Por: Caridad Vela
marzo – abril, 2011

Con la cordialidad propia de un caballero, el Ing. Alonso Tamayo me recibe en las oficinas de Tamayo y Asociados, una empresa familiar que es el resultado de una impecable trayectoria profesional iniciada en el año 1967.

Cuatro décadas más tarde la familia está integrada al negocio con un compromiso en firme. Construir ciudad y mantener el buen nombre y la bien ganada reputación de trabajo honesto y dedicación labrados por padre.

Esta historia empieza con el primer encargo profesional que tuvo Alonso, la Gerencia del Proyecto Casas Americanas, en la Urb. Altamira, labor para la cual fue contratado por José María Falconí, Gerente de La Previsora, después de que muchos otros fracasaron en el intento.

¿Esa urbanización era la novedad en ese momento?

Así es. Eran 40 casitas de una sola planta pero muy completas, con todos los aditamentos y acabados que se habían importado de los Estados Unidos. Se vendieron muy rápidamente después del retraso inicial causado porque fallaron quienes hicieron la gerencia inicialmente.

¿Las casas se vendían con préstamos hipotecarios?

Claro. La gente iba directamente a La Previsora donde se les daba las facilidades para que puedan comprar las viviendas. La zona era fantástica y lo sigue siendo hasta hoy. La Urb. Altamira está en la Mañosca y Av. América así que la inversión resultó muy buena para quienes la compraron.

¿Con qué tipología se sentía más cómodo?

Me dediqué a construir casas para clientes que me conocieron en el proyecto y me refirieron a sus amistades. Eran contratos particulares, muy pequeños, con los dueños de terrenos que querían hacer su casa. Durante 3 ó 4 años hice vivienda unifamiliar para clientes de clase media.

¿Se sentía a gusto?

En parte sí, pero es complicado atender a cada cliente con sus diferentes gustos e indecisiones. Solicitaban cambios muy frecuentemente y decidí que eso era complicado y demoraba los procesos. Así que me arriesgué a algo más grande.

¿Su primer proyecto propio?

Esto fue en el año 1971. Mi mamá tenía un terreno de 2.800m2 en La Magdalena y me propuse planificar un desarrollo. Resultaron 28 casas, un edificio con 8 departamentos y 3 almacenes. La ejecución de este proyecto tuvo el apoyo de la Mutualista Pichincha con cuyos ejecutivos, como Dimitri Kakabadse y Andrés Vallejo, había entablado relaciones. La Mutualista financió el inicio de la construcción.

¿Recuerda el monto que fue financiado?

En ese entonces era una enorme cantidad de plata. ¡280.000 Sucres para iniciar el proyecto! Con eso hicimos las primeras unidades de vivienda de 90m2. Las vendíamos totalmente concluidas en más o menos 130.000 Sucres. El éxito en ventas fue tan grande que no necesitamos más financiamiento. En 13 meses concluimos el proyecto e hicimos una inauguración con bombos y platillos.

¿Qué vino después?

El Ing. Oswaldo Arroyo tenía una empresa con Roque Bustamante Cárdenas, Carlos Dammer y Pepe Crespo. Ellos tenían la empresa Conhogar y me contrataron para construir un proyecto de 28 casas dúplex con 4 departamentos cada una. Se vendió rápidamente.

¿Continúe?

La Mutualista Pichincha me llamó para trabajar con ellos en varios proyectos. Recuerdo uno de ellos, la Urb. Santiago en el sector de El Pintado. Ahí terminamos un conjunto habitacional que por alguna razón estaba inconcluso. A partir de ahí vi que mi actividad se iba enrumbando hacia la construcción de departamentos y casas en el Sur de Quito.

¿Qué era lo atractivo del Sur?

Ese tipo de vivienda económica tenía demanda en el Sur y el objetivo de Mutualista Pichincha era financiar vivienda popular hasta clase media, de entre 100.000 y 120.000 Sucres. El objetivo con el que las mutualistas fueron creadas por el entonces Presidente de la República, Dr. José María Velasco Ibarra, era ese. En el norte estaba la gente que quería su casa en su terreno, con sus planos específicos y de otros costos.

