SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO
Por: Caridad Vela
Fotos cortesía: Eduardo Romero
Los corazones de los ecuatorianos se abrieron de par en par para recibir al líder mundial de la Iglesia Católica. Tres días se sucedieron en un entorno de oraciones, cánticos, lágrimas y sonrisas de los millones de fieles que acudieron a recibirlo. Con las emociones a flor de piel y la esperanza dibujada en muchos rostros, Ecuador dio la bienvenida al Papa Francisco.
Queríamos escucharlo, los más avezados queríamos tocarlo, y muchos nos conformamos con intercambiar contacto con aquellos ojos que, aun a la distancia, transmitieron paz y amor a quienes con su mirada acariciaron. Sin distingos de ninguna índole, el país entero fue beneficiario de las cariñosas frases y amables sonrisas que el Papa compartió con quienes en el camino esperaban su paso.
Muchas almas tocó al recordarnos que la simpleza de la felicidad está en el amor al prójimo, en el respeto a la familia, y en la inclusión de todo ser en la sociedad. Inefables reflexiones acudieron a nuestras conciencias que a la postre cada uno interpretará a su manera, pero sin lugar a dudas, esta experiencia deja marcada su huella en nuestro íntimo ser.
Varios lugares acogieron la llegada de Francisco. Entre ellos, el Santuario de la Divina Misericordia en Guayaquil, cuya historia empezó en abril de 2007, cuando se inauguró el Altar para el Señor de la Divina Misericordia en La Catedral, y acudieron más personas de las esperadas. Esto motivó a que Monseñor Antonio Arregui de la Arquidiócesis de Guayaquil impulsara la construcción del Santuario, y ese mismo día surgió la iniciativa de Eduardo Romero Carbo y Lucette Alcívar, su esposa, por sumar esfuerzos a este proyecto de fe católica.
La construcción se dio gracias al esfuerzo de muchos corazones anónimos, quienes ladrillos a ladrillo y centavo a centavo hicieron realidad un sueño de esperanza. Eduardo Romero, ingeniero de profesión, católico por convicción, y devoto de la imagen del Señor de la Divina Misericordia, hizo frente a la construcción de este proyecto que además representaba el cumplimiento de un tácito compromiso que Lucette, al ser Presidenta de la Asociación de la Divina Misericordia, tenía consigo mismo y con Dios.
DATOS
- Km 26 vía a la Costa. Guayaquil, Ecuador.
- (593) 4- 288-6303
- www.jesusdelamisericordia.com
Dicen que la fe mueve montañas, y en este caso, del dicho se ha pasado al hecho. Faltan las palabras para describir este maravilloso Santuario, la emoción de visitarlo es difícil de transmitir, es un lugar único por más de un motivo, y majestuoso se erige en Guayaquil para beneficio de todos los ecuatorianos. Jamás se borrará la imagen del Papa Francisco impartiendo su bendición desde el portón de entrada. En silencioso y eterno recuerdo evocaremos su presencia en momentos de oración.