Por Lorena Ballesteros
Según la Organización Mundial de la Salud, 300 millones de personas en el mundo viven con depresión. Una enfermedad que afecta más a mujeres que a hombres. Una condición que ha sido subestimada y de la que se habla muy poco. Un trastorno que apaga vidas, todos los días.
Virginia Woolf, una de las escritoras más importantes del siglo XX padecía depresión. Dicen que fue la repentina y temprana muerte de su madre la que desencadenó su primera crisis. Con 22 años ya había perdido también a su hermanastra y a su padre. Este último fue una figura tiránica que solo consiguió empeorar su condición.
Lo cierto es que Virginia, sin importar cuál fuese su estado de ánimo, escribía. Ella escribía poemas, reseñas y novelas. Reflexionaba sobre el mundo que la rodeaba y sobre su propia existencia. En la escritura encontró una terapia motivadora.
Virginia fue una profesional en todo rigor. Una mujer destacada y adelantada para su época. Una valiente guerrera que luchaba por los derechos de las mujeres y que al mismo tiempo libraba otra batalla en su propia cabeza. El amor de su esposo Leonard Woolf fue su mejor medicina.
La historia de Lisa B. Ehrenfeld es muy similar a la de Virginia. Ella estuvo a punto de sucumbir ante su depresión, pero antes que darse por vencida, decidió contar su historia. Hace un par de meses publicó su biografía titulada Through My Eyes (Karma en su versión en español) en la cual abre los rincones más oscuros de su memoria y narra con pasión, rabia, delirio y esperanza lo que ha sido para ella sobrevivir a sus períodos de ansiedad y depresión. El libro está a la venta en la librería The Owl o a través de su web site karmabylisab.com.
Lisa tiene 42 años. Es estadounidense, de Chicago; pero hace más de una década reside en Quito, tras casarse con Andi, el Leonard Woolf de su vida. Es una “city girl” que camina en tacones altos y que podría confundirse con una modelo profesional.
Quienes la conocen saben que Lisa tiene la energía del sol, es capaz de iluminar un lugar con solo poner un pie adentro. Es una mujer hermosa, de larga cabellera azabache, ojos vivos y un cuerpo envidiable. Pero, sobre todo, es una madre cariñosa, entregada a su esposo y hermanos; además de una profesional exitosa. Tiene una licenciatura en Educación y una maestría en Necesidades Educativas Especiales, ambas de universidades estadounidenses. En Miami desarrolló e implementó mallas curriculares en un prestigioso colegio privado. En Ecuador llegó a ser la jefa del departamento de inglés de otra institución educativa.
Si a sus 17 años le habrían preguntado en dónde se veía dentro de 25 años, no habría atinado a responder. En ese entonces cada día era incierto. Su madre la había echado de la casa y le había convencido de que no era alguien que valiera la pena. Con su autoestima en el piso, cargada de inseguridades, Lisa reconoce que pudo terminar inmersa en el mundo de las drogas o el alcoholismo. Pero su fortaleza interna, su guerrera, como ella la llama, nunca la abandonó.
Lisa comenzó a trabajar desde que tenía 14 años. Era la encargada de llevar comida a la mesa de sus cinco hermanos menores. También fue quien más sufrió los abusos de su madre, quien con insultos y golpes logró quebrarla en mil pedazos. A pesar de eso, Lisa salió adelante.
Estudió la universidad en Illinois y luego voló a Miami. Allí respiró aire fresco, obtuvo su primer trabajo como profesora, mientras en las noches trabajaba en un bar. Tenía cuentas que pagar a fin de mes y con el salario del colegio no era suficiente. A veces pasaba largas jornadas sin probar bocado. En otras ocasiones se miraba al espejo y sabía que algo dentro de ella no estaba bien. Pero aprendió a disimular. Una sonrisa, un bonito rostro, una linda vestimenta puede engañar a cualquiera.
Conocí a Lisa antes de leer su libro. Para mí era una persona alegre, divertida con la que fácilmente se podía entablar una conversación. Me parecía que tenía su vida resuelta: trabajo, dinero, posibilidades para viajar por el mundo, una cuenta sobre life style en Instagram con más de 50 mil seguidores… Pero, con tan solo leer la primera página de Through My Eyes comprendí que no sabía nada de ella.
Como dicen los propios estadounidenses: “don´t judge a book by it´s cover”, o como decimos los ecuatorianos: “nadie sabe lo de nadie”. Lisa ha vivido un calvario. La lista de médicos a los que ha acudido es interminable. Le han recetado medicina que le ha servido para dormir pero le ha alterado su sistema nervioso, u otras que le han hecho subir o bajar de peso.
Ahora la vida de Lisa es, literalmente, un libro abierto. No pone reparos en conversar con nosotros. Nos recibe en su luminoso departamento en el norte de Quito. En la puerta principal está la mezuzá, el protector de hogares judíos. Ingresamos. En la primera planta hay un amplio salón. Sus dos hijos mayores están conectados a clases virtuales (al momento de la entrevista, la presencialidad aún estaba restringida) así que procuramos no hacer ruido y avanzar hacia el segundo piso. Allí ha montado temporalmente una oficina, desde donde promueve el libro y una línea de ropa, ambos amparados en su nuevo negocio KARMA.
