En dicha conferencia se llegó al consenso de buscar ciudades compactas, abiertas, e inclusivas. Es decir, las ciudades deben convertirse en lugares más diversos, con mayores niveles de densidad poblacional para así garantizar ciudades más inclusivas. Dicho modelo de ciudad se enmarca en alcanzar los objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por la Asamblea General de Naciones Unidas.
El reto es mayor para las ciudades en desarrollo que experimentan un acelerado crecimiento demográfico y procesos de migración desde zonas rurales hacia la urbe.
¿Dentro de este marco, cómo el Municipio de Quito proyecta el desarrollo urbano sostenible y económicamente asequible de Quito hacia el futuro?
Para el Ecuador fue muy importante que se haya desarrollado un evento de tanta trascendencia. Aquí básicamente, se impulsó el concepto de las ciudades compactas para obtener un desarrollo urbano sostenible e inclusivo. Se plantea primordialmente un ordenamiento territorial, que ayude al desarrollo social y la conservación ambiental. Se busca ciudades amigables con el medio ambiente, e inclusivas con diversos segmentos de la sociedad. En tal sentido, y acorde a los lineamientos de Hábitat III, buscamos la generación de ciudades compactas que básicamente busquen crecer en altura, lo cual conlleva múltiples beneficios. Esto se traduce en una ciudad empática con sus ciudadanos, acercando los beneficios que la ciudad ofrece a todos sus habitantes y logrando así que la meseta central se reactive.
Quito, al igual que numerosas ciudades en desarrollo sufre la patología de crecer, acelerada, desordenada y horizontalmente. Esto conlleva a innumerables externalidades negativas, entre ellas: problemas de movilidad, contaminación, problemas ambientales, inseguridad y adicionalmente segrega hacia la periferia a los sectores más vulnerables de la población. ¿Cómo mitigar estos problemas?
Las ciudades han vivido procesos de desarrollo predominantemente horizontales, lo cual empieza a generar graves problemas, sobre todo en los países que tenían un ordenamiento territorial menos actualizado. Esto implica que las construcciones de vivienda se vayan hacia las montañas, consecuentemente vemos manchas urbanas irregulares que empiezan a tomarse las áreas protegidas, puntualmente como es en el caso del Bosque Protector Pichincha.
La principal solución para corregir las externalidades negativas ambientales es el crecimiento de la ciudad en altura. Recientemente escuché una conferencia del Dr. Julián Mora Aliseda – profesor de la Universidad de Extremadura – donde argumentaba que, si Barcelona no hubiera adoptado ya los lineamientos previstos por Hábitat III, Barcelona hubiera llegado hasta Alicante en su expansión horizontal.
Consecuentemente desde el Municipio se está trabajando en el Plan de Uso y Gestión de Suelo (PUGS), donde se plantea una ciudad compacta con un modelo territorial basado en centralidades, permitiendo que su morfología urbana gire en torno al metro. Este nuevo modelo de movilidad cambiará toda la visión de la ciudad, obteniendo como resultando viajes más cortos, acercando el sur de la ciudad con el norte sirviendo como un eje transversal de conectividad.
Estudios han demostrado que, para los municipios, el dotar de servicios públicos e infraestructura para los desarrollos de vivienda social, ubicados en la periferia es aproximadamente 18 veces más costoso, que asignar recursos en zonas con infraestructura, servicios y accesibilidad ya existentes ¿Cómo generar una ciudad más inclusiva y con una adecuada provisión de servicios?
Para mitigar este crecimiento horizontal que acarrea problemas económicos, ambientales y de segregación social y territorial, se busca promover un modelo territorial basado en centralidades. Cada centralidad busca dotar de mayores servicios públicos a los ciudadanos, mediante una mayor densidad habitacional. Lo que se pretende es que dentro de cada centralidad en un lapso máximo de 15-20 minutos, los ciudadanos deben llegar a servicios que provean salud, educación, seguridad y ocio. Esto sería posible fomentando una regeneración urbana, y un mayor aprovechamiento del “uso de suelo” en zonas que ya gozan de estos servicios y no están siendo aprovechados.
Adicionalmente, desde el punto de vista económico, la construcción en altura debe verse como oportunidad para la generación de recursos para la ciudad. Existen dos mecanismos planteados, que permiten densificar la ciudad y financiar nuevos servicios públicos. El primero es mediante la recaudación adicional que generarían la masa de pago de impuestos prediales, que surja fruto de la mayor cantidad de viviendas. El segundo mecanismo, es mediante la concesión onerosa de derechos, el cual es un pago que permite al dueño del terreno edificar una mayor cantidad de pisos. Para esto existen tres tipos de edificabilidades: básica, máxima y especifica. Estos mecanismos plantean generar una ciudad con centralidades suficientemente densas que faciliten la provisión de servicios públicos, y ayuden a corregir esas inequidades que es otro de los mandatos de Hábitat III.
