Por Caridad Vela
El compromiso social de un medio de comunicación se evalúa desde varias aristas, siendo una de ellas la responsabilidad de actuar como facilitador de diálogos que concluyen en mejores entendimientos sobre la realidad nacional y local. Estamos a pocos días de vivir un nuevo episodio democrático, en el que ejerceremos nuestro poder a través del voto para elegir alcalde en todos los cantones del país.
En Quito el panorama se presenta aun muy nublado. A la fecha de este reportaje las encuestas muestran un altísimo porcentaje de indecisos que bordea el 70% de la población. Si bien en las últimas ediciones hemos publicado entrevistas individuales con varios candidatos, CLAVE consideró prudente organizar desayunos / conversatorios con tres de ellos, los que mayor posibilidad de ser el próximo alcalde de Quito tienen, y los protagonistas del sector inmobiliario.
Al revisar la simulación de la papeleta de votación sorprende alarmantemente la existencia de 18 alternativas para Quito. Sin el menor afán de descalificar a ninguno, es evidente que desde que el dinero para financiar campañas electorales sale de los bolsillos de todos los ecuatorianos que pagamos impuestos, más de uno se ha dejado atraer por pura vanidad política, aun a sabiendas de que no logrará más del 1% del electorado.
Esta circunstancia nos pone ante una situación muy grave en la capital del país. Varios candidatos con propuestas casi exactas, con similares visiones de ciudad y honestas intenciones, dividirán los votos de un sector de la ciudadanía en lugar de aglutinar tendencias hacia un objetivo común. Las cartas están sobre la mesa y ahora enfrentamos la difícil decisión de elegir entre planteamientos casi mellizos, en los que la decisión se fundará en el perfil de credibilidad del candidato, más que en su propuesta.
Anticipándome a los acontecimientos electorales, cuando la campaña no había iniciado pero ya se preparaba el escenario, tuve el privilegio de entrevistar a tres distinguidos y respetados personajes quiteños que tuvieron la intención de trabajar por la ciudad en el próximo período, pero que una vez palpada la realidad del electorado no anunciaron su candidatura o la declinaron. Ellos son Fernando Carrión, Roque Sevilla y Mauricio Pozo. Me quedan sus nombres en el recuerdo, pues sus propuestas tenían mucho de reales y ejecutables.
Siguen en la contienda Paco Moncayo, Jorge Yunda, César Montúfar y Juan Carlos Holguín, más casi una docena de nombres que según las últimas encuestas no llegarían al 2.5% de la votación. Salvo a Yunda, los entrevisté a todos, y equitativamente me impactaron de manera positiva con sus discursos de campaña. Nuestros lectores buscaron en estas páginas los elementos para tomar una decisión, pero habiendo tan poco diferenciable entre uno y otro, pienso que al final del día no varió el número de indecisos.
Las necesidades que tiene Quito son muchas, y como mencionó Luz Elena Coloma, candidata a Concejal por el Distrito Norte, en el desayuno convocado por CLAVE, “es muy triste que hoy sigamos hablando de cómo recogeremos la basura en la ciudad, cuando hay modelos que se aplican en el mundo que han convertido este proceso en algo rentable para los municipios”. Este es uno de los síntomas de regresión que nos afectan, porque refleja que, en cuestión de administración de ciudad, estamos estancados en problemas del siglo pasado.
Es increíble que las empresas públicas sean incapaces de manejar los procesos para los que fueron creadas; y peor que verificar el enorme tamaño de la burocracia que alimentamos, es realizar que estamos pagando a gente que, según el resultado de sus servicios, no ejecuta su trabajo a cabalidad.
Lo dicho por Paco Moncayo, es alarmante. “Según los datos que tengo, que no son oficiales, dejé Epmmop con 1.500 empleados y hoy son 4.000, Emaseo tenía 700 y hoy son más de 2.000, en la administración central había 5.300 colaboradores y, según sé, hoy son alrededor de 17.000. Todo el presupuesto se va en sueldos. Aquí tampoco está la mesa servida, no hay pastel para repartir”.
Juan Carlos Holguín mencionó otro dato tan preocupante como este. “El municipio tiene 58 entidades municipales, que incluyen 12 empresas públicas. De ellas, solo tres son sustentables, el resto son deficitarias o reciben subvención municipal”, lo cual quiere decir que los impuestos que pagamos los quiteños van directamente a cubrir los gastos de lo que se ha constituido en el mayor símbolo de la ineficiencia. A esto añadió que “es inaudito que en pleno siglo 21 tengamos una ciudad con 295 trámites que empiezan con la frase “ingrese en ventanilla”.
El comentario de César Montúfar incluye lo dicho por sus dos compañeros de contienda, y añade que “una ciudad se gobierna, una ciudad no es una empresa, es quizá el espacio más complejo política, económica, cultural y socialmente hablando. Evidentemente el municipio requiere destrezas administrativas, pero sobre todo se necesitan destrezas políticas para resolver los atolladeros. La clave es despolitizar las decisiones técnicas y lograr que sean resultado de una articulación.”
ESTRUCTURA MUNICIPAL
Este tema lleva a los candidatos, y pienso que a toda la ciudadanía, a encontrar culpas en el pasado. La administración de la ciudad se rindió ante el mandato del gobierno nacional, y gracias a eso tenemos un Concejo Metropolitano con más sentido de poder que de servicio, coincidieron.
Los carros, choferes, múltiples asistentes y celulares a costo del municipio para los concejales pronto serán historia. Los tres candidatos que integran este reportaje se han comprometido a retirar estos beneficios como primer paso para organizar el reducido presupuesto del que dispone la administración.
