Por Lorena Ballesteros
El diseño personalizado es una tendencia que se mantiene vigente. Desde hace algo más de una década, en Ecuador existe un mercado que apuesta por lo exclusivo, pero también por lo artesanal y sustentable. Con el confinamiento por la pandemia esta propuesta se consolidó. Hogares, oficinas, incluso espacios comerciales se han ido transformando en lugares que conjugan la funcionalidad, la comodidad y el esteticismo. El diseño y la decoración interior lo invaden todo. Es la era de lo estético.
En esta línea trabaja Manuela Cobo, una arquitecta quiteña que se especializó en diseño de mobiliario en Barcelona. Previamente había colaborado con el estudio ODD+ de Lucas Correa, una escuela que le permitió foguearse en diseño arquitectónico, comprender las dinámicas del mercado y, sobre todo, le dio las herramientas para atreverse a emprender.
Su primer emprendimiento estuvo enfocado en el diseño y creación de macetas de hormigón. Entre sus clientes estuvo el Hilton Colón, pero Manuela quería ir un paso más allá. Decidió empacar sus maletas y aventurarse a España, donde el estudio fue teórico y práctico. En una de sus clases debió crear su marca personal, y como ella estaba constantemente abogando por el uso de recursos naturales, la valoración del trabajo artesanal y la búsqueda de la identidad, una de sus compañeras le sugirió “aborigen”.
Manuela Cobo
El término caló profundo. Aunque en ese entonces se trataba de un proyecto universitario, fue el primer paso para lo que ahora se ha consolidado como Aborigen, alma y origen, su marca de muebles que posteriormente se convirtió en Concept Store.
Antes de abrir su tienda, a finales de 2021, Manuela ya había delineado su camino en diseño y elaboración de muebles a medida, personalizados. Como toda emprendedora en este campo, comenzó por diseñar para amigos y familiares, pero poco a poco los clientes se fueron acumulando y surgió la necesidad de abrir un taller. Luego, con la idea de mostrar sus muebles en ambientes simulados, dio vida al Concept Store.
Aborigen, tienda de muebles y decoración, está ubicada en el corazón de Cumbayá. Su vitrina invita a visitar un ambiente cálido, dominado por una paleta neutra, de tonos pasteles con variadas texturas. Allí imperan las mesas, recibidores, repisas y muebles diseñados por la propia Manuela. Pero también tienen cabida piezas decorativas y menaje de hogar como vajillas (algunas hechas a mano), cubiertos, manteles, individuales, paneras, canastos, alfombras, macetas, floreros, velas… La oferta es variada y cada línea pertenece a una marca ecuatoriana distinta.
Prácticamente todo está elaborado de manera artesanal y local, salvo ciertos ítems que corresponden a importaciones. Es justo mencionar el trabajo de curaduría que realiza Manuela, pues para armar cada temporada (ha lanzado dos en el último año), se sumerge en una búsqueda exhaustiva entre emprendimientos de diseño y decoración que cumplan con la filosofía de “alma y origen”.
Para Manuela, el diseño de mobiliario y la decoración han dejado de ser la necesidad de llenar un espacio, y han trascendido a ser un propósito, una búsqueda de identidad.
¿Qué fortalezas se necesitan para emprender en diseño?
Una de las principales destrezas, y que adquirí mientras tuve mi emprendimiento de diseño de macetas de hormigón, fue la de aprender a leer al cliente. Más allá de tu propio gusto personal y estilo estético, hay que comprender que cada cliente es un mundo aparte y mira la vida con distinta óptica.
¿Por qué inicialmente te inclinaste por hormigón?
Exploré ese material por la posibilidad de hacer muebles de exterior, dando una segunda vida a sillas y armazones viejos. En esa época me contactaron desde el Municipio de Quito para hacer muebles de hormigón para espacios públicos, una propuesta atractiva que rechacé porque superaba la capacidad de mi emprendimiento. Siempre he sido muy real e intuitiva. Lo cierto es que, a partir de eso, me di cuenta de que mi vocación y pasión estaban en el diseño de muebles personalizados, no en serie.