Considerando que hay una importante demanda habitacional desatendida, y que la actual oferta inmobiliaria se encuentra rezagada, y es poco asequible para la población ¿Cómo garantizar que la concesión onerosa de derechos no encarezca la oferta inmobiliaria? Es decir, ¿Cómo generamos esa ciudad compacta e inclusiva que sea a su vez asequible para un amplio segmente de la población?
Desde el municipio estamos conscientes de esta problemática. Por ejemplo, se está trabajando en varias iniciativas, entre ellas, la reforma a la Ordenanza Bicentenario. La idea es que las viviendas de interés social y público no sean segregadas a la periferia, sino que también se queden en la meseta central. Puntualmente, en la reforma que se está trabajando se establecen incentivos para los proyectos que incluyan viviendas de interés social y público. Para facilitar esto, la reforma contempla que estas viviendas, no necesariamente sean construidas en los proyectos, sino que se edifiquen en áreas cercanas a la zona de influencia.
Sin embargo, es necesario contemplar recolección de recursos mediante la concesión onerosa de derechos, ya que desde el municipio tenemos que cumplir con lo que está establecido por ley. Ahora lo importante es que, en conjunto con la Secretaría de Territorio Hábitat y Vivienda, se verifique adecuadamente cuáles serían los equilibrios que permitan lograr que la ciudad empiece a generar estas construcciones, que satisfagan a la demanda desatendida. De esta manera se plantea generar un mayor dinamismo urbano para las nuevas centralidades. La idea es democratizar la ciudad para todos los ciudadanos, incrementando la densidad y la oferta de vivienda.
Urbanistas afirman que el éxito de una ciudad moderna está representado en la posibilidad de que distintos segmentos de la población interactúen en un mismo espacio urbano. ¿Qué acciones se están tomando para alcanzar este objetivo?
Tanto el nuevo Plan de Uso y Gestión de Suelo, como la reforma a la Ordenanza Bicentenario, buscan precisamente generar más espacio público. Por ejemplo, para construir en altura, la idea no es que la altura se genere a partir de tres metros de distancia entre bloques, sino que existirá la normativa que permita que los edificios que crezcan en altura se hagan más delgados, consecuentemente en la parte baja se gana espacio público. Los parques, bulevares y proyectos como el Corredor Metropolitano contemplan estos renovados espacios públicos, para que los disfrute la ciudadanía.
Adicionalmente, uno de los problemas que tenemos en Quito, es que en la meseta central tenemos bastantes zonas deprimidas. Esto sucede básicamente porque los usos del suelo no están bien aprovechados o destinados para otros usos. Consecuentemente, se deben generar incentivos para que se aprovechen más estas zonas y se pueda disfrutar más de los espacios públicos.
Efectivamente, los espacios públicos se tornan en elementos cruciales para generar ciudades inclusivas y mitigar las brechas de segregación territorial. Sin embargo, el éxito de un espacio público no solo depende de su espacio físico per se, sino en la producción social y cultural que surja en dicho espacio. ¿Como alcanzar esto?
La idea es dotar de la suficiente vitalidad y densidad a estas centralidades para que los espacios públicos se enriquezcan de la diversidad. Proyectos como el del Corredor Metropolitano, plantea que los espacios públicos estén rodeados de teatros, universidades, restaurantes, centros artísticos y culturales. Esto es únicamente posible con una mayor densidad en dichas zonas. El concepto de la ciudad compacta y abierta es que se incremente la oferta cultural, y que esta sea asequible y atractiva para todos. Para esto, es fundamental que no se produzca el fenómeno que ya estamos viviendo, en el cual en las zonas centrales existen viviendas caras y las más asequibles queden segregadas a la periferia. La ciudad inclusiva tiene que construirse a partir de una lógica de planificación, que fomente la densidad e inclusión – una construcción de la ciudad de adentro hacia afuera.
En Hábitat III las Naciones Unidas enfatiza en la necesidad de densificar las ciudades, y determina el rol fundamental que tienen los gobiernos locales, para facilitar el desarrollo de políticas e instrumentos para mejorar la provisión de servicios públicos y la oferta de vivienda. ¿Que acciones se han planteado desde el cabildo?
