Daniela Creamer de Dassum
GUAYAQUIL
Por: Caridad Vela
Diciembre 2013, Enero 2014
A los espíritus honestos no les pasan los años, reflexioné al despedirme de Daniela. A pesar de que nuestro último encuentro fue hace varias lunas, su esencia de mujer amable, extrovertida y feliz, sigue intacta. Qué gratas son las miradas que descubren ilusión por vivir un día más.
Daniela es hija de padres ecuatorianos, por sus venas corre sangre española, alemana e irlandesa, pero se considera 100% latina. Por esas cosas del destino, ella y sus seis hermanos nacieron en Venezuela. “Mi padre fue ingeniero civil, y en un momento de su vida, recién casado con mi madre, decidió que en Venezuela había mayor potencial de crecimiento. Se trasladaron a ese país y los siete hermanos nacimos allá”, recuerda.
Regresaron a Ecuador después de la muerte de su padre, acompañados de la extraordinaria mujer que es su madre. Ella, con la nostalgia del caso, empacó recuerdos y vivencias con la certeza de que en su país natal estaría más segura. “Quien ayuda a una viuda con siete hijos tendrá mucha suerte en la vida”, era su lema, y así fue, pues familiares y amigos la acogieron con mucho cariño.
Pasaron los años y Daniela contrajo matrimonio con Morice Dassum. Junto a sus tres maravillosos hijos viven la última época en su espectacular departamento en la Torre del Hilton Colón en Guayaquil. El 2014 llegará con casa nueva, y mientras la construcción avanza a paso firme, la ilusión del traslado se deja sentir en la familia.
¿En dónde está ubicada tu nueva casa?
En Samborondón. Tengo que confesar que mi vida cambiará drásticamente porque la ubicación de mi departamento, en la Torre II del Hilton Colón Guayaquil, es espectacular. Estamos en el corazón de la ciudad, y por si eso fuese poco, los niños son los mimados del hotel. Nuestra vida ha sido muy divertida con el ir y venir de tanta gente, con la agradable música en tantos ambientes distintos, la piscina, el spa donde hago mi bailo-terapia, y tantos restaurantes deliciosos.
¿Por qué decidiste mudarte a Samborondón?
La principal razón es más de carácter emocional que de ubicación. La casa está en una urbanización familiar y los niños adoran a sus primos. Todos tenemos una maravillosa relación, compartimos muchas actividades, somos una familia muy unida y eso es algo que valoro tremendamente. La próxima Navidad estaremos ya en la nueva casa, y desde ahora me la imagino como una noche muy especial.
¿Cómo va la construcción?
Tuve la fortuna de que Morice me dijo que escogiera la casa de mis sueños, y lo hice tal cual la había soñado desde que viví siete años en Italia. Me encanta la arquitectura mediterránea neo clásica, y con el apoyo del Arq. Diego Arteta logramos el diseño ideal. Hemos terminado la obra gris; viene por delante la arquitectura interior y los detalles de decoración que, si bien es algo complicada, estoy fascinada de sentir que la materialización de mi sueño está cerca de realizarse.
¿Cómo será la decoración?
Mi estilo no es purista ni estricto. Por el contrario, quiero impactar con una línea moderna combinada con elementos clásicos. Morice es clásico puro, y se resiste un poco al cambio en la decoración, pero el acertado apoyo de Diego, su profesionalismo para escuchar y entender las dos opiniones, está dando fantásticos resultados. Hemos generado una especie de complicidad para lograr que prevalezca mi línea ecléctica y atemporal, manteniendo la intención de Morice.
¿Toda la familia da su opinión?
