JUNTANDO SINERGIAS
Por Pamela Cevallos
La arquitectura y diseño interior van siempre de la mano. Sin embargo, fundir ambas áreas de manera armónica dentro de un mismo concepto no es fácil. No obstante, a los ojos de Santiago y Valentina nada queda fuera, todo está en equilibrio.
Santiago Larrea Uribe es arquitecto graduado en la Universidad Católica; Valentina Abedrabbo hizo su carrera en la Universidad San Francisco y su especialidad la obtuvo en Madrid. Ambos cuentan con un curriculum vitae que sorprende a su corta edad. Los honores y larga experiencia de ambos en cada ámbito dicen mucho de su dedicación a la profesión, al igual que los proyectos realizados individualmente y en conjunto.
Valentina y Santiago son pareja. El destino los unió en un proyecto que implicaba la decoración de un hotel boutique en el Centro Histórico. Ambos reconocen haberse enamorado a primera vista. “Siempre hubo mucha química. Nuestra manera de trabajar es armónica, somos súper controladores, organizados y celosos del trabajo. Confiamos en la visión del uno y del otro. El trabajo fluye porque nos complementamos. Yo hago lo visual, él ejecuta perfectamente lo arquitectónico”.
La entrevista se dio en uno de sus proyectos ubicado en La Viña, Tumbaco. Se trata de tres casas en donde su conocimiento y buen gusto se plasmaron en totalidad. Cada una tiene un estilo diferente, alineado a los pedidos y deseos de sus clientes, algo que para ellos es muy importante porque lo asumen como un desafío que los impulsa a mejorar cada día. “Este proyecto está inmerso en la naturaleza, enmarcamos el paisaje desde el interior de la casa para que el espectador lo aprecie desde adentro y lo viva afuera”.
Según Santiago, la herramienta más importante fue el uso de grandes ventanas y de los vacíos que se crean mediante el diseño arquitectónico. “Es un concepto muy simple, una arquitectura semi-purista. Las líneas rectas no compiten con lo orgánico de la vegetación, se complementan a través de espacios amplios que permiten apreciar el entorno natural. El uso de materiales ayuda mucho a respetar el espacio verde: piedra de río, mármol, el agua de la pileta y la cercanía a la naturaleza son el escenario perfecto para tener un área social abierta. El cliente quería tener una casa social, una ‘casa fiesta’, porque le gusta compartir con sus amistades”.
Desde esa visión Santiago visualizó el marco perfecto para reuniones con amigos. Además creó un porche amplio al cual logró sostener mediante una viga de hormigón y acero, con estribos de varilla fundida de hormigón, para que no existan columnas que interfieran la vista. “Las tres casas son distintas, una de ellas es rústica, pero no tenemos un estilo marcado, somos versátiles. Somos más bien ecléticos, nos acoplamos al cliente. No queremos encasillarnos y generar barreras con quienes nos contratan”, dice Santiago.
Desde el punto de vista de Valentina ninguno de sus proyectos se parece, puesto que hay mucho respeto al anhelo del cliente y su metodología de trabajo involucra a los propietarios en el diseño, logrando así identidad con cada ambiente. “Es muy importante que el ambiente, ya sea clásico, moderno, ecléctico o minimalista, sea acogedor. Queremos casas de revista, pero no de show-room, deben ser habitables, donde los propietarios sientan que se identifican y quieran vivir ahí”.
La sinergia creada entre Santiago y Valentina es vital para lograr los resultados esperados. Casi siempre coinciden en los conceptos, y cuando no sucede, prima el conocimiento de cada uno en su área. “Nos gusta cuidar los detalles porque son los que en realidad muestran una arquitectura bien hecha. El trabajo intelectual y artístico es delicado, manejar eso es muy importante cuando se trabaja en pareja, afortunadamente tenemos el mismo gusto y estilo. Ayudó mucho desarrollar nuestra relación alrededor del trabajo porque aprendimos a comprendernos”, comenta Valentina.
Juntos han diseñado hoteles, barcos, residencias y oficinas. Siempre han asumido retos muy grandes, eso les da facilidad para solucionar problemas y adaptarse a cualquier situación de la mejor manera.
En el diseño del Hotel Boutique Illa Experience, ubicado en el Centro Histórico de Quito, se ve la sinergia que durante la entrevista sacaron a relucir permanentemente. Un hotel requiere de mucho cuidado para mantener la identidad del tiempo y el espacio en la ubicación, sin dejar de lado el significado de la arquitectura colonial propia de la casa.
