Por Lorena Ballesteros
Daniela León lleva más de una década en el campo de la arquitectura interior y ahora se encuentra en su mejor momento profesional. Su portafolio habla por sí mismo. Obras en Quito y en otras ciudades dentro y fuera del país; casas, departamentos, salas comunales, locales comerciales, y lo más sorprendente, no repite patrones. Si miramos su cuenta de Instagram o su página web, no hay reproducciones. Daniela se reinventa con cada proyecto que hace. Un mérito exquisito que ha consolidado su éxito.
Confiesa que durante la pandemia se quedaron en stand by ciertos proyectos residenciales, pero se abrieron las puertas para otros comerciales. Prácticamente no dejó de trabajar. Lo que quedó suspendido en el confinamiento se ha reactivado. Los clientes la buscan constantemente. ¿Por qué? Seguramente por esa capacidad de reinvención. Porque de su cabeza nunca dejan de surgir ideas. Porque el arte es una constante en su vida. Porque cuando cierra los ojos, en su mente ve texturas, formas y colores.
Como resultado, cada uno de sus proyectos tiene personalidad propia. Sería difícil encajarla en un estilo. Ha bordeado la sensibilidad del romanticismo; ha diseño obras atemporales, ha jugado con el pop art y su paleta de colores es tan amplia como su imaginación.
Precisamente el día de nuestra entrevista, Daniela tuvo uno de esos días sin descanso. Aún así, conversa con nosotros con alegría, con calidez y con gran entusiasmo. Hablamos de su trayectoria. Recuerda como un sueño lejano esa época en la cual trabajó en Marketing en una empresa de telefonía. Pero, fue en ese tiempo en que su verdadero talento surgió.
Por razones que solo el destino comprende, su jefe de ese entonces solía pedirle que remodelara distintos departamentos corporativos dentro de la organización, tareas que estaban completamente fuera de su rol laboral, pero que ella las cumplía con exuberante pasión. Le sucedía lo mismo con algunas de sus amistades que siempre le pedían consejos sobre decoración. Finalmente dio un paso al frente y convirtió su pasatiempo en una profesión.
Entre las obras comerciales que destacan en su portafolio está Baguette. El nuevo grupo accionario que adquirió esta tradicional cadena de panadería, pastelería y cafetería, contrató a Daniela para llevar a cabo la remodelación de varios de sus locales antiguos y la apertura de otros nuevos.
Para Daniela ha sido refrescante encontrarse con un empresario que está dispuesto a invertir en el país, aún en la época de adversidad. La crisis propiciada por la pandemia no se interpuso en la visión de este grupo accionario que sigue generando empleo y apostando por el futuro. Entre los objetivos de la consolidación de la imagen de Baguette está también la de mantener y mejorar la calidad de los productos, entregar el mejor servicio posible y consolidar esta etapa de evolución de la marca.
Daniela fue escogida para remodelar el local de Cumbayá, una obra que había quedado a medio caminar bajo el encargo a otro arquitecto. Tomó la batuta y transformó el lugar a su gusto, el resultado: un espacio acogedor y romántico. Una cafetería que invitara a los clientes a quedarse, a charlar, a pasar allí sus primeras horas del día o las últimas de la tarde.
El local cumplió con lo solicitado por el grupo accionario. Con ese proyecto se delineó el camino que había visionado el empresario para esta nueva faceta de Baguette. Lastimosamente, al poco de la inauguración llegó el confinamiento. Sin embargo, la decisión del grupo accionario era la de continuar aportando con nuevos y mejores locales, dando trabajo en una época adversa.
Hasta la fecha de esta entrevista, Daniela ha estado a cargo también de la apertura de Baguette Condado, Bellavista, Granados y hace poco San Francisco, en el Centro Histórico. Y nos cuenta que tiene un próximo reto en la mira que será la remodelación del primer Baguette que se abrió en la capital, que será de similares características al de Cumbayá. Un proyecto que contempla una capacidad aproximada de 150 personas, para atender las necesidades de un determinado sector comercial y financiero de Quito.
Visitamos la cafetería del Centro Histórico, la cual ha sido uno de sus mayores procesos creativos. Un proyecto que la transportó al pasado, al siglo XIX. Para diseñar este local comenzó por la exploración. Visitó casas, carpinterías, anticuarios, plazas, museos, galerías. Su cabeza iba absorbiendo las distintas dinámicas y tesoros del centro de la capital. ¿Quiénes son los usuarios? ¿Qué consumen? ¿Qué comunica la arquitectura? Fueron algunas de las preguntas que fue resolviendo mientras caminaba y visitaba cada rincón.
