Por Lorena Ballesteros
Hay un dicho en inglés que dice “Birds of a feather flock together”, y se refiere a que las personas que tienen los mismos intereses, similares formas de pensar o de valores familiares, se juntan. Ese es precisamente el caso de María Clara Jijón y Carolina Bravo, dos arquitectas que se conocieron por serendipia y que se han mantenido unidas contra viento y marea.
Clara Jijón y Carolina Bravo
Ahora, con el paso de los años, se enorgullecen de haber consolidado proyectos profesionales; pero también de haber ejercido otros roles juntas, como el de la maternidad y el crecimiento personal. Todo ha sido posible gracias a la sólida amistad que las une. Han roto mitos sobre las relaciones afectivas que se dañan cuando hay sociedades laborales de por medio. En el camino, ellas han superado todas esas barreras. Cuando nos citamos para esta entrevista comprendo su complicidad. Parecen hermanas de sangre. No tienen que hablar para entenderse. Una termina las frases de la otra.
Volviendo la vista atrás, María Clara recuerda el momento en que fue reclutada como arquitecta residente en la constructora Álvarez Bravo. En ese entonces aún no culminaba sus estudios universitarios, pero ya había asegurado una plaza laboral. Carolina ya trabajaba en esa constructora, la empresa de su familia. Desde su cargo dirigencial buscaba una arquitecta mujer que se vinculara a sus proyectos. La candidata idónea fue María Clara, quien con sus ideas trajo viento fresco a la constructora. Asimismo, María Clara encontró en Carolina un faro que la guió en su carrera profesional. A pesar de que las separa una diferencia de edad de seis años, ambas hablaron el mismo lenguaje desde el inicio de su relación laboral.
Una empresa grande soporta grandes retos, lección que María Clara aprendió desde el arranque. Desde el inicio formó parte del equipo del proyecto residencial Tierra Alta en el sector de El Bosque, también se vinculó al de las oficinas del entonces nuevo aeropuerto de Quito. Asimismo, ambas recuerdan lo importante que fue el proyecto Citimed, centro de especialidades médicas que actualmente se encuentra junto al Hospital Metropolitano, experiencia que les permitió incursionar en el mercado médico.
En las redes sociales de Carolina se pueden apreciar los renders de Clínica Atlas, que promueve el lujo y el bienestar de los pacientes a través del diseño. Atrás quedaron los consultorios o habitaciones deprimentes. Estar en un centro, ya sea ambulatorio u hospitalario puede ser similar al de instalarse en un hotel. Así se demuestra que la arquitectura también puede cambiar la experiencia de la salud.
En resumidas cuentas, podemos asegurar que el que ambas se hayan forjado en la escuela de Álvarez Bravo les dio las herramientas necesarias para posteriormente emprender su propio camino con éxito. Gracias a esa experiencia Carolina aprendió a gerenciar proyectos. Es una profesional que maneja al derecho y al revés temas legales y financieros de la construcción. Pero, además, tiene una visión muy estética del diseño. Quizás fue por eso por lo que comenzó a rondarle la idea de dar un paso al costado de la empresa familiar y abrir nuevos horizontes con María Clara. Carolina quería estar más vinculada al diseño arquitectónico y liberarse un poco de la presión gerencial. Evidentemente, ahora como empresaria independiente, no ha podido cortar ese cordón.
Clara Jijón
Cuando arrancaron con Bravo Jijón Arquitectura, fue María Clara la que dejó Álvarez Bravo y se involucró de lleno en el emprendimiento. Carolina aún se quedó un tiempo más en su alma máter, dividiendo sus días entre ambas obligaciones. Para ella fue más difícil dar un paso al costado, pero lo hizo con valentía, apostando por su intuición. Hasta la fecha mantiene una excelente relación con sus primos hermanos. Recuerda aquellos años en la empresa familiar como los fundamentales para su carrera profesional, y es que cabe señalar que allí no solo encontró a su socia y mejor amiga; también conoció al arquitecto Diego Sánchez, su esposo y padre de sus dos hijos Lucas y Ana Julia.
Carolina Bravo
Emprender un desafío
Bravo Jijón Arquitectura fue el primer paso para estas mujeres emprendedoras. Se enfocan principalmente en edificios no residenciales como hospitales, hoteles, bodegas, edificios de oficinas. Su mayor desafío fue un contrato estatal para la construcción de una escuela. De esos años recuerdan el gran sacrificio que hicieron, les costó sudor y lágrimas.
Aunque han estado unidas por años, también han emprendido por su cuenta. Carolina creó su marca personal Carolina Bravo Arquitecta que tiene bajo su paraguas proyectos comerciales de gran envergadura como los edificios Amahru y Andalucía en Quito.
María Clara abrió Urban Bakery en el sector de la González Suárez. El concepto fue el de una panadería cafetería con diseño. Ese negocio le entusiasmó porque ya tenía a Mía y Thiago y la maternidad le presentó una realidad distinta. Quería pasar más tiempo con sus hijos. Evidentemente, dos hijos y un nuevo negocio no son tarea sencilla. El local cerró en los meses previos a la pandemia.