Traer lo tradicional al momento contemporáneo es vital, opina Santiago, pues es necesario aprovechar materiales nuevos, iluminación, tecnología, y aplicarlas a distintos estilos. La remodelación del hotel fue un gran reto. Enfrentaron el interiorismo con aportes de las tres etapas de la vida de Quito: colonial, republicana y contemporánea. “Hicimos un diseño para cada piso de acuerdo a cada etapa. Habitaciones coloniales, clásicas, republicanas, cada una con sus detalles de época. Zócalos, lámparas, artesanados reinventados para cada momento de la historia. Representamos a Quito en el hotel con una reinterpretación de detalles de las iglesias del Centro Histórico como Santo Domingo, San Francisco o La Merced”, explica Santiago.
“El hotel tenía un estilo totalmente clásico, súper femenino y romántico. Usamos los mismos materiales en los baños, pero con cromáticas distintas. En el fondo los espacios mantienen el estilo, pero los detalles cambian los ambientes. Por ejemplo, los espejos son los mismos, pero la montura que se usa define la época”, advierte Valentina.
En proyectos corporativos buscan reflejar la identidad empresarial. En algunos usan los colores propios de la empresa combinados con elementos fríos como el hormigón visto, paletas de tonalidades grises y distribuciones distintas a la oficina tradicional. “Creamos espacios de trabajo abiertos, flexibles, y buscamos contrastes. En esta área nos inclinamos a un diseño mucho más moderno, buscando familiaridad dentro de la identidad corporativa, y damos vida al lugar con tonos más cálidos”.
La visión y misión corporativas de cada empresa que los contrata son la base para crear el diseño, la creatividad nace de los valores de una empresa. “El hormigón da fortaleza, el vidrio es transparencia, así enviamos mensajes a través de los materiales que usamos. Buscamos transmitir la personalidad corporativa a través del diseño interior”.
La remodelación de ambientes en dos barcos hizo que miren con otros ojos al diseño interior. “Cuando decoras barcos las limitaciones son muy grandes. No puedes usar plantas ni elementos metálicos porque se oxidan. Hay tantas limitantes que llegas a preguntarte cómo vas a lograr hacer acogedor a ese lugar. Los barcos salen a dique y tienen una etapa de renovación. Tienes un plazo de dos meses para hacer todo. O lo haces o zarpan, no hay opción. Trabajamos en Galápagos, en Guayaquil, en tierra y agua. Son como mil metros cuadrados de área útil en un solo barco. Es una escala grande, y la logística para llevar las cosas al barco es complicada”, acota Valentina.
Pero lo complejo no impidió que el resultado final sea perfecto, de hecho, el reto le puso emoción y fuerza a su labor. Trabajar en condiciones a las que no estaban acostumbrados hizo que su conocimiento se ampliara y su curriculum se extendiera. “Te ponen un reto al frente y te emocionas, pero también te das cuenta en lo que te involucras. No tienes nada nivelado, no hay escuadras que ayuden a crear el diseño. No cualquier persona lo hace. Valentina y yo somos minuciosos en los detalles y fue un aprendizaje total”, comenta Santiago.
Para Valentina, su futuro esposo no es un simple arquitecto, ella explica que él aporta mucho al diseño interior a través de su visión arquitectónica. “Hemos logrado que quienes nos dan un servicio determinado ejecuten las ideas de él. Es un plus, es parte del paquete que ofrecemos como equipo. La idea es plasmar una arquitectura diferente y completa”.
Aunque comparten proyectos, cada uno realiza también trabajos individualmente. Sin embargo, internamente acuden el uno al otro para resolver dudas o atender detalles. Hacer arquitectura y diseño de lujo requiere de experiencia y visión. “Es importante entender que el protagonista no es el arquitecto. Mi trabajo es interpretar las ideas de los clientes y sus necesidades. ¿Cuándo sabes que hiciste un buen trabajo? Cuando te dicen estar feliz con lo que hiciste, solo así sabes que lo hiciste bien. La inspiración que da sentido a cada proyecto es el cliente, es quien te da su confianza y pone en tus manos sus sueños y su dinero”.
Para Valentina cualquier persona con buen gusto puede fungir de decorador, pero el diseño interior va más allá. Es la relación con la persona que usará el espacio, es lograr amistad con quien vivirá allí para asimilar sus necesidades. “Entender esas pequeñas cosas que los hace felices y plasmarlas en ambientes, eso es diseño interior. Uso elementos que tienen un valor sentimental para quienes me contratan, y las ubico donde mejor se ven. Embellecer las cosas con buena energía es muy importante para que el diseño perdure”.
El arquitecto y el diseñador estudian para tener las herramientas que hacen feliz al cliente, son flexibles y acumulan conocimiento. Según ellos, la arquitectura no es para quien la desarrolla sino para el usuario, para el vecino, para el entorno y para la ciudad, debe tener visión social.