Cuando el cliente le llamó para que conociera el espacio destinado para la apertura de la cafetería, vio que era coqueto, pero chiquito. El dueño del local se entusiasmó con la idea del proyecto y les presentó en la planta alta, bastante más grande y con una vista privilegiada de la Plaza de San Francisco. A Daniela se le ocurrió unir los dos locales. Así, el caminante del centro se topa, en la planta baja, con un mostrador pequeñito, como de panadería francesa; puede hacer su compra y seguir el paso, o subir unas escaleras y descubrir un salón estilo francés desde el que puede admirar el Centro Histórico. Para este propósito, Daniela reutilizó muebles de hierro existentes, adecuándolos a la imagen que se había planteado en su diseño.
La cafetería en San Francisco es ahora un espacio para desconectarse, para transportarse, y es accesible para el ciudadano de a pie. Para Daniela ha sido la posibilidad de regalarle una joya a los quiteños que quieren tomarse un café, una colada morada, una bebida tradicional en un espacio único.
¿De qué manera forjaste tu relación con Baguette?
El nuevo grupo accionario y el accionista actual de Baguette es una persona visionaria, emprendedora, que ha confiado en mi trabajo. Comencé con el local de Cumbayá y cuando entregué esa obra, diseñé una propuesta creativa para consolidar la nueva imagen con la que se están reaperturando todos los locales de la ciudad. Durante los meses de confinamiento se enfocó en llevar Baguette a los barrios. Cada semana los camiones se apostaban en puntos estratégicos para solventar las necesidades de los ciudadanos. Mientras tanto, seguían el plan de remodelación de algunos locales. Lo de los camiones también le permitió mirar hacia nuevos mercados. El Condado fue así. En poco tiempo abrimos un local en la urbanización de ese barrio.
Cada local de Baguette es como un hijo. ¿Cómo los definirías?
El de la Shyris es un local popular, con una señalética provocativa. El del Condado es más sutil, con aire hogareño, de barrio. El de Bellavista es un local chiquito que parece Tiffany, turquesa y con un par de mesitas. El de la Granados está al lado de la UDLA, entonces es loquísimo, lleno de color, de juventud. Y claro, tenemos el del centro histórico con una personalidad que evoca a una determinada época de nuestra ciudad. Sin embargo, todos mantienen un aire similar, con la característica propia de Baguette.
Sobre el local en San Francisco, mencionaste la exploración que hiciste en el sector, ¿cómo fue ese viaje por el pasado y presente del Centro Histórico?
Fue un viaje de aprendizaje y reconocimiento. Me transporté al pasado. Visité calles tan icónicas como la Junín. Entré en anticuarios. Conversé con sus habitantes. Me sirvió para entender dinámicas de consumo y devolverle al Centro Histórico un lugar propio de su barrio. Fueron dos meses de trabajo exhaustivo.
Además de estar frente a la plaza ¿qué potencial destacas de este local?
El turismo se va a reactivar y Baguette San Francisco atraerá a turistas locales, nacionales y extranjeros. La estación principal del metro en el Centro Histórico se encuentra a pocos metros del local lo cual lo hace aún más atractivo.
¿Qué conservaste de la casa original?
Prácticamente todo. El piso de parqué de guayacán, las mismas paredes y distribución, pero el cambio estético fue radical. El dueño había utilizado su local para actividades de comercio, entonces me encontré con baños de porcelanato, techos de gypso, luces fuertes… se habían precipitado a la modernidad. Mi reto fue volver al pasado. A un pasado colonial y francés.
¿Cómo conseguiste ese efecto?
Concebí el espacio como si fuera la sala de una residencia de la época. Coloqué un aparador, retablo, muebles de mimbre, muebles antiguos con curvas y formas de antes, frescos en las paredes. Utilicé yeso para las columnas, cenefas, detalles en techo y paredes, lámparas colgantes. Y lo maravilloso es que los muebles los conseguí de manos de artesanos carpinteros. Me sumergí en sus bodegas para desempolvar muebles tallados que estaban prácticamente olvidados.
¿Quién hizo los frescos?
