Por Caridad Vela
Para definir qué es arquitectura se requiere un nivel de inspiración supra terrenal, no solo porque en trazos y espacialidades no hay opinión acertada, sino porque cada región geográfica, período histórico, moda o tendencia marcan puntos de quiebre que influyen directamente en el estilo de vida del ser humano, y por ende, en los espacios que habita.
¿Arquitectura es la piel que envuelve espacios vacíos? Es decir, ¿va desde adentro hacia afuera? Podríamos aventurarnos a soltar definiciones variadas en el afán de acercarnos a la esquiva verdad que se esconde detrás de esta noble profesión, pero dudo que, aun con el mayor esfuerzo, logremos separar cuánto de inspiración, cuánto de factores exógenos y cuánto de consciencia ambiental lleva cada diseño para lograr la ecuación perfecta.
Sobre lo que no hay duda es que el proceso evolutivo en la arquitectura es una variable interna, cuya mutación se da en las profundidades del alma creativa de cada arquitecto. Cada obra es un aprendizaje, cada nuevo proyecto determina un giro en el camino, cada cliente es un mundo distinto, y, como resultado, cada diseño es único y exclusivo.
Jannina Cabal, arquitecta guayaquileña de reconocimiento internacional, comparte con nosotros su vida en la arquitectura.
Cómo ha evolucionado tu estilo arquitectónico a través de los años?
Más que hablar de evolución, diría que mi estilo es producto de un aprendizaje diario que se nutre de las necesidades de las personas que me contratan. Son tan distintas unas de otras, que cada una me obliga a forzar mi creatividad al máximo para superar sus expectativas. Por otro lado, la capacidad de adaptación en un medio cambiante es fundamental. Debo ir a la par con todo lo que sucede en el mundo, desde la evolución en temas tecnológicos, como inteligencia artificial por ejemplo, hasta aspectos políticos que afectan a la sociedad en una determinada ciudad.
¿Cuál es el detonante de tu creatividad?
Las necesidades del ser humano, ya sea de un núcleo familiar o de un grupo de gente diversa que trabaja en una empresa. Ellos, su satisfacción y bienestar, son el centro del diseño. Entenderlos es el detonante de mi creatividad. Nada tiene que ver mi forma de ser o la manera en que fui criada, tengo que funcionar adaptándome a lo que la gente piensa y quiere ahora. Y esto no es estático, es decir, no hay una fórmula exacta para que siempre funcione, llevo más de veinte años en arquitectura y cada día es un proceso de crecimiento profesional.
¿Pones atención a las tendencias?
Me encanta aprender, trato de no quedarme atrás. Así como comparto mis proyectos en redes sociales para aportar en algo a quienes me siguen, también miro lo que otros comparten para revisar opciones y estudiar nuevas técnicas. Creo que es importante contribuir mostrando lo que hago, y, pensándolo bien, es probable que en esa historia gráfica se pueda ver la evolución de mi arquitectura. Espero que mi trabajo ponga a otros profesionales en la posición de entender que sí se pueden hacer muchas cosas que tal vez suenan imposibles.
¿Qué domina tu diseño? ¿Lo práctico o lo estético?
Van de la mano. La arquitectura no es solo para verla ni enseñarla, no es para vivirla un día sino toda la vida. Son espacios, vivencias y experiencias que permanecen en nuestros recuerdos para siempre. No domina lo práctico sobre lo estético, ni viceversa, el paso de los años te lleva a una madurez que te permite equilibrar esos dos aspectos. Soy una persona súper práctica, las cosas deben ser funcionales, no me gustan los desperdicios y no trabajo para hacer algo bonito; trabajo para que mi arquitectura trascienda en la vida del usuario, de ese ser humano que habitará por muchos años los espacios que diseñé. Ergo, debe ser práctica y estética en la misma proporción. Esa es mi meta. Sé cuál es el don que recibí de la vida, sé cuáles son mis valores y principios, y no escatimo esfuerzos en sacarles provecho.
¿La pandemia marcó un antes y un después?
Hubo cambios drásticos durante la pandemia. Uno fue que la gente pasó mucho tiempo en sus casas. Eso cambió su estilo de vida, lo que los llevó a tener nuevas prioridades. Integraron espacios, remodelaron ambientes, dieron nueva vida a las áreas exteriores, etc. Otros buscaron distintas geografías para vivir, ahora quieren su casa en el campo. La gente valora más su hogar y el tiempo que pasa en familia. Otro cambio, casi revolucionario, se dio en el uso de tecnología. Eso no solo nos permitió a todos continuar trabajando, sino que tuvo un impacto positivo porque la gente se dio cuenta que desde cualquier parte del mundo podía contratar profesionales de cualquier país, basándose en lo que veía en sus redes sociales. Empezamos a reunirnos por zoom, a diseñar on-line, y ahora esos mecanismos son de uso cotidiano.
¿Eso te abrió las puertas internacionalmente?
Así fue. La gente estaba más activa en redes sociales porque era el único medio de comunicación al que todos podíamos acceder, y ahí no hay limitaciones geográficas. Aparte de mis proyectos en varias ciudades de Ecuador, como Guayaquil, Quito, Manta y Machala, estoy también trabajando en Panamá, Colombia, Brasil y Miami.
¿La propuesta entre Guayaquil y Quito es muy distinta?
