Por: Alegría Guarderas
Fotos: Fundación Municipal de Turismo para Cuenca
El Corpus Christi o “Septenario”, una de las festividades más coloridas e importantes del país, es reflejo de la diversidad y riqueza cultural de Ecuador. Cada año miles de personas acuden a Cuenca para participar de esta gran fiesta que tiene maravillas por ofrecer.
El Corpus Christi se instauró a partir de la colonización y evangelización española, y desde entonces los indígenas enraizaron e incorporaron sus costumbres a esta fiesta. Desde 1557 ha sido una de las principales tradiciones religiosas en Cuenca, pero anteriormente se le conocía como la “Fiesta de la Ciudad”. Además, está íntimamente relacionada con el período y celebración de la cosecha.
Esta celebración tiene una connotación religiosa, pues su nombre significa “Cuerpo de Cristo” y representa la presencia real de Cristo en la hostia consagrada. Así también hace alusión a la última cena, noche en la que Jesucristo instituyó la Santa Eucaristía por medio de la consagración del pan y el vino, y encargó a sus apóstoles que continúen y cumplan con este dogma católico: “haced esto en conmemoración mía”. Para los católicos creyentes esta fiesta es de gran importancia, ya que les recuerda que Jesús está presente por medio de este alimento espiritual y de salvación.
Cuenca se convierte en un escenario de devoción durante los siete días en los que se desarrolla la fiesta. Se realizan actividades de carácter religioso como procesiones, misas y actos litúrgicos. El Santísimo Sacramento permanece expuesto en el Altar Mayor de la Catedral de la Inmaculada Concepción para que los feligreses puedan adorarlo, alabarlo y hacer plegarias.
El inicio de la celebración del Corpus Christi se da el noveno jueves posterior a Jueves Santo, día en el que el Obispo celebra una solemne misa para dar comienzo a la festividad, la cual continúa por siete días consecutivos, y por ello el nombre de “Septenario”.
Grupos de danza folclórica y bandas de pueblo hacen sus presentaciones y amenizan la celebración. Una de las actividades más esperadas y predilectas del público es el castillo de fuegos artificiales que tiene alrededor de 4 metros de altura, y que a medida que va desprendiendo luces de bengala, silbadores, cohetes y más tipos de pirotecnia, se convierte en un espectáculo lleno de color que deja boquiabierto a quien lo mira.
En las noches estos fuegos pirotécnicos alegran la velada, y además resulta deslumbrante admirar la iluminación que ensalza la belleza arquitectónica del Parque Central Abdón Calderón, la Catedral de la Inmaculada Concepción y el Centro Histórico de la ciudad. Durante esta fiesta se siente un ambiente de orgullo, unidad, fraternidad y felicidad.
Uno de los principales atractivos son los tradicionales y típicos “dulces del Corpus”. La elaboración de estos dulces es una costumbre iniciada por las monjas de los conventos y las familias pertenecientes a la nobleza cuencana, que los preparaban para obsequiarlos a personas cercanas. Hoy son delicias elaboradas con recetas que han pasado de generación en generación, y se ofrecen en varios quioscos en parques y plazas.
Estas golosinas deleitan a todos los turistas que las prueban, pues además de ser deliciosas, llaman la atención por el colorido y diferentes texturas que las caracterizan. Quesadillas, turrones, rosquillas, suspiros, galletas de ajonjolí, alfajores, quesitos (dos hostias que contienen en la mitad dulce de leche), son apenas algunos de los manjares que se pueden encontrar en los diferentes puntos de venta que están decorados con artesanías cuencanas. Es imprescindible probar al menos una de estas opciones, y comprar una o dos tarrinas con dulces surtidos para regalar en casa. Seguro se le agradecerán.
Disfrutar de la fiesta del Corpus Christi es una experiencia que te envuelve con tradición, religión, folclor, cultura e identidad. Si no la ha vivido aún, definitivamente vale la pena programar una visita para la siguiente ocasión; y de paso, aprovechar la gastronomía y turismo que ofrece la maravillosa ciudad de Cuenca, la cual además es reconocida por sus artesanías y joyería.
Cuenca fue declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. No es de asombrarse, pues esta urbe posee un encanto único, y conquista a quien la visita porque parece haber salido de una pintura. Turistas de todas las nacionalidades la visitan, y muchos de ellos hacen de ella su hogar.