Un artista que vive allí. Le di unas directrices: “quiero frescos sutiles con pajaritos y tazas”. Él me miraba atónito, pero mi idea era conjugar las palomas de la Plaza de San Francisco, que además representan paz, y fusionarlo en una paleta de colores celestes y turquesas pálidos. Las flores y los pájaros del entorno crearon una historia con la experiencia de tomarse un café.
Esa paleta se conjuga también con los muebles…
Busqué piezas bonitas, que den movimiento y calidez. No llevé un formato establecido, todo fue a mi estética y a mi gusto, pero encajado en lo colonial y francés. Por eso los yesos lo complementaban idealmente. Ese trabajo estuvo a cargo de un artesano del centro que lleva años en este negocio. Me hacía falta una lámpara, que la tenía en mi cabeza y la busqué y busqué, hasta que la encontré un día recorriendo la ciudad. Íbamos en auto, y miré una vitrina y solo grité: “pareeen” (ríe con mucha gracia) y adquirí la lámpara que había visualizado para ese espacio. No quería poner un chandelier porque uno de verdad podía superar mi presupuesto.
Y mientras trabajaste en este proyecto, ¿había otro en proceso?
Diseñé el local de la Granados, el del centro y una obra residencial. Fue una locura, pero todos fueron concebidos a la medida de su público o del cliente. Me entrego al 100% y lo hago con pasión, esfuerzo y me sumerjo en un disfrute absoluto. Cada proyecto es como un hijo y me tomo con mucho respeto la opinión del cliente. Escucho cuáles son sus gustos y qué espera como resultado final. De su mano voy guiando la obra y lo hago partícipe de mis ideas. Le presento al menos tres alternativas para que tome la decisión que más le gusta.
¿Trabajaste en algún proyecto residencial durante la pandemia?
Muchos proyectos de ese tipo se paralizaron. Pero realicé una remodelación exterior completa de una casa bellísima. Se hizo un trabajo de las áreas de mayor uso. También la decoración de un precioso pent-house, mientras la propietaria pasaba el confinamiento en el exterior.
¿El diseño arquitectónico sufrió cambios con la pandemia?
Sí, ahora se ha redefinido el espacio hogar.Lo que antes era minimalista, ahora se ha transformado en confort y bienestar. Antes se utilizan muebles de líneas rectas, sin importar si el sofá era duro o si la casa se sentía fría. Ahora las personas tienden a fijarse más en el confort al momento de adquirir sus muebles. Hemos vuelto a lo “suavecito” a las texturas, a lo confortable. Se busca un espacio acogedor a toda costa.
¿Y los espacios de trabajo?
También. Así sea la oficina en casa, o la oficina en la empresa, el diseño ahora vela por una correcta iluminación, no solo estética sino de bienestar. Sillas ergonómicas. Aprovechamiento de la luz natural. Hemos vuelto a la estética acogedora.
Ese giro también se percibe en cafeterías y restaurantes.
Por su puesto. Hay un giro hacia la seguridad y la confortabilidad. Lo mismo, sillas cómodas, ventilación adecuada, espacios abiertos o al aire libre. Una apuesta por lo natural y el contacto con la naturaleza.
¿Cuál es la clave de tu éxito?
Escuchar detenidamente al cliente, porque eso permite que mis obras sean únicas, distintas. Una de mis premisas es que nadie sepa dónde se compraron los muebles o que a simple vista digan: “esto es de Daniela León”. Busco que lo estético y el buen gusto primen sobre todas las cosas, y que cada cliente sienta que lo que tiene es exclusivamente suyo.
Bajo esa premisa de exclusividad, ¿cómo defines tu relación con el artesano ecuatoriano?
Muy estrecha. Tengo un profundo respeto por la mano de obra de nuestro país. He conformado un equipo de trabajo profesional y comprometido. Llevamos años de la mano. Como te comentaba, en el proceso del centro histórico, una de las cosas que más disfruté fue la de forjar nuevas relaciones con artesanos.
¿Qué viene después?
Sigo con proyectos residenciales. Cosas muy exclusivas. Pero también viene algo nuevo con Baguette, vamos a rediseñar el local ícono en el sector de la Amazonas.
¿Cuáles son tus datos de contacto?
Pueden ver mi trabajo en mi cuenta de Instagram @danielaleondecoradorainterior y en mi página web: danielaleonmuirragui.com
Ahí podemos apreciar tu proceso creativo…
Y ver un poco de lo que soy, de lo que he creado. Mi entrega hacia la arquitectura y el diseño es completa.