Por Caridad Vela
Epiq Building. Quito, Ecuador.
by @uribeschwarzkopf + BIG @big_builds, Bjarke Ingels @bjarkeingels
Photography by: Bicubik Photo @Bicubik.photo
En mi trayectoria por este mundo editorial cubriendo temas inmobiliarios, muchas veces he preguntado a arquitectos, diseñadores, constructores y decoradores cuál es el proyecto preferido de su portafolio. Con más o menos palabras, la respuesta ha sido “el siguiente”.
No para Joseph Schwarzkopf. Me recibe al ingreso de Epiq, ese maravilloso proyecto que se admira desde todos los puntos cardinales de la ciudad, y sin siquiera preguntarle me dice, “bienvenida a mi proyecto preferido”.
Joseph Schwarzkopf
Ese orgullo, esa seguridad de saber que pisa fuerte y firme con propuestas disruptivas y acertadas, es lo que esconde la sonrisa que no lo abandona en toda la visita a Epiq. Disfruté mucho en la planta baja viendo el ir y venir de la gente en la calle; más arriba, en cada una de sus terrazas se desplegaba una nueva sorpresa visual; en las áreas intermedias de circulación había concordancia, y en lo más alto de sus 25 pisos abracé con la vista un entorno de 360 grados.
Quito, mi ciudad, lucía maravillosa bajo un cielo de azul intenso desde la terraza de Epiq.
El edificio de uso mixto, ubicado en la esquina de las avenidas Eloy Alfaro y República, hacia el extremo sur del Parque La Carolina, tiene siete subsuelos de estacionamientos, dos accesos y salidas vehiculares, y tres lobbies independientes, uno para la zona comercial, otro para los cuatro pisos de oficinas y otro para la parte residencial. Los propietarios y usuarios son recibidos con comodidad. Al costado de la entrada, un espacio de acceso peatonal público conecta con la calle posterior, Pasaje Potosí.
Entro por el acceso residencial y nada más dar el primer paso, empiezo a sentir el estilo de vida que experimentarán los propietarios que ya han empezado a mudarse. Toco las paredes, miro la altura de los techos y admiro las luminarias, descubro mobiliario de diseño especial y un interiorismo diferente, atractivo.
Las tres torres que conforman Epiq, que en realidad son una sola, están interconectadas entre sí a través de lo que, mirando desde la calle, luce como huecos, o espacios vacíos, cuya función me intriga entender.
Subo. Son espacios comunales privados, áreas verdes que parecerían estar suspendidas en el aire, que repletas de vegetación invitan a crear comunidad entre los habitantes. Hacia abajo se extiende la ciudad, tan cerca que se la siente, pero a la vez tan lejos que su bullicio no interrumpe.
Son 3.000m2 de áreas comunales con todo lo imaginable: sala de cine, sala de música piscina, gimnasio, áreas húmedas, sala de masajes, bolos, cancha de squash, coworking, terrazas al aire libre, salas cubiertas, salón de eventos, zonas para entretenimiento infantil, sala de lectura y más.
La arquitectura corresponde a la afamada firma Bjarke Ingels Group (BIG), quien se inspiró en los colores del Quito colonial para las fachadas, los lobbies y las plazas del edificio. Cada detalle es pensado específicamente para el lugar que ocupa, diseñado y fabricado ad-hoc para cumplir un propósito intencional: sorprender a cada paso.
Cada lobby de vivienda tiene tres elevadores que llevan hacia todos los pisos, es decir que poca densidad habrá al momento de entrar o salir de casa. Empieza el barullo de las mudanzas, los primeros en instalarse están llegando porque Epiq está 100% terminado y funcional. “En un edificio de este tamaño, las entregas son paulatinas, se hacen por etapas, tomará entre seis y nueve meses culminar el proceso”, me dice Joseph.
“Este edificio se empezó a construir en al inicio de la pandemia. Teníamos el hueco listo, estábamos listos para seguir y se paralizó todo durante seis o siete meses, pero lo lanzamos y ahora lo estamos entregando”, recuerda. “Son 70.000m2 de construcción en área bruta, es el edificio más grande que hemos construido en una sola torre”.
Las 326 unidades que alberga tienen propuestas distintas. Hay estudios, suites, departamentos de uno, dos y tres dormitorios, y, obviamente, la posibilidad de juntar más de uno para lograr áreas personalizadas según los antojos de los compradores. Cada unidad tiene su balcón con jardinera dotada de sistema de riego individual que protege la fachada. En total hay casi 10m2 de área social por departamento.
Recuerdo el día del lanzamiento de Epiq. Era el año 2019, la vida era normal, y en un evento tan maravilloso como la propuesta que aterrizaba en Quito, vi el entusiasmo de los asistentes. La cobertura mediática fue impresionante y los potenciales compradores empezaron a llegar. En 2020 el mundo se detuvo y las ventas de Epiq también. “Fue una locura, debíamos replanificar sin saber qué esperar. El confinamiento podría durar semanas o meses. Fue duro, eso es innegable, pero lo logramos y hoy estamos entregando el proyecto”.
A decir de Joseph, el éxito de Epiq se debe a su arquitectura, a la variedad de unidades que propone, y, sobre todo, a su estratégica ubicación. “El Parque La Carolina es como el jardín de tu casa, estás a dos pasos de la estación del Metro, junto al C.C El Jardín y a corta distancia de la zona financiera, comercial y gastronómica de la ciudad. Y no hace falta salir de casa para hacer ejercicio, disfrutar de reuniones sociales, noches de cine, bolos con los amigos o la cotidianeidad del trabajo diario”.
Las terrazas de la zona residencial, esos huecos vacíos que divisé desde el nivel de la calle, están ubicadas a diferentes alturas, en los pisos 5, 12, 19 y 25. Son, en realidad, parques privados a través de los cuales se interconectan las torres entre sí. Cada uno de estos espacios ofrece una dinámica distinta. Las tres torres son simétricas. Los halles en cada piso son amplios y bien iluminados. Los ventanales piso techo tienen láminas que aíslan el ruido exterior para mayor confort de los habitantes. Cada detalle calza a la perfección. Epiq es un mundo de posibilidades.
Una suite de 50m2 con estacionamiento incluido, cuesta $150.000. Las 350 unidades originales se convirtieron en 326 porque algunos compradores juntaron más de una unidad. Este nivel de densidad permite que la alícuota de mantenimiento sea sorprendentemente baja, de $1,00 por m2 mensual, para mantener todas las áreas comunales en perfecto estado, además de cinco guardias activos las 24 horas del día controlando la seguridad del edificio.
Seguimos subiendo y la vista va cambiando. Desde lo alto entendemos finalmente las conexiones del edificio, la dinámica, la circulación. La piscina semi olímpica, de 25m de largo, está en el piso 25 y domina la ciudad con una espectacularidad difícil de describir.
Epiq, según menciona Joseph, es un barrio vertical. “Hace algunos años los barrios estaban compuestos por manzanas, hoy están compuestos por pisos. La comunidad que aquí está naciendo formará parte de un barrio que integra los espacios exteriores a la vida diaria de los habitantes, en un edificio residencial que tiene todas las comodidades imaginables”.
Imposible no admirar la genialidad arquitectónica, la maestría constructiva y el interiorismo que acoge Epiq. Tres aristas de un mismo concepto, que al conjugarse en armonía y equilibrio, logran la excelencia. Nada más acertado para cerrar este reportaje, este relato de mi visita a Epiq, que parafrasear a Bjarke Ingels: “Architecture is about trying to make the world a little more like our dreams” (arquitectura es tratar de hacer el mundo un poco más parecido a nuestros sueños).