Quito, entre sostenibilidad y desarrollo despreocupado
Por Pamela Cevallos H.
Para el año 2050 el 70% de la población mundial será urbana; se estima que se empleará un 80% más de energía y, por lo tanto, las emisiones de CO2 se incrementarán también en un 70%. Estas cifras son las que han llevado a los expertos en cambio climático a repensar el crecimiento de las ciudades y a mirar ciertos hábitos del pasado que ayudarán a mermar los efectos de la industrialización de las ciudades.
De esa necesidad nace la visión de Ciudad Sostenible, que, en palabras amigables, busca armonizar los espacios caóticos que las ciudades ofrecen a sus ciudadanos, pues su desarrollo, en gran medida, se ha dado desde una visión industrial, llevándolas a ser menos apacibles y cada vez más perjudiciales para el bienestar de los seres humanos.
En ese sentido, el objetivo es mejorar la calidad de vida de los habitantes de las ciudades, en donde el concreto rebasa su presencia permitida. El rescate del verdor de la naturaleza, detener la expansión horizontal de la ciudad, la descontaminación y peatonalización de centros urbanos, son varios de los puntos que las urbes deben trabajar para continuar en el camino de una modernidad más consciente y responsable.
Desde esa perspectiva, Quito ha desarrollado varios espacios en donde estas ideas se mueven y se concretan en múltiples proyectos sociales, culturales y económicos. También avanza en políticas públicas y normativa encaminada a hacer de la capital una ciudad sostenible.
Daniela Ugazzi, quien ostenta una Maestría en Management RSE y Development Durable obtenida en la Universidad de París, y el título en Economía y Relaciones Internacionales logrado en la Universidad San Francisco de Quito, es responsable de Valor Compartido y Sostenibilidad en la Agencia de Promoción Económica ConQuito. Ella nos comentó sobre el Plan de Desarrollo Sostenible del Distrito Metropolitano, de la planificación de Quito y su proyección como ciudad sostenible.
El municipio ha dado pasos para concretar esta visión, nos dice. “Es la primera vez que la ciudad se toma el tiempo de planificar pensando en la supervivencia de las futuras generaciones. La visión 20/40, un plan hecho por el Instituto Metropolitano de Planificación Urbana, recoge lo que el ciudadano busca en su ciudad de aquí al año 2040, e incluye, además, la estrategia de resiliencia de la ciudad.
Esto también está presente en el Plan Metropolitano de Desarrollo, en cuanto a que Quito debe ser una ciudad sostenible en lo económico, social y ambiental. Siendo esto un gran avance, Daniela considera que falta involucrar a la ciudadanía desde lo político, pues es necesario aplicar este concepto en la cotidianeidad, y la decisión ciudadana de hacerlo es vital para concretar cualquier transformación.
Según ella la normativa es importante para lograr objetivos, sin embargo, sostiene que más allá de las ordenanzas, es la puesta en acción de los ciudadanos, la vecindad -casi inexistente en estos tiempos- las que cumplen un rol importantísimo, así como también la inmersión de la empresa privada y su aporte con una visión de responsabilidad social y valor compartido.
Entre estas normativas nombra una reciente que busca articular el ecosistema para hacer de Quito un territorio sostenible y responsable, misma que incluye la visión de cómo trabajar en conjunto con la gente y el empresariado local. La Ordenanza 084 fomenta la responsabilidad social en el Distrito y crea un sistema del cual son parte el barrio, el ciudadano, y la academia. “Lo interesante de esta normativa es que no es impositiva, sino que incentiva al ciudadano para que actúe sin presión”.
También está la 539 para el Fomento, Desarrollo y Fortalecimiento de la Economía Popular y Solidaria, la Resolución A 0030 de 2016, en la que se declara el compromiso del Distrito Metropolitano de Quito con el Comercio Justo, Economía Popular y Solidaria; además de las ferias inclusivas.
Este momento se busca trabajar en una normativa para la restitución de los desechos plásticos desde la Secretaría del Ambiente, y recientemente el municipio entró en guerra contra el uso de sorbetes en restaurantes y sitios de comercio de alimentos. Pero Daniela insiste en que por más que haya muchas normativas la gente no las cumple. “La normativa no es todo, hay que trabajar con escuelas y colegios para generar una cultura en torno a la sostenibilidad, y esa gestión se ha hecho a nivel de colegios municipales. Debemos enseñar por qué es importante reciclar basura, por qué es necesario cuidar los espacios verdes, etc. Hoy se trabaja para generar esa estructura, ese cambio cultural”.
Desde ConQuito ha experimentado el trabajo en barrios, que lamentablemente están aislados de una visión global. “En Quito existen muchísimos proyectos barriales pequeños pero no se ha logrado trabajar en conjunto”… y ese sería uno de los grandes retos: promover una acción unificada que se expanda a lo largo y ancho de la ciudad. “Generar comunidad pasa por el tema de cultura”, acota.