Cada una tiene sus particularidades que están marcadas por el clima y la geografía, de ahí decantan distintos estilos de vida. Lo lindo de trabajar en Quito es que a nivel urbano las casas tienen un entorno espectacular con unas vistas extraordinarias, gracias al perfil andino. Guayaquil y toda la costa son planos, mientras que Quito tiene valles y montañas. El impacto visual que logras desde adentro hacia afuera en la sierra, te permite aprovechar al máximo el terreno para potenciar los exteriores y provocar diversas sensaciones en quienes habitan esas casas. Cada ciudad tiene su encanto, cada nuevo proyecto es un reto, un aprendizaje. Nunca digo no a una propuesta, me encantan los desafíos.
Habiendo tantas variables, ¿qué define tu arquitectura?
Plasmo la personalidad del usuario en mis diseños. Trabajo con la proporción de los espacios en base a sus necesidades y ritmo de vida. Miro el entorno, aprovecho las visuales, la arquitectura sensorial se ha plasmado en mis diseños de manera orgánica. Ver, tocar, sentir y oler es apelar a todos los sentidos, es evocar sensaciones, llegar a la memoria y generar recuerdos. Por ejemplo, los pisos de madera traen al presente gratos momento en la casa de la abuela, la humedad de la lluvia te hace viajar a un espacio en el pasado, incluso ciertos olores reviven vivencias anteriores. Si algo define mis diseños es que provoco experiencias que involucran todos los sentidos.
¿Es decir que no es la forma sino el fondo?
Así es. No es algo material, es una especie de vibra que transmite a cada paso energía de la buena. Esa energía fluye, como todo en la vida, a veces con más fuerza que en otras, porque nada es permanente, pero si tienes gente buena a tu alrededor, eso se refleja en el trabajo que haces, porque lo transmites. La arquitectura es como una terapia para mí. Me encanta pensar, aprender, dar, aportar. No puedo ser egoísta, lo mío es hacer sentir bien a los demás, no solo en mi trabajo sino también en mi ámbito personal de vida.
Hablando de formas, las escaleras interiores en tus proyectos se han vuelto icónicas. ¿Es un toque especial tuyo?
Han llamado mucho la atención. Las considero parte importante en la arquitectura interior de una casa porque no son solo un elemento funcional que te lleva de un piso a otro, su presencia se debe sentir. Puede ser una escalera negra, blanca, o una circular; puede estar en un extremo o en medio del espacio, la idea es que rompa la monotonía con una sensación diferenciadora. He compartido muchas fotos para que la gente pierda el miedo a probar algo nuevo, para motivar la creatividad en su estilo de vida, y se ha convertido en tendencia que de pronto ha hecho que mi trabajo sea un referente. Si lo copian significa que estoy aportando con algo positivo, es bueno que presten atención a mi trabajo, malo fuera que no lo vieran.
¿Qué es un “must” en tus diseños?
Lo mío es una combinación de líneas, materiales y colores. Soy muy matemática. Soy amante de las líneas rectas, de la naturaleza, del entorno y los recorridos visuales son muy importantes en mi trabajo. Amo los materiales naturales como madera, hormigón, mármol, piedra, en resumen, el material neto bruto. Si lo puedo hacer, lo aplico al menos en un 60% de mis obras. De igual manera soy partidaria de los tonos tierra como verde, y café que dan armonía, combinados con tonalidades oscuras. Me encanta contrastarlos porque, bien aplicados, logran espacios acogedores. Pienso siempre fuera de la caja y llevo opciones para que mis clientes vean cuál se ajusta a su estilo y personalidad.
¿El resultado final es la conjugación de varios factores?
Lo que me caracteriza es que mi aplicación no es solo en un elemento, es en todos, porque la intención es que el producto final sea la integración de visuales, materiales, colores. Soy amante del arte y siempre busco enfocar algo visual en los proyectos, como por ejemplo la escalera que es un elemento icónico y escultórico, por donde se transita todo el día y te tiene que gustar, por eso hago mucho énfasis en ella.
¿En espacios comerciales también hay este punto focal?
En restaurantes, locales o edificios comerciales también busco algo icónico, por ejemplo un techo de paja o un tejido en madera son elementos escultóricos que envuelven el lugar. Pueden ser también pinturas a mano u otros elementos que se vuelven imanes visuales. Si logras un elemento protagónico en los espacios, lograrás, paralelamente, evocar sensaciones que serán recordadas. En este tipo de proyectos puedes ser más atrevida, irte por la tangente en la búsqueda de materiales, colores o jugar con la iluminación. El diseño para casas debe ser un poco más conservador, porque ese es el lugar donde todos llegamos a descansar, a compartir, no a alborotarnos.
¿Promueves sostenibilidad en tu arquitectura?
Es un concepto muy importante en mi arquitectura. Todavía hay tecnologías que no han llegado al país, y otras que no son muy asequibles. Sin embargo de eso, incorporo paneles solares en las casas, sistemas de reutilización de aguas para riego y reciclaje de residuos. Otro elemento importante en el diseño, si el terreno lo permite, es considerar la ventilación cruzada natural y el asoleamiento, para orientar la casa según las sombras que quieres lograr. En Guayaquil, donde hay mucho sol y también lluvias fuertes, coloco aleros alrededor de las casas para protegerlas de los embates del clima, y paralelamente crear microclimas.
¿El equipo de profesionales en tu firma es armónico o ecléctico?
Tengo arquitectos jóvenes, hombres y mujeres, y lo que más busco en ellos es sus ganas de aprender, al igual que yo. Me encanta su entusiasmo y el ambiente de confianza que hemos logrado en la oficina. Todo fluye, a veces con música, a veces en silencio, pero siempre en paz e inspiración. Busco la novedad que viene con su juventud, esas ganas de dar lo mejor de sí, de perseguir el trazo perfecto.