Carolina incursionó en el mercado residencial más exclusivo. Comenzó a diseñar por colecciones. La primera fue Black & White, un proyecto de cuatro casas enfocado en un estrato socioeconómico alto en la urbanización Jacarandá en Cumbayá. En este proyecto también iba a participar María Clara, quien justamente había finiquitado Urban Bakery, pero el destino la llevó a tomarse una pausa de la arquitectura. Sufrió un ataque de pánico. Los meses posteriores fueron muy duros para ella, pero como buena guerrera decidió tomarse un tiempo para sanar, encontrarse a sí misma y fortalecerse para la gran batalla.
María Clara padece una enfermedad autoinmune contra la que ha luchado, sin dejar que la defina, ni la controle. En todo ese proceso Carolina ha sido su apoyo incondicional.
Ambas son muy parecidas. Tienen la misma visión del diseño. Conversar con ellas es como una bocanada de aire fresco. Son divertidas, relajadas y muy sociables. No cabe duda de por qué su amistad y sociedad se ha mantenido durante tantos años.
Black & White fue todo un éxito. A pesar de que se construyó durante la pandemia, el proyecto se vendió en su totalidad a los 15 días de haberse lanzado. Las características lo hicieron único: casas grandes, de lujo, con diseño exclusivo, en una urbanización cerrada, con estacionamientos subterráneos y jardín. Fue así como Carolina se dio cuenta de que existía un mercado desatendido. Ese que está en los valles y que busca mantener un estilo de vida exclusivo, ese que no quiere vivir en un espacio masivo, que privilegia el confort, el paisaje, la tranquilidad y que tiene alto sentido estético.
Su residencia, en la cual realizamos la producción de fotos de esta entrevista, es una carta de presentación del estilo de Carolina Bravo Arquitectura. El diseño estuvo a cargo tanto de Carolina como de Diego, su esposo. El corazón de la casa es la cocina, con una propuesta abierta que se integra con sala, comedor y una acogedora sala de televisión. En esta área no hay paredes, son los muebles los que dividen o determinan los espacios.
A Carolina le encanta preparar cócteles y tener invitados a comer o pasar el rato. La terraza, que está cobijada por un hermoso algarrobo, fue su salvación durante la pandemia. Los espacios son limpios, el blanco se exhibe como color predominante y atemporal. La casa tiene tres plantas, la central para las áreas sociales, hacia abajo el estudio en donde trabajan Carolina y Diego, en la planta superior los dormitorios y muy pronto estará concluida una sala de lectura con estantes de libros de pared a pared.
Domum, lo actual
Después de Black & White la tónica del diseño de lujo se ha mantenido para Carolina Bravo Arquitecta. Y con un proyecto de esas características es que Bravo Jijón Arquitectura también ha vuelto a las canchas. La nueva colección se llama Emerald, en el cual impera la tonalidad esmeralda y su insignia es un escarabajo dorado.
Bajo este concepto ambas arquitectas han creado Domum, un edificio de 10 departamentos con acabados de súper lujo en el sector de El Nacional, en Tumbaco. El principal diferenciador de Domum es el detalle en el diseño interior del proyecto. Los acabados son tan predominantes que se conjugan en el interiorismo para ofrecer espacios únicos y exclusivos.
Este esfuerzo se traduce en un precio mayor por metro cuadrado, pero con una garantía a largo plazo. Pisos sin tantas juntas, de fácil mantenimiento y durabilidad; walk in closets con iluminación tipo escaparates de boutiques; baños con mosaicos exclusivos. La calidad de los materiales es inmejorable. La propia Carolina ha viajado a la feria de Milán para adquirir los mejores revestimientos italianos. Para las cocinas se instalarán porcelanatos que tienen cero absorciones y que además son antibacteriales, es decir, como tener una cocina quirúrgica.
Las áreas comunales son de lujo. El diseño del lobby merece una mención aparte, con un hermoso árbol de tres pisos en el interior, como en un hotel boutique cinco estrellas. Además, gimnasio completamente equipado que incluye la posibilidad de disciplinas como yoga o pilates; área de juegos para adultos y un cuarto para niños; sala de coworking; áreas húmedas top, y un espacio de lujo para las reuniones sociales de los propietarios.
A pesar de que aún no se ha realizado su lanzamiento oficial, a la fecha de esta entrevista el 60% del proyecto ya estaba vendido, y esto, a Carolina y María Clara les carga de optimismo, pero las tiene con la agenda a tope pues también están sacando adelante otras obras. Carolina reconoce que quisiera tener más tiempo para escribir sobre arquitectura, para diseñar e incluso para enseñar. Y es que esa es la ventaja de tenerse la una a la otra, que se entienden y se apoyan en sus sueños.