Todos hemos aportado y hemos disfrutado cada momento. Las niñas sueñan con dormitorios súper modernos; Morice necesita su piscina, porque la natación es su deporte favorito; y habrá un BBQ para disfrutar en familia y con amigos los fines de semana. Yo, evidentemente he encontrado el lugar ideal para tener mi biblioteca y una sala con pantalla de cine. Las áreas sociales han sido decisiones de consenso en las que Diego ha aportado muchísimo. Su buen gusto, y la enorme capacidad que tiene para interpretar nuestras ideas, han provocado que los ambientes sean muy especiales. No hay excesos, los espacios son amplios y bien aprovechados, la distribución es ideal para nuestro estilo de vida.
¿Tu personalidad estará plasmada en cada rincón?
La decoración es una de mis pasiones, y la arquitectura una de mis intenciones frustradas. Me la he pasado mirando revistas y visitando almacenes de decoración en todos mis viajes para analizar alternativas, pero he dado importancia prioritaria a ciertos aspectos intangibles que son fundamentales. Por ejemplo, necesito que la luz natural penetre no sólo en los espacios físicos, sino en mi vida. El viento y la brisa me llenan de ánimo, los espacios amplios me dan sensación de libertad. Con eso como base, lo tangible se integrará adecuadamente para completar la esencia de lo que somos y lo que queremos.
¿Qué materiales has elegido para los acabados?
Me encantan los materiales naturales y las tonalidades claras. Afortunadamente encontré exactamente el mármol que quería, muy elegante y al mismo tiempo fresco, que por su color ilumina los ambientes. Para los dormitorios optamos por la calidez de la madera, y para la cocina nos decidimos por una empresa italiana que nos presentó un diseño con materiales espectaculares.
¿La cocina merece especial atención?
Es uno de los espacios determinantes en nuestra vida. Uno de los requisitos de Morice fue que hiciéramos un rincón especial sólo para él. Le encanta cocinar, y las niñas empiezan a mostrar una especie de adicción a esta actividad. De hecho, la cocina inicial terminó siendo dos cocinas, una para el día a día, y otra para estos hermosos momentos familiares en lo que ahora conocemos como “el rincón de Morice”.
¿Hace cuánto te mudaste a Guayaquil?
Hace 15 años, cuando me casé. Cuando estaba enamorada de Morice y venía a visitarlo, paseábamos tomados de la mano entre las estructuras de estos edificios que hoy son el Hilton Colón y las torres de apartamentos. Éramos muy jóvenes y a mí me impresionaba la magnitud del proyecto. Las enormes torres, galerías comerciales, restaurantes; la tremenda envergadura de todo me hacía pensar que nunca se acabaría. Pero Morice tiene mucha energía para trabajar, es emprendedor y persistente como su padre.
¿Vives aquí desde que te casaste?
Sí, pero el departamento ha tenido ciertos cambios a medida que la familia crecía. Al principio teníamos un apartamento más pequeño, pero con mi primer embarazo decidimos agrandar el espacio y compramos el apartamento contiguo. Al poco tiempo llegaron dos hijos más y compramos el tercer departamento, junto a este. Puse a volar mi creatividad para crear espacios funcionales, unos sobrios y otros divertidos, armando esta especie de rompecabezas para que todos tengamos lo que necesitamos para el día a día.
¿Cómo ha sido tu vida en el Hilton?
Maravillosa sería decir poco. Honestamente debo decir que la ilusión que tengo de mi nueva casa es indescriptible, pero está matizada con algo de nostalgia por dejar atrás este lugar. Imagínate las ventajas que tienes al tener un departamento en la torre que está junto al hotel. Todo está al alcance de mi mano. Piscina, spa, peluquería, siete restaurantes con diferente gastronomía, colaboradores que en un momento dado te prestan la ayuda que requieras, alta seguridad y la mejor ubicación de Guayaquil.
¿Qué destaca en la decoración?
Un marcado estilo clásico en muebles y accesorios que era la tendencia cuando me casé. Han transcurrido 15 años, la vida no es estática, está llena de anhelos y nuevas ilusiones, de horizontes distintos que ahora tengo la oportunidad de plasmar entre las paredes y techos de lo que será nuestro nuevo hogar. Mi personalidad es extrovertida, alegre y descomplicada, y eso es lo que quiero reflejar en los ambientes de la nueva casa.