Pasemos a la década de los setentas…

Época del boom petrolero y la Dictadura del General Rodríguez Lara. En el año 1973, el Banco Ecuatoriano de la Vivienda convocó una licitación para construir 750 departamentos al Sur. Me pareció que ahí estaba mi oportunidad. La adjudicación se hizo a 5 constructores pero el que mayor parte recibió fui yo.

IMG_1944_20110330101205

¿Cuántos departamentos le adjudicaron?

El proyecto era norme. Me adjudicaron 90 departamentos en 6 bloques de 15 cada uno. Era en el sector que está frente a la Pasteurizadora Quito. Eduardo Vaca Lara era el Presidente de la Junta Nacional de la Vivienda y, como buen militar, era un hombre muy rígido, de mentalidad fuerte. Esto generó dificultades al punto en el que los 5 constructores decidimos comprar e importar los materiales necesarios para culminar el proyecto.

¿El boom petrolero dinamizó el sector de la construcción de vivienda?

Mucho. Había gran disponibilidad para hacer programas de vivienda de interés social. El Gobierno los financiaba y se construía por todo lado. Hice muchos proyectos con la Junta Nacional de la Vivienda, unos en el norte, en San Carlos, San Pedro Claver y en varios lugares más.

¿Fue una época de mucho trabajo?

Tanto así que no había tiempo para pensar en proyectos propios. Entre la obra que contrataba el Gobierno y mis contratos con Mutualista Pichincha tenía demasiado.

¿Cómo fue el regreso a los proyectos propios?

Un día me comentaron de un terreno en La Vicentina cuyo dueño quería canjearlo por departamentos. Tomé la obra e hice el negocio. Al terminarlo me di cuenta de la diferencia entre hacer proyectos propios y lidiar con el BEV. La decisión estaba tomada, volvía a la actividad privada.

¿Cuál fue el siguiente proyecto?

En Las Casas. Un buen amigo latacungueño, Bolívar Ricaurte, tenía un terreno de 3.500m2 en la novena transversal de la calle Las Casas que era un sector apartado en ese entonces. Él necesitaba 8 departamentos para su familia a cambio del terreno. Desarrollamos un atractivo proyecto que se llama Multifamiliar Las Casas. Son tres bloques de vivienda con departamentos de 140m2 para nivel medio alto. Fue una buena época, se concatenaron varios proyectos, hasta que llegó la recesión.

¿Recesión?

Había salido el General Rodríguez Lara y los recursos ya no fluían con tanta facilidad. Las cosas se complicaron un poco y tuve que tomar contratos con el Municipio de Quito y con la Dirección Nacional de Construcciones Escolares con quienes hice varias obras. También construí 51 sub centros de salud a nivel nacional. Esto fue una locura. El proyecto total estaba previsto para ser entregado en 10 meses y tomó 7 años por lo lento y desorganizado de los procesos burocráticos. Esto duró hasta mediados de los ochenta cuando me ofrecieron un terreno en la Av. América para desarrollar un proyecto propio.

¿Se refiere al Edificio La Giralda?

Si. Negocié el terreno e hice un proyecto de 17 departamentos en 8 plantas. Tenía también locales comerciales. Se vendió muy bien y esto me animó a dejar mi vínculo con el Estado y dedicarme con fuerza a proyectos propios. El siguiente fue Aranjuez 1 que está frente a la Academia Militar Ecuador, sector El Inca. Tiene 75 departamentos en 3 bloques y fue un éxito total. Luego vino un edificio de nivel alto, Alicante, que está en la Av. Eloy Alfaro y Suiza.

¿Había crédito para el constructor?

Conseguir dinero de los bancos era la parte más dura para todos los constructores. A Dios gracias tuve éxito en todos mis proyectos y nunca quedé mal con los bancos. Supongo que por ese buen historial siempre me prestaban dinero. Conseguía fondos para mis proyectos sin el menor problema.

