Por Caridad Vela
Construir de cero invoca un universo de ideas que se implantarán en un espacio abierto, vacío, lleno solo de cielo y tierra, que permite cualquier invasión. Reconstruir, por el contrario, presenta desafíos creativos impredecibles, inesperados, y limita las posibilidades al plantear una base preexistente.
Al arquitecto Mathieu de Genot, de origen franco ecuatoriano, lo inspiran los retos. Estudió en Europa y Estados Unidos, tiene un mix muy ecléctico, sin embargo, cada obra, sea nueva o reconstrucción, es como un lienzo en blanco que espera su trazo. La mente empieza a volar al primer contacto con el cliente, se adentra en su personalidad hasta entender sus anhelos, para ingeniosamente transformar ese sentir en la materialización de la arquitectura que acogerá su vida.
©Edgar Dávila Soto
Se expresa con insuperable solvencia y profunda pasión al hablar de su trabajo. Acumula varias obras de distinta índole, pero en esta entrevista nos centramos en transformaciones. Empezamos por una que involucró nada más ni nada menos que convertir una piscina en desuso en un maravilloso loft.
Transformar una piscina en un loft no es soplar y hacer botellas…
Nada es tan fácil, pero a la par, nada es imposible. Esta obra nace a partir de una construcción existente en una residencia ubicada en el Rincón del Condado. En este espacio hubo una piscina, sauna y cambiadores, que habían caído en desuso por dos razones principales: los hijos de los propietarios crecieron y el clima no la hacía atractiva. La llamo Casa Enterrada. El espacio colinda con una quebrada, y por esa particularidad era semi enterrado, y estaba abandonado.
¿Cuál fue la base del diseño?
Crear desde lo que había. Me encanta el reto de partir de algo existente porque me obliga a ser más inventivo. El programa era sencillo. Los clientes querían una casa para una joven pareja de recién casados, pero que tuviera potencial a futuro, cuando tengan hijos. El concepto fue diseñar una vivienda tipo loft, con espacio abierto para sala, comedor y cocina; un dormitorio máster y dos habitaciones adicionales.
¿En un terreno semi enterrado?
Precisamente por eso el real reto fue definir cómo ingresar a la casa. La piscina tenía acceso desde la casa original, pero ese acceso se selló totalmente porque esta nueva vivienda debía ser totalmente independiente, sin conexión con la otra. Para penetrar en un espacio enterrado solamente hay una opción: por el techo. De ahí que la primera parte del diseño fue encontrar el lugar para hacer el hueco donde colocaríamos una grada que descienda a los espacios habitables. José María Salvador fue el jefe de equipo en Casa Enterrada, mi brazo derecho.
¿La piscina estuvo donde ahora está la sala?
Efectivamente. Una vez solventado el ingreso, la estructura existente me permitía moldear con limitada libertad creativa los espacios interiores. La piscina estaba donde hoy por hoy están la sala, comedor y cocina, bajo una enorme claraboya que ya había en el techo, a la que pusimos vidrios nuevos y cortina a control remoto para regular la temperatura interior, que dota de luz y calor a este espacio enterrado. Pero una cosa es una piscina y otra es una vivienda, y por ello debimos abrir una zanja a lo largo de toda la pared para impermeabilizar al 100% la casa. Terminado eso pudimos empezar la renovación.
¿Cuál fue el siguiente paso?
Abrimos más claraboyas para que todos los espacios tengan luz natural. Una vez que se delimitó estos ejes de diseño decidimos incorporar el jardín trasero y diseñar la casa con ese frente, colocando grandes ventanales piso techo que dan continuidad entre interiores y exteriores. Me gustó mucho jugar con esa especie de contradicción que se genera al hablar de una casa enterrada que es extremadamente luminosa. Si la miras desde la calle no hay nada, la casa no tiene fachada, la fachada es el techo.
¿La sorpresa está hacia el lado posterior?
El wow effect se da al penetrar en este cubo, bajar por una grada flotada, y descubrir un gran espacio abierto, sumamente luminoso y cálido, que además contiene ambientes prácticos y funcionales. Es de fácil mantenimiento, toda la zona habitable está a un solo andar. Redujimos la variedad de materiales optando por colocar pisos de madera en la totalidad del espacio, incluida la cocina. Todos los baños tienen el mismo porcelanato, nos centramos en una paleta de colores neutrales y maximizamos las vistas hacia el jardín. Ningún árbol existente fue tocado, pero los iluminamos para incorporarlos a la experiencia.
¿Qué área tiene el loft?
Son 200m2 que los aprovechamos al máximo. Uno de los detalles importantes a considerar en todo diseño son los espacios para almacenamiento, sobre todo considerando en este caso que la vivienda está pensada para una futura familia. La cocina tiene muebles para guardar lo que fuera necesario, y al ser abierta hacia la sala y comedor, tiene también una despensa que es básica para que luzca siempre libre de objetos. Todos los dormitorios tienen amplios closets, además de uno adicional para ropa blanca y cuarto para lavadora y secadora de ropa.
©Edgar Dávila Soto
Funcional al 100%…
Pensamos en todos los detalles para que cada espacio sea ad-hoc según el uso que se le dará a través del tiempo con el crecimiento de la familia. Por ejemplo, los closets no tienen tiraderas ni mecanismos touch & open que tienden a dañarse con los niños que se divierten abriéndolos y cerrándolos mil veces. En su lugar diseñamos puertas que tienen destajes verticales y horizontales para abrirlas, y son iguales en toda la casa, porque lo que queríamos era unificar estilos. Diseñé la cocina considerando que cada mueble sea para cada electrodoméstico, incluso con espacios para dos basureros: uno para reciclar y otro para desechar.