En años anteriores, con la ordenanza Plan Bicentenario se trató de hacer un primer ensayo sobre esto. Lamentablemente no ha funcionado bien, ya que no se ha generado nueva oferta de vivienda como la que se tenía previsto. Uno de los limitantes es la gran dispersión parcelaria en la zona, y que no se generaron los incentivos necesarios para regenerar el sector. Con las reformas planteadas se busca fomentar el crecimiento de la zona, dotándola de mayor vitalidad y densidad. Igualmente, esto facilitaría el mejoramiento del parque, tanto en su infraestructura como en su oferta cultural.
Los instrumentos planteados buscan fomentar la oferta de vivienda en las nuevas centralidades. Por ejemplo, no sólo en el norte, sino también al sur de la ciudad como en la Av. Morán Valverde. Estas zonas tienen un gran potencial de crecimiento y son una oportunidad para generar nueva oferta de vivienda, y una adecuada renovación que genere incentivos para atraer a más residentes en estas zonas. Igualmente, es fundamental fomentar un mayor aprovechamiento del uso del suelo, y densificación en zonas aleñadas al metro, mediante nueva oferta de vivienda y líneas transversales alimentadoras. Esta densificación se torna fundamental para garantizar una masa crítica de usuarios, que permite una operación financiera más eficiente y sostenible del metro de Quito.
Actualmente el Plan de Uso y Gestión de suelo (PUGS), y la reforma a la Ordenanza Bicentenario, son importantes pasos que se están tomando para la consolidación de un Quito moderno. Estos instrumentos están siendo trabajados por la Secretaría de Territorio Hábitat y Vivienda con los lineamientos dictados en Hábitat III, y tienen que ser aprobados en el seno del Concejo Metropolitano vía ordenanza. Los mismos tenían que haber sido aprobados hasta mayo del 2020, sin embargo, por la pandemia la Asamblea Nacional estableció el plazo máximo para la presentación del PUGS hasta septiembre 2021 como fecha tope. En lo que respecta al PUGS esperaríamos que este febrero ya esté en la Comisión de Uso de Suelo.
Estos instrumentos han sido técnicamente trabajados, y van más allá de una visión política o de desarrollo específico, ya que han sido dictados por las Naciones Unidas y adoptados mediante Hábitat III por 197 países. ¿Cree que estos proyectos serán entendidos como tal, dentro del Consejo Metropolitano de Quito y por los distintos gremios?
En la gran mayoría de discusiones que hemos mantenido, se hace referencia a lo planteado por Naciones Unidas en Hábitat III. Existe consciencia de que Naciones Unidas, es quien impulsa la visión del desarrollo armónico de todas las ciudades intermedias del planeta, ya que el crecimiento vendrá predominantemente no de las ciudades grandes, sino de las ciudades intermedias. Consecuentemente, Quito tiene una responsabilidad importante de alinearse a este modelo de ciudad moderna. Considero que hay información suficiente, que se ha socializado con los distintos actores, como para comprender que estos instrumentos contemplan los dictámenes de Hábitat III. Los mismos han sido conceptualizados en torno a una ciudad compacta e inclusiva, que contempla al desarrollo desde una óptica de productividad, inclusión y justicia social.
Y para cerrar…. el concepto de la ciudad compacta se fundamenta en rigurosos estudios, que han identificado una fuerte relación directa entre los niveles de productividad de una ciudad, y sus niveles de densidad poblacional. ¿Cómo se enlazaría esto con la visión de Quito 2040 para convertir a la capital, en una ciudad más productiva, competitiva e inclusiva?
Efectivamente la productividad va de la mano con la densificación. Una normativa más adecuada y moderna va a generar mayor productividad para todos los ciudadanos. Uno de los principales factores es el hecho de que se acortan los tiempos de viaje, ya que la gente está más cerca, consecuentemente se gana eficiencia y productividad. Más, aún en el siglo XXI, donde el tiempo se vuelve un factor muy valorado. Igualmente hay un efecto colateral sumamente positivo, en cuanto a los aspectos ambientales ya que con menos traslados se genera menos congestión y menos emisiones de CO2.
En paralelo, se han detectado otras ineficiencias que están tratando de ser mitigadas mediante ordenanza. Nos hemos encontrado con varios problemas, por ejemplo, los mapas que manejaba la Unidad de Catastro no eran los mismos que manejaba la Secretaría de Territorio Hábitat y Vivienda. Igualmente, se está trabajando en mecanismos que faciliten la regularización de áreas, lo cual actualmente es un trámite engorroso. La idea es incorporar mecanismos tecnológicos para solucionar estos inconvenientes y que toda la ciudadanía pueda tener un mayor acceso a la información.
Finalmente, no podemos olvidarnos que Quito contempla las zonas de Mejía y Cayambe, hay que ver cómo incorporar a estas zonas para articular una coordinación productiva y moderna, que permita fomentar un desarrollo sostenible para todo el Distrito Metropolitano.