¿Cómo le ha ido en estos últimos años?

Realmente me ha llenado de satisfacción el trabajo logrado. Toda la familia se ha involucrado en la empresa y juntos hemos seguido la misma ruta. Hemos hecho proyectos interesantes incorporando estrategias de mercado que nos ayudan a definir ubicaciones y tipología para construir. Gracias a ello hemos tenido mucho éxito comercial.

¿Cuál es la decisión fundamental?

La ubicación del terreno. De ahí surge el tipo de proyecto que haremos. Nos dedicamos mayormente a vivienda para clase media y media alta que es donde está la mayor demanda actualmente. Hemos vendido proyectos en su totalidad antes de terminarlos, como fue el caso de Cantabria, un edificio que está junto a la Empresa Eléctrica y tiene 67 departamentos divididos en dos torres.

¿De qué depende que la ubicación sea la óptima?

De las vías de acceso que tiene el terreno, de la cercanía a todo tipo de servicios, y varios detalles más. Siempre buscamos estar en la zona central de la ciudad, no en zonas céntricas, que es muy diferente. Estamos en los contornos de lo céntrico donde hay facilidad de transporte y servicios cercanos.

¿Qué proyectos tiene actualmente en proceso de comercialización?

Estamos desarrollando cuatro proyectos: Euskadi, El Portal de la Magdalena y Torre Navarra en Quito. Además tenemos San Marino en Santo Domingo de los Tsáchilas. Somos generosos en los proyectos que hacemos en cuanto a espacios verdes, áreas recreativas y espacios comunales. Por eso la gente nos prefiere.

¿Cuénteme de El Portal de la Magdalena?

Son 110 departamentos de 85m2, de tres dormitorios, que los estamos vendiendo en alrededor de $650 el metro cuadrado. Está ubicado una cuadra hacia atrás de la Av. Mariscal Sucre, más o menos a la altura de la Capilla Hermano Miguel. Este sector es conocido como el centro del sur. Aún no hemos iniciado las ventas pero ya estamos en la primera loza del conjunto y tenemos muy buenas perspectivas comerciales.

¿Qué nivel de avance tiene Euskadi?

Este proyecto está ya en la cuarta loza. La línea de fábrica en ese sector nos permite 6 plantas. Los departamentos van desde 67m2 hasta 185m2. El metro cuadrado está en $1.200. Tiene acabados de lujo y se ha vendido el 40% del proyecto y estará listo para entrega en marzo del 2012.

¿Torre de Navarra?

Está totalmente vendido. Son dos torres que ya están concluidas.

¿Y San Marino?

Está en Santo Domingo de los Tsáchilas. Son 75 casas dúplex, de dos plantas, que tienen 143m2 y el precio es $89.600. El proyecto ha tenido muy buena acogida porque Santo Domingo es realmente el centro del comercio del país y hay demanda de vivienda. Está construido en un 60% y se ha vendido el 50% del proyecto.

¿Algo más para este año?

Adicionalmente a estos 4 proyectos tenemos uno nuevo en la Av. Orellana, y 9 de Octubre. Será un edificio de departamentos y tendrá las nuevas oficinas de Tamayo y Asociados en la Planta Baja.

¿Qué miembros de su familia trabajan en la empresa?

Mi hijo Carlos Andrés es Director Financiero, mi otro hijo, Alex es el Director de Marketing, mi cuñado Juan Madera es Gerente de Ventas y Javier, mi yerno se encarga del Departamento de Administración. Mi mujer fue corredora de bienes raíces y estuvo involucrada en los primeros proyectos pero ya no participa del día a día. Tener una empresa familiar exitosa es una sensación muy gratificante.

Antes de irme no pude disimular mi asombro por la cantidad de reconocimientos, diplomas, premios y medallas que adornan la pared de la oficina del Ing. Alonso Tamayo. Muchos galardones bien merecidos entre los que se destaca la medalla de Mejor Constructor del año 2005 otorgada por la Cámara de la Construcción de Quito de la que ha sido Director en cuatro ocasiones.