Por Gabriela Burbano
Renace un referente del movimiento cultural
No hace falta cerrar los ojos para imaginarse las grandes noches que los amantes del arte y la cultura disfrutaron en el emblemático Teatro Bolívar desde su inauguración en 1933 hasta la década de los 70s. Solo es necesario recorrer sus espacios, plasmados no solo de llamativos elementos decorativos, sino del recuerdo de riquísimos encuentros del público y los grandes artistas que alguna vez pisaron este escenario.
Ubicado en la periferia inmediata de la que ha sido la plaza central de Quito desde su fundación española, el Teatro Bolívar se construyó sobre los terrenos que alguna vez ocuparon dos casas de propiedad de la familia Palacios, en la calle Espejo, entre Guayaquil y Flores, y que fueron derrocadas para su edificación.
El diseño del Bolívar estuvo a cargo de la afamada firma de arquitectos de Filadelfia, Hoffman & Henon, especializada en la construcción de teatros, mientras que de su edificación se encargó al arquitecto Augusto Ridder. Considerado como un símbolo del Art Deco, fue declarado patrimonial en su totalidad y forma parte del inventario que la UNESCO levantó para proclamar a Quito como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Con una capacidad para 2.400 espectadores, desde sus inicios este teatro se convirtió en un referente de cultura presentando espectáculos de primer nivel no solo en el ámbito local, sino que llegó a ser el principal escenario de eventos de gran magnitud en la costa del Pacífico, acogiendo a grandes directores como Leonard Berstein con la Filarmónica de Londres; a famosas compañías de ballet como el de Miami, el Bolshoi de Rusia y el de Hartford, que contaban con numerosos elencos y presentaban obras de gran envergadura a un público entusiasta por la propuesta artística.
El Teatro Bolívar operó como anfitrión de este tipo de espectáculos hasta los años 70. El auge de la televisión y el cine cambiaron las preferencias del público, y eso ocasionó que en las décadas de los 80 y 90s, el Bolívar se arriende a una empresa que se dedicaba a la proyección de las películas de moda. A mediados de los 90 el contrato de arrendamiento concluyó, y se emprendieron los trabajos de recuperación de este escenario que estaba significativamente deteriorado por el uso y el paso del tiempo.
A poco de completar su recuperación integral, la historia del Teatro sufrió un fuerte golpe. En agosto de 1999 se desató un devastador incendio que afectó a más de un 70% del inmueble. Desde entonces la Fundación Teatro Bolívar, receptora del aporte de algunos organismos internacionales, embajadas y personas particulares, no ha detenido la tarea de recuperar este sitio emblemático en la memoria de nuestra ciudad.
UN VIAJE NOSTÁLGICO Y PROMETEDOR
Entrar a la sala principal del teatro quita el aliento. Un enorme escenario vestido con telones rojos se observa al frente. El fuerte color contrasta con los arcos dorados sostenidos por grandes columnas decoradas con pintura marmoleada.
Sobre la platea provista de cientos de butacas originales recuperadas se aprecia el techo abovedado, que después del incendio desapareció, y que finalmente ha podido reconstruirse para devolverle a este lugar la excelente acústica con la que fue creado.
En la parte alta del enorme escenario aún se conserva una pantalla de cine, la tramoya original de madera con pesos y sogas, y el puente que sirve para operarla.
La zona más afectada fue el recordado Wonder Bar, que aunque no ha podido restaurarse en su totalidad, ya está operando y es actualmente un espacio para la presentación de propuestas culturales y artísticas dirigidas a la juventud. La belleza de este espacio permanece aún debajo del hollín y seduce a quienes buscan un sitio diferente para realizar bodas, lanzamientos de productos o escenas de películas.
Hoy los espacios se mantienen libres para dar cabida a los nuevos eventos. Llaman la atención algunas butacas recuperadas que se ubicaban en los elegantes palcos, que retapizadas con un estilo moderno le dan a esta joya arquitectónica un bien logrado estilo ecléctico.
El aporte de quienes sienten una conexión con este escenario por lo que ellos, sus padres o sus abuelos vivieron allí, ha sido el pilar que ha sostenido el proyecto de recuperación de un espacio que no busca solamente recuperarse a sí mismo, sino dinamizar la oferta cultural y apuntalar su apreciación por parte de los nuevos actores de una sociedad que necesita ampliar sus horizontes y mantener su memoria.