¿Qué beneficios ofreces a tus clientes?
El principal beneficio es que el cliente tiene en mí a un intermediario especializado, que se encarga de la negociación de precios de materia prima y mano de obra. Soy la persona que interpreta sus necesidades y las plasma en un producto final. Vi una oportunidad en este giro de negocio porque, si bien en ese entonces ya había tiendas o servicios de decoración interior, el diseño de muebles era un nicho todavía desatendido.
Estudiaste en Barcelona, la Meca del diseño arquitectónico, del arte y el urbanismo. ¿Qué te dejó esa experiencia?
En Barcelona se respira cultura. Además hay fabricantes de muebles de relevancia internacional, como Kettal o Patricia Urquiola, pero evidentemente el proceso de producción es distinto. Allá el mercado es grande y está industrializado. Regresé a Ecuador tras culminar mis estudios porque quería materializar Aborigen.
¿Qué concepto promueve?
Volver a las raíces. Entender de donde venimos, su alma y origen. Aborigen busca una nueva mirada a Ecuador, a nuestros artesanos, a las materias primas que tenemos. Los productos del Concept Store cuentan una historia que puede ser la de una familia de artesanos o de mujeres muy talentosas. Lo más importante es que todo el trabajo es personalizado, por ejemplo, en cuanto a muebles, tengo algunos que son como raíces y que produzco en serie, pero se pueden personalizar. El mueble que más rotación tiene son las mesas de centro Warmi, cuyo diseño repliqué en una mesa de comedor.
¿Con cuántas marcas arrancaste?
Con 14 marcas. Esa fue la primera colección que se mantuvo durante siete meses y se llamó Aura. Luego cerré el local por un tiempo. Soy fiel creyente en la renovación del espacio, en la liberación de energías. Así que me tomé unos meses para buscar marcas que estén alineadas a mi filosofía, y para curar la segunda temporada que es la que está exhibiéndose ahora y que cuenta con 17 marcas distintas.
¿Todos los productos se producen localmente?
Te diría que un 98%. Ecuador no tiene industria para elaborar cierto de tipo de alfombras, entonces las que se exhiben en el Concept Store son afganas. Tengo vajillas nacionales hechas a mano, pero también ofrezco otras importadas, lo cual no solo trae variedad en formas y diseños, sino también un amplio rango de precios.
¿Qué maderas utilizas?
Colorado, seike y copal. Muchos muebles los complemento con MDF de roble marfil, esto, sobre todo, por un tema de peso, tiempo de fabricación y también de precio. El MDF es un material que ha sido víctima de mala publicidad y ese mito hay que eliminar. La gente piensa que el MDF no es madera y que no va a durar. Lo cierto es que la base está hecha de MDF, que es un aglomerado, pero lo que va encima tiene una chapa de madera, por eso el beneficio en precio. Un librero de pared a pared hecho en madera natural puede costar casi tres veces más que uno de MDF.
¿Qué inspira tu trabajo?
La inspiración es amplia. Me inspiran las personas y las ganas de que se sientan identificadas con su espacio. Eso motiva la creación. Imagino cómo es el estilo de vida del cliente y lo que podría aportar en él. Afortunadamente tengo el don de la palabra y puedo conectar a un nivel emocional con el cliente. Eso complementa mi servicio. Soy muy orgánica. No me gustan las esquinas pronunciadas. Soy de curvas: ovalados, círculos. Apuesto por la calidez y la armonía.
Comenzaste difundiendo tu trabajo en Instagram, ¿Es una buena plataforma para el diseño?
Es una vitrina indispensable, pero los muebles no se pueden comercializar únicamente por Instagram. Es necesario que el cliente los vea, los sienta, los pruebe. Por eso decidí abrir una tienda como punto de venta de mis muebles, pero me pareció que sería aburrido y poco vistoso exhibir solo muebles. El siguiente paso fue convertirlo en un espacio compartido con otras marcas ecuatorianas para promover lo nuestro. Con mi experiencia en interiorismo armé está segunda temporada que transmite un mensaje de calidez, de conexión con lo autóctono, con el origen.