Activa tu barrio es un programa lanzado desde el municipio. Con él se busca generar economía circular solidaria, y se busca que en cada barrio exista una empresa ligada al desarrollo del sector. “Buscamos una empresa ancla que trabaje en su área de influencia de manera directa. Esto se aplicó, por ejemplo, en Chimbacalle, un barrio icónico de la ciudad. A principios de siglo fue un barrio industrial y eso produjo grandes cambios, pero cuando las empresas se fueron, las casas y edificios quedaron vacíos. Hoy es un barrio que trata de activarse cultural y económicamente”.
En este programa también está el enfoque de trabajo comunitario que comprende universidades y colegios de la zona, donde los jóvenes se transforman en voceros de la labor que se realiza en la comunidad, propagando de esa manera un mensaje único y promoviendo la participación y liderazgo de la ciudadanía.
“Es importante que el municipio sea un articulador de acciones, no que la ciudadanía dependa al 100 % de él. Hay mucho que hacer en Quito. Se deben crear lazos con la comunidad, hay personas en barrios a quienes no les interesa nada de su entorno, y es indispensable entender cómo hacer partícipe al ciudadano, convertirlo en instrumento de gestión, descubrir cómo empoderarlo en los procesos de la ciudad”.
Para cumplir objetivos de reciclaje, Quito tiene varias estrategias. Este aspecto está ligado al programa Quito Recicla, el cual provee a la ciudadanía de los depósitos adecuados en sitios específicos. “El ciudadano puede ser partícipe reciclando el aceite de cocina, separando los desechos, enterándose de cómo hacerlo y cuándo sacarlos para respetar los horarios de recolección”.
Pero, ¿cómo llegamos a toda la población? La respuesta de Daniela es generando capacidades en la gente; trabajando con niños, jóvenes y adultos. “En las mallas curriculares debe existir esta línea y se debe profundizar en ello. Se debe entender que las políticas de educación afectan directamente a la ciudad. Por ello, es importante que los políticos y las autoridades comprendan esta visión y la incluyan en su programación y en proyectos institucionales”.
En cuanto a movilidad, Daniela saca a relucir el papel que jugará el Metro de Quito, al que lo considera una apuesta interesante. “En el concepto de sostenibilidad, la descarbonización de la ciudad va a jugar un papel muy importante y sumará a la consecución de objetivos. La peatonización del Centro Histórico también es otra acción concreta que se ha realizado, que aporta muchísimo al tema de descontaminación ambiental y de movilidad de las personas”.
Otro punto sería el trabajo que las Pymes hacen alrededor del tema. La optimización del uso de la energía eléctrica a través del cambio de bombillas de alto consumo por LED, la optimización de recursos de oficina, el involucramiento con la comunidad, los incentivos que puedan recibir desde el municipio por su aporte al objetivo sostenible. “Otra forma de generar cultura es trabajando con las pequeñas y medianas empresas. En Quito son 548 las Pymes que han arrojado resultados positivos en este sentido. También está la idea de crear incentivos a empresas que incorporen el esquema, por ejemplo, de auto compartido”.
Según explica Daniela, la visión 20/40 trabajada desde el municipio habla de los denominados híper-centros, grandes espacios que otorguen todas las comodidades a los ciudadanos, en donde se concentren comercios, educación, mercados, iglesia, y se creen plazas de trabajo alrededor, para que la gente no tenga que movilizarse tanto. “Los híper-centros deben abastecer a su comunidad en todos los sentidos para evitar que la gente atraviese la ciudad”.
Según ella, Quito ya no tiene por dónde crecer. Es una ciudad que se expande constantemente. Desde esa perspectiva, habría que enfocar su desarrollo pensando en la ‘ciudad compacta’. Daniela explica que ya existe una normativa que apoya las construcciones eco-sostenibles. “Mientras la ciudad crezca hacia arriba se pueden dar incentivos al constructor, pero esa nueva estructura debe estar cerca de una parada del Metro, de la Ecovía o de la línea del Trole”. Todo esto para que el desarrollo urbano tenga coherencia con la generación de infraestructura.
Por otro lado, está también la creación de cadenas productivas y de turismo comunitario, en donde la generación de plazas de trabajo en el espacio rural es indispensable. Es importante que esas plazas sean altamente tecnológicas para que el desarrollo profesional de los jóvenes de estos sectores se consolide, de tal manera que se establezcan socialmente en su espacio y se evite la migración a la ciudad, donde difícilmente encontrarán un lugar para trabajar. El Distrito Metropolitano de Quito es 11% urbano, explica Daniela, el resto de la ciudad es rural.