Pintando emociones, transmitiendo energía
Por: Alegría Guarderas
Mucho se puede decir de la personalidad de un artista con tan solo contemplar sus obras. Las pinturas que aprecié dentro de la acogedora casa de madera donde vive María Mercedes, fueron suficientes para saber que se trataba de una mujer espiritual, apasionada, talentosa, que irradia felicidad a todos los que la rodean. Mameles, como la conocen en el medio artístico y sus seres queridos, es una artista innata.
Desde muy pequeña descubrió que lo suyo era pintar, y con el paso del tiempo no solo fue alimentando y perfeccionando esta destreza, sino que la convirtió en su forma de vida. A donde quiera que va lleva una libreta y un lápiz para dibujar todo aquello que llama su atención, y más tarde lo plasma sobre un lienzo. “Pintar es una necesidad, es un momento de autoconocimiento y reflexión”, asegura.
Varios recuerdos y memorias llenan su mente cuando nos cuenta que viene de una familia de artistas. “Mi papá fue un gran arquitecto, tenía su estudio al cual solía ir después del colegio para disfrutar mirando lo que dibujaban y diseñaban. Me llamaba mucho la atención, él hacía esculturas en hierro, mirarlo trabajando era para mi y mis hermanos un gran entretenimiento. Mi mamá era pianista, tocaba música clásica. Crecer en ese ambiente influyó mucho en mí”.
¿Qué es lo que realmente pasa por la mente del artista cuando crea una obra maestra? Ciertamente para esta pregunta hay más de una respuesta porque la mente de un artista es un universo paralelo, donde no hay diferencia entre lo racional e irracional, porque dentro de su imaginación no hay límites, todo es posible y tiene sentido.
Para Mameles el arte es una forma de exteriorizar sus sentimientos y ver el mundo. “Definitivamente las emociones determinan lo que pinto. Por ejemplo, alguna vez cuando estuve muy enamorada pinté una serie que se llama Blue, en la que hay corazones, estrellas fugaces, todo es azul, y representa lo que uno siente cuando se enamora”, nos dice con el alma abierta. De hecho, cada una de sus pinturas envuelve una historia y anécdota por contar. La mayoría está relacionada con sus hijos que, según nos comenta, son el pilar de su vida. “Mis tres hijos han sido siempre un apoyo incondicional, mi inspiración y razón de ser”.
El leitmotiv de sus pinturas es la naturaleza. La artista siempre se sintió muy atraída e identificada con el entorno silvestre porque le proporciona mucha paz y calma, y sobre todo le permite conectarse con su yo interior. En la mayoría de sus obras destacan frondosos árboles y distintos tipos de vegetación pintados en tonalidades vibrantes. Sin duda, este es un aspecto que refleja que Mameles ama la vida. “Me gusta expresar la alegría y gratitud que siento hacia la vida a través de los colores que utilizo. Generalmente elijo los cálidos y fuertes. No me gustan los colores oscuros. Cada día, al despertar, agradezco tener una nueva oportunidad de dar amor y compartir”.
El óleo es su especialidad. A pesar de que conoce diferentes técnicas de pintura, se siente más a gusto pintando con esta sustancia. Tuve curiosidad de saber quién fue su mentor, o cómo perfeccionó este don antes de convertirse en la gran artista que es ahora. Se reconoce como autodidacta. “Siempre tuve curiosidad de experimentar con diferentes colores, texturas y materiales para ver qué efectos causaba. De esa manera fui aprendiendo por mi cuenta”.
El trasfondo de su arte es generar un impacto positivo en la sociedad. “Quiero tocar la vida de muchos, sacar sonrisas de la gente, transmitir paz y esperanza a través de mis pinturas. Creo firmemente en que todos debemos contribuir para crear energías positivas desde la actividad que desempeñamos”. Con este propósito, el año pasado realizó una exposición de arte en la Galería Pentasiete e hizo una serie de camisetas con la impresión de sus obras.
“Las pinturas que hago tienden a ser femeninas. Decidí hacer camisetas con mis obras para llegar a más personas. La idea es incrementar el alcance que tiene el arte, porque no todos pueden adquirir un cuadro por el costo, pero sí pueden obtener una camiseta. Por el momento las camisetas se venden bajo pedido, a través de la página de Facebook e Instagram “Mameles Arte”, pero estoy en conversaciones con una cadena de almacenes para comercializarlas a través de sus tiendas”.
En el futuro está realizar uno de sus sueños: abrir talleres de pintura que estarán dirigidos a mujeres. El objetivo es empoderarlas, fomentar la pasión por el arte, y a través de esto lograr que sea un espacio de meditación. “Quiero enseñar a las mujeres a pintar en tela, madera o lienzo. Considero que hay un potencial enorme en la mujer, y a través de esta actividad ellas podrán tener una actividad que les genere un ingreso económico. La idea es que también haya un almacén donde se vendan las cosas que elaboran, y que eventualmente dé cabida a muchos artistas y artesanos para que enseñen su arte”.
El taller de Mameles está ubicado en su casa en Tumbaco, lugar que se acopla perfectamente al estilo de vida que lleva, sobre todo por la cercanía que tiene con El Chaquiñán, la frescura del ambiente y la tranquilidad del entorno. Cada 15 días viaja a su hacienda en Pedernales. Su vida transcurre entre estas dos locaciones, entre sueños y realidades que se constituyen en la fuente de inspiración que nutre a la artista. “Cuando voy a la hacienda camino en el campo, toco las frutas, respiro aire puro. Allí me inspiro y pinto porque hay mucho colorido y textura. Es muy vibrante”.
A Mameles la definen varios aspectos, pero la sensibilidad que tiene ante la vida hace de ella una mujer que cautiva no solo con su arte, porque la intención que mueve su mano en cada trazo es el cambio positivo que busca conseguir en la sociedad.