©Edgar Dávila Soto
¿Satisfecho con el resultado?
Lo importante es que el cliente esté satisfecho, y tengo la seguridad de que le encantó. El único recuerdo que queda de la piscina es el hueco de la enorme claraboya, pero a partir de ahí logramos una casa fácil para vivir, abrigada, alegre, que es flexible para adaptarse a las variables familiares que se den con el paso del tiempo. Pienso que mi función como arquitecto es trabajar los deseos del cliente con mi propio lenguaje, ese es mi aporte, pero es el dueño quien debe apropiarse de los espacios.
©Edgar Dávila Soto
¿A cuánto ascienden tus honorarios por un trabajo así?
Cobro un fee fijo por la arquitectura del proyecto, que incluye diseño de iluminación, sanitarios, muebles y todos los detalles. Planteo un fee adicional por supervisión de obra si el cliente lo considera oportuno. Pienso que el seguimiento durante la construcción es fundamental porque siempre aparecen pequeños problemas que hay que solventar. Muchos arquitectos cobran porcentajes sobre los costos de la obra, pero eso es un tira y afloja constante y la verdad es que hablar de plata no es mi tema favorito de conversación.
©Edgar Dávila Soto
¿También transformaste el patio de comidas gourmet en Paseo San Francisco?
Hagamos un poco de historia para llegar a este punto. Llegué a Ecuador en diciembre 2011 y empecé a trabajar en enero 2012. Fuiste tú precisamente quien me hizo la primera entrevista en este país, para Revista CLAVE, con la remodelación de mi departamento en la Av. González Suárez. Gracias a Dios fui recibido con los brazos abiertos y tuve trabajo de inmediato. Empecé con renovaciones de departamentos, y la gente me relacionó mucho con el interiorismo, y no lo reniego, me encanta, pero soy arquitecto y quería mostrar lo que puedo hacer. Empecé a crecer y hoy tengo mi oficina de arquitectura desde donde diseño proyectos nuevos y también hago renovaciones, y diseño todo lo que puedas imaginarte. En este proceso de crecimiento Paseo San Francisco me contrató para diseñar los ambientes navideños, luego hice siete campañas para ellos actuando como freelance, fui consultor externo, y ahora soy director creativo y jefe del departamento de arquitectura del Mall.
©Edgar Dávila Soto
¿Y en ese contexto te encargaste del patio gourmet?
De remodelarlo de acuerdo al nuevo concepto de Paseo San Francisco que hoy, bajo la dirección de Jorge Gómez, tiene la óptica de crear un centro comercial de “life style”, es decir, que vende experiencias en atractivas atmósferas. La gente ha cambiado sus hábitos, ahora compra en línea porque es más rápido y cómodo, entonces hay que inventar valores agregados para que salgan de su casa y vayan a estos lugares. Con esto en mente se dio esta transformación para crear un espacio gourmet, en el que la oferta culinaria es de altísima gama, en espacios con diseño, emulando a la experiencia que se logra en el mercado San Miguel en Madrid o en Eataly en New York.
©Edgar Dávila Soto
¿Cuál fue tu aporte?
Diseñé el concepto para el espacio general, diseñé las lámparas, el mobiliario, los chandeliers, la iluminación, las estanterías para las plantas aromáticas, todo. Hay mil cosas de las que no me canso nunca. Una de ellas son los pisos blanco con negro en estilo “checkers”, que es sumamente clásico, pero cabe en un diseño que se adapta a la personalidad de los diferentes restaurantes. La paleta de colores es toda en blanco y negro con colores neutros. Había que evitar las mesas en fila, todas iguales tipo cuartel, y lo que hicimos fue incorporar tres tipos de mesas a diferentes alturas. Generamos una terraza para un bar abierto, con zona de fumadores, con la intención de lograr que la gente quiera ir y quedarse. Trabajar espacios en centros comerciales tiene sus propias complejidades, porque siempre está abierto al público, pero tengo un equipo de gente excepcional. Carolina Salgado es mi otro brazo derecho y miembro activo del equipo de diseño en Paseo San Francisco.
¿Tu galería también está en Paseo?
Sí, también soy concesionario. Tengo mi galería y mi oficina en Paseo, y de hecho fue un reto diseñar mi galería porque, si bien tuve cuatro locales anteriores, esta era la primera vez que la diseñaba y construía de cero. Finalmente podía decidir cómo colgar los cuadros, cómo iluminarlos, etc. Estaba un poco harto de clavar, desclavar, masillar, pintar paredes y todo lo que conlleva una galería de arte que se renueva con cada exposición. Hoy por hoy mi galería está 100% recubierta de una segunda piel metálica, con planchas de acero micro perforado grises, donde atornillo y desatornillo muy fácilmente. Mis montajes son clásicos, modernos y hasta locos, para que la galería se adapte a la obra y no la obra a la galería. Finalmente he logrado que mi público se sorprenda y viva una experiencia nueva cada vez que va.
©Edgar Dávila Soto
¿Tu mayor satisfacción?
El 99% de mis clientes me piden que diseñe sus proyectos y haga supervisión de obra. Cuando termina este proceso estoy tan involucrado con ellos que gano amistades de por vida. Luego quieren ayuda en la decoración de los espacios, y finalmente quieren mi consejo para la organización del huasipichay, evento al que siempre estoy invitado, ya no como arquitecto, sino como amigo cercano.