En los estantes del estudio reposan decenas de fotos de su familia: de ella con su esposo, con sus hijos, con sus hermanas, hermanos, sobrinos, tías… A pesar de lo que ha sufrido, su familia sigue siendo el pilar que la sostiene.
En tu libro dices que las personas suelen confundir depresión y tristeza, ¿qué es la depresión?
La depresión es una enfermedad que se alimenta en la mente. No importa quien seas, cuánto dinero tengas o lo que hagas. Hay situaciones que la desencadenan. Creo que todo lo que padecí durante la infancia la pudo haber desencadenado. Pero era como una bomba de tiempo. Aunque no hubiera sufrido ese trauma, iba a aparecer en algún momento. Yo sí tengo un desorden mental diagnosticado medicamente. Por eso, la tristeza no tiene nada que ver con la depresión. La depresión te consume, te posee, te hace ver la vida de una manera distinta, aún cuando estás “on top of the world”.
¿La gente se incomoda con este tema?
Me gusta decir que “estoy loca”, para suavizarlo y que nadie se asuste. Pero es algo que hay que tomarse con seriedad. Siento que cada vez más personas buscan ayuda y hablan sobre su problema. Y no solo depresión, cualquier desorden mental que ponga en riesgo la integridad.
¿Tus hermanos también fueron víctimas de abuso?
Sí. Y va a parecer muy loco, pero hay episodios de los cuales hasta ahora no hemos hablado. Aunque todos coinciden que, por ser la mayor, fui la principal víctima. Mi mamá tenía algún tipo de trastorno mental que nunca fue diagnosticado ni tratado. He ahí el problema. Imagínate a una persona inestable emocionalmente, vivir seis embarazos. La depresión posparto es real y no se la toma en serio. Además de que mi padre se fue de casa y nos dejó solos. Mi madre no tuvo oportunidad de recuperarse.
¿Tú querías ser mamá?
Siempre. Era mi sueño. Y, sobre todo, quería ser la madre de una niña. Quería darle todo lo que yo no tuve. Mis hijos son lo más importante que tengo. Son mi motor para seguir cada día. Por eso, en español, el libro y la marca se llaman KARMA. Porque el karma funciona en doble vía. Si das amor, recibes amor, si eres bueno, te pasan cosas buenas. Pero si siembras odio, terminas solo y recibes odio.
¿Hace cuánto tiempo que no ves a tu mamá?
Alrededor de 20 años. No estoy preparada para el reencuentro, pero en verano la voy a ver en un evento familiar.
¿Sientes temor de que te juzguen por tu historia?
Definitivamente. Temía que dejaran de ver a la verdadera Lisa y cambiaran su imagen sobre mí. Por eso me guardé lo que he vivido por tanto tiempo.
¿Qué te motivó a escribir Through my eyes (Karma)?
En una sesión, mi psicóloga Caroline me dijo: “tal vez deberías escribir un libro”. Ella conoce la historia de mi familia desde todas las perspectivas porque ha tratado también a mis hermanos. Cuando vino la pandemia y yo estaba recuperándome de las cirugías que tuve en mi pie en 2020, aproveché el tiempo para contar mi historia. Siempre sentí el apoyo de mi familia en Estados Unidos, pero mi familia y amigos en Ecuador no llegaban a comprenderme. Me veían como a una mujer que lo tiene todo y a pesar de eso se queja o se entristece por nada. Ellos no sabían que yo estaba enferma.
¿Y cómo te sientes tú? ¿Estás consciente de lo que has conseguido?
En un momento de mi vida, cuando era solo una niña, lo perdí todo. Surgí de la nada. Y por mi condición siento que no merezco todo lo que tengo. A veces no me creo todo lo que he alcanzado. Fui directora de un programa de inglés en uno de los mejores colegios de Quito durante 10 años. Lancé mi cuenta de Instagram con consejos de fitness y fue un éxito rotundo. Escribí mi libro y lo publiqué. Tengo un esposo y unos hijos a los que amo con todo mi corazón. Y suelo decir en voz alta que no me lo merezco. Esa es la enfermedad hablando.
¿Por qué estudiaste Educación?
Porque siempre he sabido que la educación es la herramienta para hacer del mundo un lugar mejor. Mi libro es otra herramienta educativa para educar a las personas en trastornos mentales. Por ejemplo, un grupo de Psicología 101 de la Universidad San Francisco me va a entrevistar antes de leer el libro, y luego van a abrir un caso de estudio para analizar perfiles psicológicos, el mío, el de mi mamá, etc. Es una herramienta para hablar sin tabúes sobre estas condiciones.
Entiendo que el libro es solo una parte de tu nuevo proyecto.
Sí. Con mi marca KARMA lancé el libro, un diario sobre salud mental y una línea de ropa. El objetivo es que una parte de los fondos recaudados se destinen a la creación de una fundación para apoyar a personas con trastornos mentales. Como te decía, cuento con el apoyo de Universidad San Francisco, también Harvard University y otras instituciones que trabajan permanentemente en “mental awareness”.