hay mucho movimiento, donde ella siente que hay vida.
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Se le iluminan los ojos al hablar de Guayaquil, un lugar en el que conoce todos sus rincones y donde se ubica perfectamente. Siente que en la ciudad todo está a una distancia relativamente buena. Su lugar preferido, el que ella describe como el espacio mágico de la ciudad, es el Barrio de las Peñas en el Malecón. “Subir las escaleras del Cerro Santa Ana… ¡que he subido más de una vez por cierto!… hasta llegar al faro, es una linda experiencia”, recuerda.
“Las Peñas tiene una arquitectura de antaño, y al momento de perderte entre sus callejones sientes que con tus pasos estás recorriendo parte de una muy bonita historia”. Carolina admira sobre todo el cuidado que la actual Alcaldía ha dado a la zona y los procesos de restauración que han logrado ejecutar, para que este espacio sea acogedor, seguro e invite al turismo local y nacional. El impulso que se ha dado al sector se evidencia por doquier. “Hay un restaurante que se llama Arthur’s, en Las Peñas, que tiene vista al río donde me encanta ir”.
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Seguimos la conversación y a cada minuto nos demuestra que será una gran embajadora del país. Destaca entre los lugares más bonitos del Ecuador a las playas de Manabí y Esmeraldas. Aunque disfruta mucho del calor de Guayaquil, admite que Quito y las montañas tienen su encanto. “Lo que más me atrae es la mezcla de lo moderno con lo antiguo y eso es lo que encontramos en Quito, ahí está todo el legado que tenemos culturalmente en Ecuador. Nuestros sitios turísticos son espectaculares y la gente queda maravillada cuando conoce todo lo que un país como el nuestro tiene por ofrecer. Pienso que es una riqueza indescriptible que nosotros no la apreciamos como deberíamos”.
Su vida en Guayaquil está dividida entre dos ubicaciones geográficas, pues Carolina vive sus días de semana en casa de su madre en Kennedy Norte, pero los fines de semana se traslada a la casa de su padre en La Puntilla. El vehículo que ganó en el certamen de Miss Ecuador es su modo de transporte permanente. Ella se considera muy hábil al volante y no le preocupa el tráfico pues aprovecha ese momento para practicar su canto. De hecho, lo pudimos constatar en el trayecto que nos separaba de su casa hasta la locación elegida para esta producción. Su afinada y educada voz fue tan espectacular que la artista que sonaba en la radio, sin saberlo, fue sometida a una muy dura competencia.
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El talento en el canto es una de sus más grandes habilidades, heredada de su madre que es conocida y respetada como una de las tenores más importantes del país. “Me involucré con la música desde que tengo memoria”, cuenta. “Mi mamá es cantante y la admiro muchísimo, desde pequeña siempre la acompañaba a los ensayos e iba a sus presentaciones, empecé imitándola y resulta que con el pasar de los años he descubierto que cantar es mi mayor afición.”
Parte de su trabajo como Miss Ecuador es recuadar fondos para varias fundaciones en el país. El pasado mes de agosto organizó el concierto “Unidos para dar”, en el Teatro Centro de Arte, en Vía a la Costa. Lo recaudado fue destinado a al Hogar de niños discapacitados San Camilo de Lellis, entre otros. Al evento asistieron varios artistas y, aprovechando su talento, Carolina cantó junto a su madre un tango que se llama “Cantando”.
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Siempre con una sonrisa en el rostro, nos comenta lo difícil que fue conseguir fondos para el concierto, pero finalmente lo logró. Miss Ecuador fue para ella siempre un sueño que ahora lo está viviendo. “Es una gran experiencia que me ha hecho crecer mucho, como siempre las cosas me han pasado de golpe, pero me adapto con facilidad”.
A sus 19 años vive con su madre. Nos comenta que disfruta de pasar el tiempo en su habitación, la cual decoraron juntas. Predominan los tonos rosa y las paredes están adornadas con muchos cuadros. Según ella, esos colores son los que la identifican por ser dulces, muy femeninos, algo infantiles y suaves.
En términos de decoración, prefiere los colores cálidos y la armonía que puede encontrarse en la mezcla de elementos que combinan lo antiguo con lo moderno. A pesar de ser quien representa a nuestro país alrededor del mundo, Carolina no tiene planes de independizarse mientras su vida continúe centrada en Guayaquil. “Obviamente me independizaría si el destino me llevase a New York, pero eso sucedería solamente si gano el concurso de Miss Universo”, nos dice entre risas pero con una gran convicción. De no ser así, piensa que permanecerá viviendo con su madre hasta el día que contraiga matrimonio, y para eso, según ella, faltan algunos años.
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