Estamos próximos a concluir un año marcado por un cambio inesperado en el gobierno que ha generado incertidumbre, especialmente en los sectores de la construcción, banca, empresa privada e inversión extranjera. El reciente y prematuro proceso electoral nos da una luz de esperanza, con un Presidente que propone una inclusión hacia segmentos descuidados, especialmente la juventud y sectores marginados.
El gran desafío radica en escuchar las verdaderas necesidades tanto del tejido social como de los sectores productivos, pilares fundamentales de nuestra sociedad y economía, para tomar decisiones con impacto profundo. Es crucial que el gobierno interprete estas necesidades con sensibilidad y logre avanzar con proyectos de cambio, a pesar de los posibles bloqueos que tenga que enfrentar de parte de la asamblea.
Es esencial que la ciudadanía, los gremios, los medios de comunicación y ciertos partidos políticos comprometidos con el bienestar del país, evitemos sumergirnos en la negatividad e intereses particulares que puedan frenar las iniciativas necesarias para el cambio.
Aunque el tiempo podría parecer limitado, una clara identificación de las prioridades estratégicas del gobierno y un enfoque intenso pueden conducir a logros significativos. Recordemos que en el pasado se han realizado cambios trascendentales en períodos cortos. En menos de dieciocho meses, durante el gobierno de Mahuad, se dolarizó la economía y se firmó el acuerdo de la paz con Perú, dos de los tal vez más importantes hitos de las últimas décadas para nuestro país.
Rememos en la misma dirección, si bien es natural no estar siempre alineados con todas las decisiones y cambios, evitemos ser críticos constantes y, por el contrario, convirtámonos en agentes del cambio. Esta será la única manera de impulsar al país hacia adelante y construir un futuro mejor. No esperemos que el país se adapte a nuestras necesidades, más bien busquemos adaptarnos a las circunstancias y sacar lo mejor de ellas.