César Montúfar, hace una interesantísima propuesta a la que afortunadamente otros candidatos se han sumado. Pone sobre el tapete “la aprobación de un estatuto autonómico que defina las competencias y el modelo de ciudad que queremos hacia el futuro, y al mismo tiempo, determine cuál será la estructura administrativa que requiere la cuidad”.
Según la Constitución, un estatuto autonómico tiene que surgir de una consulta popular, y César la hará “vía un sistema de participación que involucre a los barrios, a todas las entidades y sectores económicos y productivos de la ciudad, a los gremios, a la academia; para acordar un estatuto que permita gestionar una reorganización profunda de la administración.”
RELACIÓN CON EMPRESA PRIVADA
Dada la lamentable inacción de las empresas públicas municipales y la caótica situación económica que atraviesa la ciudad, la estrategia para salir adelante es la de abrir puertas al sector privado para generar alianzas en virtud de mejores servicios. En esto también coinciden los tres candidatos.
Juan Carlos opina que “cuando el sector privado tiene vocación para construir el bien común, el único camino de desarrollo que tenemos es que esa iniciativa privada tenga libertad, facilidad e incentivos para desarrollar ciudad”. Según él, “debemos juntos construir una ciudad para el desarrollo económico, que debería ser el eje de cualquier plan de desarrollo urbano.” César menciona que incluirá en la consulta popular “los mecanismos necesarios para establecer las nuevas relaciones que debe tener el municipio con los sectores privados, para generar alianzas público-privadas para provisión de servicios básicos como basura, movilidad, etc.”
Paco considera que “la ciudad, el país y la sociedad son paralelogramas de fuerzas, y si una persona llega al poder a representar solamente a un sector, fracasa. La ciudad es de todos, y es imperativo acudir a esa figura de la administración neutral que logra acuerdos, consensos, se preocupa por todos y trabaja por todos.”
LISTAS DE CONCEJALES
Siendo la poca preparación de los integrantes del Concejo Municipal una de las principales trabas, que se suma a problemas de corrupción en una situación tan bochornosa que dos de ellos asisten a las sesiones con grillete electrónico, indagamos sobre la integración de las listas para cubrir estas dignidades.
Concuerdan también al aseverar que los integrantes de sus listas son personas de honorabilidad comprobada, seria disposición de servicio a la ciudad, que entran en la lid electoral con el único propósito de trabajar para recuperar a Quito.
Juan Carlos destaca una variable digna de resaltar en el modelo que aplicará para la integración de las comisiones municipales, y es que “no estén integradas exclusivamente por concejales, sino que ciudadanos afines al tema que se discutirá tengan participación, para evitar la absurda politización y limitar su poder. Propone, además, “la creación de una comisión especial para proyectos urbanísticos especiales, que la integren el alcalde y dos concejales, y se complete con la presencia del Presidente de la Cámara de Comercio de Quito y el Presidente de la Cámara de Construcción de Pichincha”.
Por su lado, Paco ha escuchado sugerencias y revisado carpetas con nombres presentados por los partidos políticos que lo apoyan, pero celosamente se ha reservado el derecho al veto. “Los concejales actúan en la parte legislativa y deben fiscalizar lo que hacemos, pero no deben involucrarse en lo que no les compete. Los proyectos inmobiliarios, por ejemplo, deben ser aprobados por técnicos en la materia, no por quienes están llamados a legislar, no pueden ser juez y parte porque el resultado es el caos que hoy tenemos.”
César no es contrario a la necesidad de elevar el nivel del Consejo Municipal, y por ello ha elaborado su lista de candidatos a concejales con el máximo cuidado posible, buscando gente que sea representativa en el sector al que pertenece, que tenga profundo conocimiento de sus problemas, y que esté dispuesta a jugársela por Quito. Pero su preocupación por la situación actual de la ciudad va más allá de lo que atañe al desempeño de los concejales, e involucra la falta de liderazgo que hemos sufrido durante los últimos años. Enfatiza que como resultado de esto la ciudad está a la deriva, sin un norte definido, sin recursos económicos para generar obras, con altísimos niveles de corrupción y sin un plan concreto para ejecutar.
En los conversatorios se presentaron estrategias para mejorar la seguridad ciudadana, para tratar el complicado tema de la migración que Quito ha recibido; se habló de alianzas público privadas para resolver temas como recolección de basura, mantenimiento de parques y jardines, bacheo de vías, etc. En cuanto a movilidad también coincidieron en que, nos guste o no, el Metro es una realidad y tendrá que entrar en funcionamiento. Resaltan su alto costo y el hecho de que la economía del cabildo quiteño será metro-dependiente, dejando poco saldo en cuentas para gestionar nuevas obras. Los candidatos resaltan que la gran ventaja del Metro es que obligará a reorganizar el sistema de movilidad de los ciudadanos, pero el próximo alcalde deberá enfrentar la dura tarea de fijar tarifas.
Nace en mi imaginación –y supongo que en la de muchos- un personaje sin nombre que aglutina la acertada visión de Roque Sevilla, la filosofía urbana de Fernando Carrión que ha sido admirada a nivel internacional, y la habilidad y experiencia en el manejo económico que posee Mauricio Pozo. A eso añado la experiencia de Paco Moncayo; la hábil formación política de César Montúfar que podría abrir caminos al entrampe que hoy vivimos; la innovación, transparencia y ganas de Juan Carlos Holguín que, con solo escucharlo nos devuelve la fe en el futuro. Aspiro a que llegue el día en que estos honestos y admirables ciudadanos trabajen juntos liderando el progreso de nuestra ciudad.