Veo que tienes un teatro…
El espacio recreativo que inventé para los niños en este departamento es el fiel reflejo de mi pasión por el séptimo arte. Hice para ellos un auténtico teatro, con todas las de ley, donde escriben guiones, se disfrazan para representar a los personajes de sus historias, y hacen presentaciones con sus amigos. Es diversión sana y compartida que los entretiene por horas.
¿De dónde nace tu afición por el cine?
Me lo inculcó mi padre desde pequeñita, era la actividad fija de todos los domingos. Íbamos a misa en la mañana, luego al club donde él jugaba golf y nosotros gozábamos en la piscina, almorzábamos juntos, y en la tarde íbamos al cine o a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Venezuela. El cine era nuestra gran afición. Mi madre se identificaba mucho con Doris Day y a mi padre lo llamaban Cary Grant.
¿Transformaste esa afición en tu profesión?
La vida debe ser una secuencia de decisiones que te llevan a materializar las pasiones que tienes. Mi gran sueño fue ser directora de cine, o actriz, y me acerqué lo más posible a ello. Gané una beca para estudiar periodismo dirigido al cine en Italia, una carrera por demás interesante que involucra varios aspectos artísticos y culturales. Ese fue el camino que encontré para estrechar mi contacto con el cine. Pocos años después de graduarme, en 1989, aterricé por primera vez en el famoso Festival de Cannes.
¿Qué vino después?
Berlín, Venecia, San Sebastián y todos los festivales de cine más importantes del mundo. Mi labor periodística la empecé entrevistando a actores y directores para Diario El País de España, y paralelamente para Diario Hoy de Ecuador. Más tarde colaboré con Revista Diners y actualmente escribo para El Universo. El contacto con el séptimo arte y la posibilidad de conocer gente maravillosa han sido experiencias enriquecedoras desde todo punto de vista. Hoy me emociona ver el gran momento por el que atraviesa el cine ecuatoriano.
¿La equitación es otra de tus pasiones?
Mi familia, los caballos y el cine son mis pasiones. La equitación es una actividad que me mantiene sana mental y físicamente. Montarse en un caballo tiene un paralelismo mágico con la intimidad del ser humano. Sientes que vuelves a vivir, te llena de adrenalina y te energiza, dispersa tu mente y te aleja de lo mundano para absorberte en un mundo que te envuelve con la naturaleza, el aire libre, y el animal. La equitación es un deporte que no diferencia género, no limita ni divide al hombre de la mujer; y lo compartes en familia pues en la misma cancha entrenan y compiten chicos y grandes. Mi hija Daniela heredó esta pasión, y también mi caballo. Ahora es ella quien monta a Flor de Mayo.
Dicen que la comunicación entre jinete y caballo pertenece a una dimensión distinta…
Totalmente. Tanto así que al caballo lo valoras por la relación que logras con él, más que por su genealogía. Tengo muchísima afinidad con mi caballo, desde que lo monté por primera vez sentí esa química inexplicable que eliminaba toda posibilidad de faltas en la cancha. No hay peleas ni forcejeos cuando lo monto, somos dos seres mimetizados en uno a través de los sentidos, de un lenguaje sin palabras.
¿Algún sueño que te quede por cumplir?
Muchos. No dejo de soñar. Dicen que uno ha vivido a plenitud cuando ha escrito un libro, ha tenido un hijo y ha sembrado un árbol. No he escrito el libro, pero hice la película Retazos de Vida. Tengo tres hijos que son mi tesoro más preciado. No he sembrado un árbol, pero creo haber sembrado el ejemplo de ser una persona con valores, con muchas ganas de disfrutar la vida, y que agradece a Dios por las bendiciones que recibe cada día.